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Alvaro Vicente

El Rompeolas

Greg Long, Peter Mel, Jamie Sterling… y Adur Letamendia

Adur está de vuelta en Zarautz después de participar en el XXL de Oregón al que accedió después de quedar en tercera posición en el Arnette Punta Galea Classic. Todo son buenas noticias: ha surfeado cuatro olas de las grandes en Nelscott Reef, ha compartido manga, en cuartos de final, con gente como Jamie Sterling (Hawaii) o Greg Long (San Clemente), a la postre, primero y segundo, respectivamente… y no le ha mordido ningún tiburón. Así que el resumen que Adur Letamendia (respaldado por PUKAS) hace de su experiencia en Oregón es “inmejorable”. Bueno solo, una pega: su tabla (una Pukas Rawson 10,4″) se quedó en el aeropuerto de París y tuvo ser Greg Long quien le dejara la suya, un invento de 12 pies y su chaleco. Si recordáis en el último post, que la tabla llegara a tiempo a Oregón era de lo poco que no preocupaba a Adur antes de viajar… (Podía haberme callado). Adur pudo participar con “un 9,6″ originalmente de Twiggy Baker, con mucho volumen sobre todo en la parte superior, y shapeado por Christenson”.

La verdad es que hablar con Adur es siempre hacerlo con alguien que habla de surf con verdadera pasión así que os podéis imaginar lo que ha supuesto este viaje a Oregón para él. Como dice es una experiencia inolvidable que se lleva a la tumba. Porque enfrentarse a lo desconocido, como ha hecho, más allá del resultado final, supone un plus que dice le enriquecedera como persona. Adur ha disfrutado y ha exprimido cada segundo desde que llegó a Oregón, desde ese momento en el que nada más bajar del coche, después de 30 horas de vuelo y unas cuantas de carretera entre árboles de 30 metros, se vio entre algunos de los surfistas a los que ha admirado siempre. El bueno de Adur recuerda cómo en esa reunión, la noche anterior a la celebración del campeonato, se celebró el sorteo de mangas. Cómo iban cantando los nombres ‘Greg Long, Jamie Sterling…’ y se hizo un silencio en la sala por el alto nivel de esa manga a la que también se sumaría él. “En ese momento sentí que yo era el Eibar de fútbol y me había tocado el Barça en la Copa del Rey”, dice Adur tratando de equiparar lo que supuso ese momento para él.

Esa noche Adur compartió apartamento con Peter Mel, que llegaba de ganar en Mavericks, con el peruano Gabriel Villaran y con Greg Long. A Adur le tocó dormir en el sofá. No le costó mucho conciliar el sueño por el desgaste del viaje pero por su cabeza, cuenta, seguía teniendo los “mil interrogantes” de quien se enfrenta a lo desconocido: una ola gigante en un escenario inóspito, tiburones blancos… Porque aunque Adur ya había tratado de informarse de cómo encarar esta ola por medio de los hermanos Long (Greg y Rusty) y uno los Gadauskas, todo eran incógnitas.

La mañana del campeonato sonó pronto el despertador. Las previsiones apuntaban a que el mar iba a ir subiendo a medida que avanzara la jornada hasta los 25-30 pies (unos 10 metros).  En el Pacífico, que el mar vaya a más según avance el día, significa que de cuando en cuando “una serie fantasma” va a meter en problemas a los surfistas. “El Pacífico no se anda con chorradas. No es como en el Atlántico que el surfista percibe cómo va creciendo el mar”, subraya Adur.Ya no había marcha atrás. Las olas llegaban limpias, sin viento. Las condiciones eran ideales.

Adur participó en la segunda manga. Los surfistas fueron llevados a la rompiente en moto acuática. Desde la costa a la ola había siete minutos en moto acuática, así que os podéis hacer una idea de dónde rompía. Los surfistas estaban en mitad del mar. Lo primero que le sorprendió a Adur fue el tamaño de las algas que flotaban en esa zona. “Eran como palmeras”, cuenta. “Las olas las zarandeaban de un lado a otro y te golpeaban en la tabla”, añade. Las olas entraban limpias en su manga. De seis metros. “Las algas, las olas, el paisaje…Yo miraba a un lado y a otro y alucinaba. Estaba compitiendo con Greg Long, Sterling… No me podía estar pasando a mí”, reflexiona Adur.

El caso es que en los 45 minutos que duró la manga Adur pudo surfear cuatro olas de seis metros que le situaron en la cuarta posición final entre los seis surfistas de su manga. Se quedó a un paso de acceder a semifinales. En total fueron cuatro mangas de seis participantes cada una. Dos jueces en el agua y otros tres desde una colina, provistos de prismáticos, se encargaron de puntuar. Adur lo consiguió. Fue capaz de surfear desde el pico. Pasar de estar en su casa de Zarautz un jueves y terminar surfeando el sábado en Oregón en una de las pruebas del circuito mundial de olas grandes. “Fue impresionante. La camadería dentro del agua fue de quitarse el sombrero y luego poder surfear esas bombas…”

¿Y los tiburones? En una playa cercana se habían dado tres ataques de tiburón blanco en el último año. “Como decían los surfistas locales: ‘¿¡Oh, los tiburones?!. Sí están ahí”, cuenta Adur. No hubo que lamentar ningún incidente. El momento más especial de estos días fue cuando Adur tocó tierra. “Respiré tranquilo. Descargue toda la adrenalina. Me sentí feliz por haberlo conseguido”, expresa.

Para él queda el haber sido el primer surfista vasco en participar en esta prueba del circuito mundial de olas grandes, que por el momento no tiene el respaldo económico de las grandes marcas y tampoco la repercusión del WCT pero va camino de ser portada en informativos de medio mundo por la belleza de sus imágenes, plasticididad y espectacularidad. Adur dice que están haciendo un “esfuerzo tremendo por sacarlo adelante”. Ah! y se me olvidaba: estos surfistas cogen las olas con la única ayuda de sus brazos, al estilo tradicional. Aquí no hay ayuda de las motos acuáticas. Están hechos de otra pasta. Adur ya es uno de ellos.

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