Miedo. Eso fue lo que debió de sentir Franco cuando en 1945 sus aliados Hitler y Mussolini caían bajo el fuego de los Aliados. De este modo, Franco se quedaba totalmente solo, aislado del mundo democrático, imponiendo una dictadura en un país que ansiaba libertad. Ese miedo a una posible invasión hizo que se desarrollaran una serie de planes para proteger las costas de España y de Bizkaia. Desde el día en que la Europa ocupada cayó, Franco espero su particular Día “D”, un día que, para desesperación de los republicanos, nunca acabó de llegar.
Una cima con tradición militar
Punta Lucero es un pequeño monte en tierras de Zierbana que puede considerarse balcón y puerta de entrada de la Ría Nervión. Desde el siglo XVI se remarcó el valor estratégico de la zona, creando unas primitivas construcciones defensivas, seguramente alguna torre de vigilancia. Más tarde fueron los carlistas cuando en 1876 construyen ciertas trincheras en la zona. Pero sin duda fue en los albores de la Guerra Civil cuando ganó importancia. Varias de las trincheras carlistas fueron readaptadas en la creación del “Cinturón de Hierro” que envolvía Bilbao. Para ello se instalaron 6 obuses modelo 1891 que incluso llegaron a repeler al crucero Canarias que se había adentrado demasiado en la boca del Abra.
Miedo a la invasión
Tras la conquista de Bizkaia por el bando Franquista, se decidió recuperar la zona que había sufrido grandes daños. Para ello, se llegó a instalar una línea de 4 cañones, búnkers y puntos de ametralladora. De todo esto únicamente han sobrevivido los cañones. Aun así la zona se conserva en unas relativas “buenas condiciones”, ya que otros enclaves defensivos, como pueden ser los de Berango, Galdakao o Sopelana, apenas quedan nada. El lugar elegido para ello fue Punta Lucero. Tiempo atrás venía registrándose edificaciones militar y fortines en la zona tanto en Santurtzi como en Algorta. De este modo el avistamiento de posibles barcos quedaba totalmente asegurado.
El Día “D” que nunca llegó
Esta misma semana se ha cumplido el 70 aniversario del Día “D”, día en que las tropas americanas, inglesas y canadienses desembarcaban en Normandía para liberar Europa de las tropas nazis y, viendo las imágenes de los cruceros, aviación y demás, no sé qué pensaba hacer Franco con la pobre defensa que estableció, algo anticuada para las nuevas tácticas ofensivas que se desarrollaron y evolucionaron en la II Guerra Mundial.
La defensa de Punta Lucero formaba parte de la conocida “Línea P”, una serie de recintos defensivos que se extenderían por todo el Pirineo. De los cerca de 9.000 bastiones que se intentaron construir, apenas se edificaron 4.000 y muchos de ellos fueron préstamos de las defensas republicanas muy obsoletas tras la Segunda Guerra Mundial.
El recinto, que está formado por una serie de trincheras y pasadizos subterráneos que comunican con el exterior, también incluye las antiguas estancias de los soldados. La luz apenas llega a entrar por los respiraderos y escaleras y la sensación que uno percibe es de una cierta calma tensa. Aun así, ningún fantasma aparece por la zona. Aunque da la sensación de que los muros tienen ganas de contarnos las vivencias de un pasado reciente, ya que la zona estuvo ocupada hasta su abandono en 1982. Detrás de las baterías, se encuentra lo que fue el antiguo cuartel militar que se mantiene en unas lamentables condiciones. Apenas quedan los azulejos de alguna estancia, 4 paredes ajadas o la peana donde se asentaba la bandera. A lo que se ,le suma un sin fin de cascotes y ladrillos esparcidos por el suelo. Recorriendo las diferentes aposentos, da la sensación de que sí que llegó aquel Día “D” a las costas de Bizkaia y que todo quedó arrasado por los soldados aliados dejándolo tal y como estaba, como una capsula del tiempo que ha perdurado 32 años.
Fotografías: Jon Reyes