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Lorenzo Mejino

Series para gourmets

The Wire: la serie que más se acerca a la perfección

The Wire (Bajo Escucha, en castellano) es una serie mítica en el menú de cualquier gourmet. Lo digo porque no encontrará ninguna otra que se acerque tanto a la perfección. Lo digo porque no conocerá ninguna obra tan densa y que le exija tanta atención. Y lo digo porque su sello personal quedará grabado en su retina hasta el punto de que con el paso del tiempo se verá obligado a revisitarla para experimentar nuevas sensaciones. Esta joya de la HBO, convertida ya en un todo un mito entre sus seguidores, es la más lúcida y sincera radiografía sobre el mundo actual que el arriba firmante ha conocido. Con un desarrollo muy especial y unos personajes llenos de matices, la serie nos irá absorbiendo poco a poco. Y entonces, ya no podremos dejar de verla. ¿Es la mejor de la historia? No lo sé. Pero yo no he visto cosa igual.

Ficha: The Wire (2002-08), cinco temporadas para sesenta capítulos que rondan la hora de duración. Creada por David Simon y producida por la HBO, Canal + (TNT) la ha retransmitido en España.

Sinopsis: Retrato de la vida de la localidad norteamericana de Baltimore a través de cinco grandes escenarios: las calles, el puerto, la política, las escuelas y el periodismo. El espectador será testigo de las andanzas de un grupo variopinto de policías, narcotraficantes, estibadores, políticos, profesores, periodistas… que servirán para denunciar varios de los problemas del mundo occidental.

Primera temporada: La serie arranca con parsimonia para el vertiginoso ritmo al que está acostumbrado el espectador del siglo XXI. Por eso, siempre digo que es clave mantener la paciencia en los primeros capítulos. Puede que no se entere de todas las cosas o que espere más acción en la trama, pero The Wire tiene una manera de proceder muy particular y es la primera asignatura que hay que superar. Ojo, no estamos hablando de lentitud ni de hastío. Sólo que la combustión lenta es norma en esta casa.

La primera temporada marca las pautas de la serie y nos presenta a buena parte de sus personajes. En esta ocasión, seremos testigos de las investigaciones de un grupo de detectives que tratan de cercar las actividades delictivas de varios narcotraficantes de los barrios bajos de Baltimore. Consiguen seguirlos a través de escuchas teléfonicas (wire, en inglés), aunque enseguida nos daremos cuenta de que los policías cuentan con unos recursos que siempre son escasos para atajar a los delincuentes. Una contradicción dolorosa pero real. Y ésa es, desde mi punto de vista, una de las grandes virtudes de esta obra: es lo más veraz que he visto nunca. No se anda con rodeos, aunque su análisis sea crudo y deje en evidencia varias de las miserias del mundo que nos ha tocado vivir.

Ya en esta temporada comprobaremos que los personajes están muy bien trazados, con muchas aristas que los convierten en humanos, y también que no hay ni buenos ni malos. Existe gente honrada en las peores esquinas (nunca mejor dicho) y también malvados en los despachos. Es más, cabría decir que sólo alcanzan la cima (en los dos estratos) los que dejan de lado la honestidad. Y esta valentía en su discurso es admirable, porque pocas series se atreven a dejarlo tan claro.

Poco a poco iremos conociendo a los polícias y sus superiores y también al mundo del narcotráfico. Deberemos estar atentos a los guiones, punzantes, y también a los personajes, porque algunos no volverán a aparecer en bastante tiempo. Esta seña de identidad tan particular se mantiene a lo largo de la serie y pondrá a prueba nuestra memoria y concentración. The Wire es única en muchas cosas, pero sobre todo en su complejidad.

La historia que se cuenta es una auténtica tragedia que se cuece a fuego lento a lo largo de sus sesenta horas de metraje, pero David Simon y sus guionistas siempre encuentran un hueco para endulzar la trama con unas gotas de humor muy especial. Para que vean cómo se las gastan en The Wire, he aquí una escena mítica entre dos detectives que investigan un crimen con un diálogo que ya es parte de la historia de la ficción televisiva…:

Merece la pena ver la serie en versión original para captar los acentos en su máximo esplendor. En este sentido, llama poderosamente la atención el idioma de la calle con su especial entonación (hasta los muy duchos en inglés tendrán problemas para captarlo a la primera). Y no, no suena igual el inglés de los barrios bajos que el de los altos cargos del poder, de la misma manera que no visten del mismo modo o no se relacionan con la misma gente.

Personalmente, recuerdo con especial cariño las conversaciones filosóficas en torno a un tablero de ajedrez. Todo un compendio de reflexiones vitales en los que el personaje de D’angelo Barksdale (uno de los más redondos) nos ilumina con sus certeros pensamientos. Un ejemplo de lucidez y uno de los iconos visuales de la primera temporada (junto al mítico sofá). 

Segunda temporada: Cuando el espectador ya está absorto con la trama y el funcionamiento tan peculiar de la serie, la segunda temporada sorprende a propios y extraños porque se aleja del meollo para centrarse en el puerto de Baltimore. Es la historia más independiente respecto a la trama central, pero les confieso que también se sigue con mucho interés gracias a su excelente planteamiento, nudo y desenlace. En esta ocasión la trama se centra en el sindicato de estibadores que preside Frank Sobotka (en la imagen), que no vacila en abrazarse a las mafias locales para lograr intereses comunes. Un personaje memorable, columna vertebral de esta temporada y magníficamente interpretado por el actor Chris Bauer. Les dejará huella.

Decíamos que el espectador queda en estado de shock porque lo que viene de ver queda relegado a un segundo plano y, por lo tanto, parece que la serie comienza de nuevo con personajes nuevos y tramas nuevas. Es un contraste muy logrado y, como el espectador ya se ha hecho al ritmo de la serie, no le costará nada volver a engancharse. En esta ocasión, además, digamos que el género policíaco queda postergado (que no eliminado) para que se imponga un estilo más sosegado con final infeliz. Un final que hará replantearnos muchas cosas pensadas de antemano…

Entre tanto, la trama inicial seguirá su ritmo pero en un segundo plano y veremos la influencia del puerto y de sus integrantes en la vida de Baltimore. Hoy no hablaremos de los personajes porque el hilo se alargaría hasta el infinito, pero en lo que sí podemos tirarnos a la piscina es que son los mejor trazados de la historia de la televisión. Y algunos de la segunda temporada permanecerán en su memoria hasta siempre. Prometido.

Esta segunda temporada también atesora momentos mágicos en otros apartados. El guión, por ejemplo, es sublime. La resolución del caso principal, espléndida. Y afilen bien las grabadoras porque en el puerto y sus alrededores escucharán buena parte de las frases más redondas de la serie. Luego no digan que no les avisamos…

                                                                                                       

Tercera temporada: Llega el turno de conocer las altas esferas de la política, un universo que tampoco sale bien parado del análisis lacerante de Simon. Es quizá la temporada más farragosa en tanto en cuanto su trama así lo exige, pero el espectador harto del discurso políticamente correcto disfrutará de lo lindo porque lo que ve en la pantalla le resultará mucho más creíble de lo que le cuentan en la vida real…                    

Es la temporada de alcaldes, senadores, gobernadores, concejales y todo tipo de fauna política. Asistiremos a las elecciones por la alcaldía de Baltimore siendo testigos de primera mano de la preparación y ejecución de las campañas electorales. Cada candidato pondrá toda la carne en el asador para salir vencedor y ya se pueden imaginar que las argucias de última generación estarán a la orden del día. La historia la cuentan los vencedores y el poder lo tienen los ganadores.  

Simon no deja títere con cabeza y describe con una minuciosidad aplastante lo que se cuece en los despachos más influyentes de la ciudad. Unos despachos donde, en ocasiones, no se decide cómo resolver los problemas sino que incluso se perpetúan de manera consciente. Desolador. Los políticos y sus adláteres miran para otro lado (como hacemos los ciudadanos con otras muchas cosas, dicho sea de paso) y se apoyan en la corrupción para mantener su estatus y también, claro, para crecer. Con todo, es justo decir que algunos candidatos llegan pulcros y con la agenda cargada de buenas intenciones pero es la realidad, tozuda como pocas, lo que les hace cambiar de plan. El ingenuo siempre es moldeable.  

Tommy Carcetti (aquí arriba en la imagen), Clay Davis o Clarence Royce serán varios de los personajes más logrados de esta temporada. Una temporada que contiene los diálogos más densos de la serie y que pueden llegar a abrumar debido a la velocidad a la que hablan y a la complejidad de los mensajes.

Seguramente para aligerar esta carga, los responsables de la serie decidieron que la trama inicial volviera a coger peso y lo cierto es que las calles y sus gentes son nuevamente protagonistas. La acción gana peso para reforzar el entretenimiento y la trama se estira hasta alcanzar el clímax, verdaderamente apoteósico.   

Varios de los personajes más recordados como Omar Little, Bubbles o Stringer Bell lucen sus mejores galas durante esta temporada. Nuestro arco panorámico se irá ampliando en el cuerpo de la policía y, gracias a ello, descubriremos a un personaje cargado de carisma como el sargento Colvin. Un hombre íntegro, uno de los pocos que se sustenta en la bondad y que se atreve a desarrollar su propia estrategia para atajar los delitos en la ciudad. Pero ya que estamos en la temporada de la política, permítanme que vuelva a cerrar el párrafo con una nota cómica. Aquí tienen al senador Davis y su grito característico…:

 

Cuarta temporada: Desde mi punto de vista, la más dura. La más ingrata. De una digestión áspera. Como diría un buen amigo, para estómagos de hormigón. Las escuelas de Baltimore son el escenario donde fundamentalmente se desarrolla la cuarta temporada, trece capítulos que pondrán a prueba nuestra fortaleza emocional con la historia de cuatro jóvenes de los suburbios que se abrirán paso en la jungla con resultados diferentes.

Los personajes de Namond, Randy, Dukie y Michael (fantásticos los cuatro) ponen los pelos de punta mientras la historia es desgarradora a más no poder. Tiene tintes melodramáticos pero nunca descarrila; sabe caminar sobre el alambre. El sistema educativo también recibe un severo varapalo, no tanto por la implicación del profesorado o la voluntad de los alumnos, sino por la obsesión de los dirigentes en cumplir con ciertos números que funcionan como un dogma.

Puede sonar a exageración, pero estos cuatro jóvenes sustentan el peso de la historia y de la serie en la cuarta temporada. Su interpretación roza la perfección y la historia es sumamente emotiva. Personalmente, he de confesar que quizá el momento más duro de toda la serie fue ver el desenlace que le espera a uno de ellos, poco menos que el infierno y la muerte. El entorno en el que han crecido les ha marcado para siempre y en el colegio afrontan uno de los momentos decisivos de su vida. Ése en el que pueden esforzarse con los libros para ser alguien (huir de Baltimore) o labrarse una reputación en la calle con todos los riesgos que ello conlleva.   

Y The Wire vuelve a sorprender. Y emociona. El destino al que deberán enfrentarse los cuatro chavales sobrecoge. Algunos tendrán más suerte que otros, sobre todo si alguien ha descubierto alguna cualidad escondida. Porque en esa parte de Baltimore, créanme, si nadie se fija en ti para progresar estás sentenciado. Qué duro es que te cuenten eso. Pero la serie siempre deja algún resquicio para la esperanza y un programa piloto podría suponer la vía de escape para algún protagonista.

La serie se guarda un as en la manga y lo saca a relucir en esta temporada. Uno de los personajes rebotados de la primera, que simplemente no vale para ser policía, encaja a la perfección en la escuela y sirve como brillante metáfora para demostrar que todo el mundo merece segundas oportunidades. Este profesor da en el clavo, pese a ser un recién llegado, y nos deja bien claro que el colegio forma al alumno para que aprenda conceptos de memoria y pase el corte (aprobar) con el único objetivo de recibir la subvención. La clave para subsistir. Pero este personaje tratará de cambiar el modus operandi (aprender en vez de memorizar) y, por momentos, lo consigue como cuando suelta una de las frases más redondas de la temporada: “Les estoy engañando. No saben que están aprendiendo”. Soberbio.      

Quinta temporada: La que menos me impactó (y eso que el contenido tampoco es para nada optimista) debido a que es el mundo que mejor conozco. Todas las historias se cerrarán en esta temporada y, además, a modo de propina conoceremos las entrañas de la prensa a través de uno de los periódicos de la ciudad: The Baltimore Sun. El modo en el que dos de los oficios de la serie se unen para crear la trama principal de la temporada les dejará noqueados y les hará exclamar: “Cómo está el mundo…”.

Se nota que David Simon conoce el oficio desde dentro (trabajó durante trece años en un periódico), porque el discurso que modula es crudo pero veraz, incómodo pero real, mucho más certero y creíble que la fantasía de ‘The Newsroom’, los periodistas de Disney Channel de la nueva obra de Aaron Sorkin. Simon no hace una película de corte Hollywood y vuelve a colocar a los nuevos personajes entre la espada y la pared, sabedores de que su única salida para sobrevivir no será precisamente aplicar los valores que aprendieron en la facultad…

La trama funciona una vez más mediante un in crescendo que explotará en el capítulo final. Una hora y media para explicar el destino que les espera a los personajes. Algunos ascenderán, otros encontrarán la redención y otros llegarán a un callejón sin salida. Como la vida misma. Cuando terminen de verla sentirán un enorme vacío porque serán absolutamente conscientes de que habrán sido testigos de la obra televisiva más profunda jamás creada. Y eso tiene un peligro: a partir de ahora pueden mirar por encima del hombro a las demás series.

Anécdotas: Hay un sinfín. Hemos elegido un ramillete variado y curioso:

– La sintonía inicial de la serie es una versión diferente de la misma canción para las cinco temporadas: ‘Way Down in the Hole’, escrita por Tom Waits.

– Era la serie favorita de Obama (y Omar, su personaje preferido).

– No se llevó ningún Emmy y sólo estuvo dos veces nominada al mejor guión. Algo parecido le pasó a Alfred Hitchcock…

– Para ver a Omar tenemos que esperar hasta el tercer capítulo en cada temporada salvo en la tercera, donde aparece en el segundo episodio.

– El silbido que anuncia la llegada de Omar es, en realidad, una canción infantil titulada ‘The farmer in the dell’:

 

– Varios de los actores eran absolutamente amateurs como Snoop o los cuatro jóvenes de la cuarta temporada.

– Clark Johnson, el periodista de raza de la quinta temporada, dirigió el primer y último capítulo de The Wire (al igual que en The Shield).

– Tiramos la casa por la ventana y les regalamos los quince mejores momentos de la serie. Disfrútenlos: http://www.ew.com/ew/gallery/0,,20183040,00.html.

PD: Un consejo. Si quieren conocer más entresijos de la serie, de sus creadores o personajes, les recomiendo encarecidamente que contacten con Carlos Ruiz (@carloss1967), seguramente el guipuzcoano más instruido en The Wire. No les defraudará.

PD2: Como hay tantos personajes y tan redondos, sepan que en los próximos hilos iremos desgranando varios de ellos.

Y en lo que respecta a nosotros, esperamos que hayan disfrutado con esta entrada como mínimo la mitad de lo que lo hicimos nosotros con esta pedazo obra. Para cualquier comentario, nos tienen a su disposición aquí o en Twitter: @lmejino y @jefoce. Un placer.

Lorenzo Mejino/Mikel Madinabeitia

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Sobre el autor

Series para gourmets nace con la pretensión de ayudar a personalizar su menú televisivo con el panorama mundial de series. Cada lunes hablaremos de series remotas ni estadounidenses ni británicas, no estrenadas en nuestro país. Cada miércoles de series actuales estrenadas aquí y los viernes recordamos series del pasado de la televisión

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