Lo esperábamos pero fue incluso mejor: una delicia de partido en San Mamés, de los que dejan imágenes para el recuerdo. Ver salir a Gurpegui y a Iraola, dos de los que sufrieron la angustia de poder mandar al Athletic a Segunda por primera vez en su historia, es suficiente para comprender que ese ambiente y sentimiento no es mérito exclusivo del coliseo en el que se juega. Es algo que transciende a nombres y lugares. Con el 1-0 llama más la atención girar la cabeza hacia el Barcelona, pero tras terminar el partidazo creo que es justo concluir que el resultado se debe más al mérito del Athletic que a errores azulgrana.
La teoría, como decía Mikel Rico en la previa, la había transmitido Txingurri a los suyos: mucha intensidad, presión alta, velocidad tras la recuperación y desparpajo. La temporada pasada, en el último duelo entre ambos en la vieja Catedral la cosa ya fue similar. Sí, es verdad que Ander Herrera evitó el 1-2 justo en la prolongación…. pero después de que hubiese tenido que entrar, para solucionar una derrota en la media hora final, un Leo Messi medio lesionado. Nunca hay excusa para rendirse y la constancia suele dar sus frutos. Y es que el Athletic jamás ha perdido ese espíritu irreductible, por muchos jugadores y entrenadores que hayan pasado por el club. Su afición debe estar debe estar orgullosa de ello, y con esa base se genera un ambiente de unión que hace a los rivales sentirse incómodos cuando viajan a Bilbao. Y es que no es el estadio, son las personas.
En el Barcelona los problemas han aflorado con las dos derrotas, pero estaban ahí tapados por los triunfos. El resultadismo ocultaba las sensaciones y mencionarlo era casi un sacrilegio. Ganar sin usar el juego como vehículo para el triunfo. Ahora, los mismos que se aferraban a los resultados no pueden -ya ni deben- hablar de buen juego en Bilbao para transmitir optimismo. Olvidar el cómo es perder el qué. Es verdad que el grupo de Tata hizo una primera parte al nivel esperado, pero luego se diluyó. La realidad es que Xavi está mustio; Iniesta no es intocable para Martino y quizá con razón, porque no se lo ha ganado estos meses con su fútbol. El míster rosarino afirma que con ellos tiene el balón pero le falta profundidad por bandas. Es evidente que Pique baja enteros si no tiene a su lado a Puyol; Mascherano de central es un parche que han intentado convertir en solución y no funciona -y con Aduriz en el campo la cosa podría haber sido peor-. Ni siquiera ayudó el argentino en la salida de balón, porque el equipo abusó del pelotazo en algunas fases del partido.
Caer en Amsterdam ante el referente de fútbol de toque dando una imagen indigna, y hacerlo después ante el rival que más intensidad suele poner al fútbol de la Liga, confirma que hay más lagunas futbolísticas que bajas. Las cosas funcionan peor de lo que parece. No se puede querer ser intenso un día cuando no lo eres habitualmente. Normalmente esos esfuerzos puntuales te dan, a lo sumo, para una hora y ahí, en el momento clave del partido, el Athletic fue superior al Barcelona. Lo peor fue que después de encajar el gol el Barça jugó sin alma, incapaz de mostrar una reacción futbolística ni tampoco una emocional. Por ello, el triunfo local apenas peligró. No tener a Messi, tampoco a Valdés (un portero de 39 años que lleva 6 como suplente pueda jugar en un grande europeo me parece una temeridad) ni a los laterales (Alvés y Alba) no debería ser disculpa para estos dos tremendos golpes. Mucho menos usar a los árbitros como coartada….
Un dato que resume mucho: cuatro remates a puerta en estas dos derrotas. Uno cada 45 minutos. Neymar, por ahora, patina demasiado de cara a gol; sobre todo viendo el rendimiento de los otros mediáticos de la Liga (Bale, Messi y Cristiano). En resumen: el Barcelona ha perdido su identidad futbolística, parece tener amnesia. Y ello le ha conducido a ceder resultados. Eso genera ilusión en Madrid, donde el Atlético espera a la sombra del Real Madrid. No sabemos si aún se lo cree, pero Cholo sonríe esperando la última jornada de la primera vuelta para vengar la Supercopa. Por contra, Valverde ha conseguido que apuntalar con resultados la identidad Athletic, esa que se ahora se resume con el título de este artículo.