Este torneo de la Copa Confederaciones, que aún para mí sigue siendo ese torneo en el que se murió Foe y su amigo Coupet lloraba de modo desconsolado escuchando el himno nacional, se antojaba como el lugar ideal para ver dos partidazos oficiales: Brasil-Uruguay y el España-Italia. Después de una pachanga con Tahití y un duelo competido ante Nigeria, pese a lo que pueda decir el 0-3, se ha llegado al punto que todo aficionado deseaba. Las semifinales serán lo que dará lustre a un trofeo en el que Tahití ha puesto el punto emotivo y cercano pese caer goleado en todos sus partidos.
Normalmente uno no es consciente de que está viviendo los mejores años de su vida. Lo suelen decir los más veteranos, esas personas que ya han vivído todo tipo de circunstancias en la vida y te miran con unos ojos que son mezcla de envidia y de compasión ajena por lo ignorante que es el ser humano en su juventud. Quizá eso le pasa ahora al país con su selección, que no para de ganar y ya suma una racha sin precedentes en este deporte. Sólo nos falta por ganar… a Costa Rica.
La última decepción data del 16 de junio de 2010, fecha en que España cayó sorprendentemente ante Suiza en su debut en el Mundial de Sudáfrica por un extraño gol de Fernandes. Piensen la de cosas que han pasado desde entonces y sólo en el caso de la selección han sido positivas (si borramos tres amistosos ante rivales competitivos con ganas de marcar territorio). Un mundial y una Euro que se unieron a la de 2008, cerrando un triplete consecutivo histórico.
Esa superioridad provoca que se nos quede corto un triunfo por la mínima al descanso ante el campeón africano, que buscaba un triunfo para evitar ser eliminada del torneo, y que se critique a todo delantero que juega de inicio. Sea Torres, Villa, Soldado o los ausentes Negredo y Llorente. O Fábregas. Lo cierto es que al final Del Bosque no entra a pelear por los debates -ganó en el Mundial de goleada el generado en torno a Busquets y ahora es su fijo en el centro del campo- ya que los triunfos los cierran de modo aplastante hasta que dos horas antes del inicio del nuevo duelo se arman los debates con la alineación de turno.
Tengo ganas ya de ver la que la saldrá ante Italia, que tiene ganas de vendetta aunque el más ansioso no podrá participar por lesión. La ausencia de Balotelli resta potencial a los transalpinos, aunque uno ha aprendido estos años que sus estrellas en el pecho no están directamente relacionadas con la calidad técnica de sus futbolistas. Nadie compite mejor que ellos, son los mejores optimizando el fútbol que tienen en sus botas. Pondrán las cosas complicadas y atacarán por los lugares menos fuertes de la Roja. Buscarán el flanco derecho para atacarnos y presionarán la salida de balón en el caso de que juegue de nuevo Iker de inicio. El nuevo plan de Prandelli gusta lejos del país transalpino… aunque genera dudas entre la afición azurra. Lo primero, es ganar. Y eso se les da como a nadie.
En la otra semifinal Uruguay, la Italia de Sudamérica, se medirá a un Brasil de Neymar que desea ilusionar a un país más preocupado de los problemas reales que tiene a diario que del fútbol del grupo de Scolari. “Nosotros somos el pueblo”, han exclamado varios de los integrantes de la canarinha como Alves, Fred o David Luiz. Los uruguayos fueron capaces de asaltar Maracaná en la mayor sorpresa en la historia del fútbol gracias a un Gigghia que ha llenado de orgullo a varias generaciones charrúas.
Sí, han pasado 63 años de aquello pero el orgullo de Diego Forlán, Luis Suárez o Cavani les llevó a levantar la Copa América hace dos veranos y a rozar un puesto por la semifinal en el Mundial de 2010. En dos citas en las que Brasil falló, allí estaba Uruguay. Por eso, cuando todo el mundo ve clara una final dentro de siete días yo recelo de Italia y su prima del otro lado del charco: Uruguay.
Este torneo de la Copa Confederaciones, que aún para mí sigue siendo ese torneo en el que se murió Foe y su amigo Coupet lloraba de modo desconsolado escuchando el himno nacional, se antojaba como el lugar ideal para ver dos partidazos oficiales: Brasil-Uruguay y el España-Italia. Después de una pachanga con Tahití y un duelo competido ante Nigeria, pese a lo que pueda decir el 0-3, se ha llegado al punto que todo aficionado deseaba. Las semifinales serán lo que dará lustre a un trofeo en el que Tahití ha puesto el punto emotivo y cercano.