Una final Brasil-España en Maracaná era algo que, de niños, soñábamos con ver. El ambiente previo demostraba que era un día importante, para Brasil no era una final de chichinabo. Tras gritar el himno como si fuese el último día del país, entró al partido con una intensidad brutal: presionó muy arriba, asfixió el fútbol español, ganando cada cruce, cada mano a mano. Quizá con un exceso de adrenalina, permitido por el árbitro holandés, pero cuando robaba generaba peligro con unas transiciones muy rápidas. La táctica de Brasil fue la de Holanda en el Mundial. Faltas y más faltas para robar y buscar la meta rival. En la primera parte hizo casi veinte faltas y ni una amarilla.
El árbitro les deja hacer y romper la idea de España. Una Brasil alejado del jogo bonito y más similar a la Argentina de Bilardo: con un golito buscó pegar, descentrar y aprovecharse de una España distorsionada. La Roja estuvo desconocida: atrás muy floja, sin contundencia y falta de ideas. Xavi no se asociaba y salvó Busquets, un poco de Mata y un poco de Iniesta, el resto completó una primera mitad por debajo de su nivel. Pese a todo tuvo la opción de igualar, en una buena conexión Mata-Pedro pero David Luiz demostró que es uno de los mejores del mundo, cuando está centrado, y evitó el empate. Poco después Neymar, que ganó su duelo por el MVP a Iniesta, aprovechó una buena acción en la frontal del área para soltar un zurdazo a la red.
Maracana disfrutaba. Estaba hinchado. El campeón del mundo estaba siendo derrotado por el eterno dominador del balompié. Del Bosque quitó a Arbeloa, condicionado desde la tarjeta que recibió al evitar el 2-0 en un contragolpe, por Azpilicueta. La idea en el segundo tiempo era cambiar su fisonomía, tener más seguridad en la posesión y poner algo mas presión al arbitro, condescendiente con tanta falta, para que sacara alguna tarjeta a los brasileños. Pero en el primer disparo entre palos del segundo acto llegó el gol. Fred raso ajustado al palo. Cuando te cae un rechace es suerte pero cuando te caen todos es algo más.
El 3-0 de Fred certificó el adiós al partido y comenzaron los palos a la selección: sí que había ganas de pasar facturas…. como si estos chicos no hubieran ganado dos Eurocopas y un Mundial. A Sergio Ramos, que asumió de modo sorpresivo la responsabilidad de lanzar el penalti para confirmar que no hay especialista pese a las buenas tandas, le atizaron por fallar el penalti.
Y es que para lo bueno y lo malo, el español medio no ha cambiado: derrotista, melodramático y autodestructivo. Y el futbolista nacional sigue siendo muy bueno. Hoy España, la mejor selección del mundo, perdió su racha de 29 partidos jugando mal, pero aún tiene mucho por ofrecer. No creo que haya fin de ciclo. Brasil es justo campeón, un bloque realmente competitivo. Por algo tienen cinco estrellas. Entendió cómo hacer daño a España y tuvo calidad para hacerlo.
Como ya había advertido mi amigo Gaby Ruiz en su blog de Streamer, Scolari ha elegido el cómo: apostó por un equipo y ha ido a más. Con esta actitud, tiene equipo para ganar el Mundial. Por tanto, a 2014 unos llegarán con las misma etiqueta de favoritos y los otros con el pecho un poco más recogido, igual que pasó con la derrota en Sudáfrica un año antes de conseguir el Mundial. Ahora en la derrota, se debería valorar más a los campeones.