Supongo que muchos de vosotros ya tuvisteis la oportunidad de leer en DV (papel) el reportaje que le hicimos a Axi Muniain, el pasado 6 de febrero, pero como supongo que otros muchos, bien porque no residís en Gipuzkoa o porque se os pasó, he decidido colgarlo también en este rincón.
“El objetivo: surfear la más grande y salir vivo del agua”
El zarauztarra Axi Muniain regresa a casa tras protagonizar en Portugal una histórica sesión de surf XXL
«En Nazaré nos hemos enfrentado a una situación límite como nunca antes habíamos hecho». Lo dice Axi Muniain, el zarauztarra XXL habituado a surfear gigantescas montañas de agua con ayuda de moto acuática, y que ya en casa relata su experiencia. Estamos ante la crónica de una sesión histórica que probablemente ya hayan visto en televisión. Porque el hawaiano Garrett McNamara ha animado informativos de medio mundo al surfear el pasado día 28 de enero la que podría ser la ola más grande de la historia. Las imágenes de McNamara, de 45 años, deslizándose sobre una colosal lengua de agua de más de 100 pies -cerca de 30 metros- han situado en el mapa al pequeño pueblo marinero de Nazaré, a cien kilómetros al norte de Lisboa. El impacto mediático alcanzado por el hawaiano ha sido tan descomunal que los otros cinco surfistas que ese día también surfearon en Nazaré han pasado casi desapercibidos.
Axi Muniain (O”Neill, Keler, Creatures y Pukas) no falló a su cita y fue capaz de surfear esas mismas olas por encima de los veinte metros con el respaldo en la moto acuática de Jerome Sahyoun y Othmane Choufani. Porque, como ya saben, estas olas no se podrían surfear sin ayuda de las motos acuáticas. El surfista es remolcado con una cuerda hasta la pared de la ola a la que de otra forma sería imposible llegar con la ayuda de los brazos. El “tow in”, como así conoce esta especialidad, exige una coordinación exquisita entre surfista y motorista. Ni que decir en situaciones extremas como las que se dieron en Nazaré. Cualquier error puede llevar a ambos a las rocas.
«La de Nazaré es una ola difícil de leer tanto desde el agua como desde tierra porque el efecto piramidal o de concentración se va desplazando. La ola rompe en un punto distinto cada vez», describe Muniain. «Por primera vez sentí la necesidad de llamar a casa por teléfono antes de entrar al agua porque sabía que estaba ante una situación límite. También sabía que el objetivo era salir vivo del agua y no alimentar el instinto asesino que aparece en sesiones como ésta», cuenta Muniain.
McNamara le invita a Hawaii
Los tres equipos que ese día surfearon en Nazaré (Garrett McNamara-Kealii Mamala, Antonio Silva-Navarro y Axi Muniain-Jerome Sahyoun) se coordinaron a la perfección. Unos y otros supieron repartirse las olas. No hubo que lamentar ningún incidente grave en las siete horas en el agua, aunque hubo momentos complicados como cuando una de las olas les hizo perder la moto a Muniain y Jerome. «Por suerte los otros equipos estaban cerca y nos pudieron ayudar», cuenta. La complicidad en el agua lograda con McNamara hizo que acabaran brindando juntos en torno a una mesa. McNamara le ha abierto las puertas de Hawaii. “Vente cuando quieras a surfear en Jaws -una de las olas más peligrosas del mundo que rompe en el North Shore hawaiano- pero ni se te ocurra hacerlo sin un material en condiciones”, le advirtió el bueno de McNamara. Muniain sabe que será bienvenido en Hawaii si va de su mano, que podrá surfear en templos XXL en los que de otra forma sería imposible por la pugna que suele existir entre equipos profesionales (Red Bull, Billabong…) por surfear “la más grande”, pero el zarauztarra se queda más con la advertencia del hawaiano. Le ha hecho reflexionar.
NAZARÉ BIG WAVES TRAILER from Mikel Yarza on Vimeo.
Muniain ha sido capaz de surfear en Nazaré, en condiciones extremas, con unos medios técnicos y humanos que no resisten la comparación con los de McNamara. En sesiones como la de Portugal, con series de olas de más de veinte metros, una detrás de otra, azotando la costa es más que necesario disponer de elementos de seguridad que permitan reducir al máximo las situaciones de riesgo. Una moto náutica con una cilindrada alta que permita poner agua de por medio ante la amenaza de una gran ola y un chaleco salvavidas con unas características específicas se antojan más que recomendables para en un futuro superar la hazaña de McNamara. Mundaka, Roca Puta, Playa Gris, Agiti, Belharra, Nazaré… El listón de Axi no tiene límites. En Nazaré batió su propia marca y estuvo cerca de establecer un hito. «Se nos escapó una serie por un pelo. Posiblemente era más grande que la que cogió Garrett. Nos quedamos con una espina clavada», apunta.
Axi Muniain explica que una moto de agua como la de Garrett con 250 caballos ofrece tracción hasta en las situaciones más difíciles cuando la espuma de la ola está viva. «Permite que en el momento que el surfista deja ola, la moto pueda ir a remolcarle rápidamente sin tener que esperar a que las aguas se calmen, como nos ocurre a nosotros con una moto de 130 caballos y que no puede absorber esas burbujas de aire y corrientes que se forman en sesiones XXL. Son segundos interminables para quien tiene la amenaza de otra gigantesca ola a su espalda», cuenta el zarauztarra. «En Nazaré se hace casi imprescindible por las condiciones en las que rompe la ola. Es un infierno», resume.
Y lo mismo con el chaleco. «La flotabilidad entre unos y otros puede ser la diferencia entre contarlo y no contarlo», aclara Muniain. El chaleco de McNamara cuenta con compartimentos de oxígeno regulables que permiten al surfista salir a flote de una forma más rápida cuando es engullido por una ola. El equipo del hawaiano se completa con un traje de neopreno reforzado en las zonas vitales de su cuerpo porque, apunta Muniain, «una ola de éstas te puede romper las costillas».
El zarauztarra cubre esas carencias con ingenio. Así, refuerza sus tablas con plomo -hasta cuatro kilogramos en el centro- «para que tenga su propia inercia» y vaya más pegada al agua. Sea como fuere, Axi ya piensa en su próximo reto. No sabe si será en Nazaré, si el mar le dará una segunda oportunidad para coger esa gran ola que se le escapó, en Galicia, Irlanda o en nuestra costa. «El invierno ha sido escaso en olas y todavía tiene que darnos una sesión extra», concluye.