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Lorenzo Mejino

Series para gourmets

Friday Night Lights: un bombón para degustar

Si tuviera que recomendar una serie entrañable, elegiría Friday Night Lights. Si tuviera que recomendar una serie familiar, elegiría Friday Night Lights. Si tuviera que recomendar una serie deportiva, elegiría Friday Night Lights. Este caramelo de la NBC y DirectTV, un auténtico bombón para degustar, cuenta con todos los ingredientes para satisfacer al público gracias a una dosis medida de ternura, comedia y drama en el que el espectador será testigo en primera persona de las vicisitudes de un equipo de fútbol americano de Texas. No importa que no seamos aficionados a este deporte, porque les garantizo que se involucrarán de tal manera en la vida de las gentes de Dillon que sufrirán con ellos. Reirán con ellos. Soñarán con ellos. Y al final, como consecuencia de todo ello, se convertirán en un seguidor más de los Panthers. Siempre nos quedará Dillon.

Ficha: Friday Night Lights (2006-11), cinco temporadas con un total de 76 episodios que rondan los cuarenta minutos de duración. Producida por la NBC y Direct TV, Canal + la ha retransmitido en España (TNT). Serie basada en la película homónima de 2004 de Peter Berg y el libro de H.G. Bissinger.

Sinopsis: Crónica de la vida de un ficticio pueblo de Texas llamado Dillon, en el que sus habitantes viven prácticamente para su equipo de fútbol americano, los Panthers, que juegan su partido el viernes por la noche, momento en el que la localidad se transforma. Seguiremos la evolución del equipo, de su entrenador y de sus jugadores, y también del resto de vecinos de Dillon.

El libro y la película: El periodista norteamericano Harry Gerard Bissinger, ganador en 1987 del premio Pulitzer en periodismo de investigación, escribió en 1990 un libro de ficción titulado ‘Friday Night Lights: A Town, a Team and a Dream’ (‘Luces de viernes noche: una ciudad, un equipo y un sueño) que rápidamente se convirtió en un éxito de ventas. En él se narra la historia del equipo de fútbol americano de Permian High School (Odessa, Texas) del año 1988 mientras buscan el campeonato estatal. El propio Bissinger se documentó durante un año en Odessa, experiencia que le sirvió para comprender cómo una localidad pequeña y deprimida se transformaba los viernes por la noche para seguir a su equipo de fútbol. La célebre revista ‘Sports Illustrated’ la definió como la mejor historia de fútbol americano de todos los tiempos y la cuarta mejor en temática deportiva.

El escritor, productor y director neoyorquino Peter Berg fue uno de los muchos que se dejó seducir por la novela y en 2004 la llevó a la gran pantalla. La película fue protagonizada por Billy Bob Thornton, que hacía el papel del entrenador Gary Gaines, y tuvo una buena acogida entre los críticos. Por ponerles un dato, Metacritic, página referente en estos casos y fuente habitual de los eruditos, la calificó con un 70/100 tras cotejar más de treinta reportajes. Y como curiosidad, así como a la gente de Odessa no le gustó el libro por el duro análisis que se hacía (racismo, crítica al sistema educativo… ), quedó encantada con el filme de Berg. Aquí les dejo el traíler de la película (en inglés): 

  

La película funcionó tan bien que sus responsables decidieron que la trama podía dar para realizar una serie. Dicho y hecho. Peter Berg, el guionista Jason Katims y los productores Brian Grazer y David Nevins unieron su talento, convencieron a la NBC y en octubre de 2006 la criatura salió a la luz. Aquí tienen a parte del reparto de la serie junto a Peter Berg (debajo a la derecha).

Primera temporada: La serie arranca con un episodio piloto formidable, sorprendente por su realismo, característica fundamental a lo largo de la obra. El brutal accidente que sufre uno de los integrantes del equipo, una escena maravillosamente rodada, nos sacudirá el alma y el corazón pero dejará plantada la semilla para que siempre permanezcamos fieles a Dillon. Otra de las señas de identidad de la serie reside en los planos cortos, extremadamente cortos para ensalzar los gestos humanos, y la cámara al hombro.

Poco a poco nos iremos sumergiendo en ese microcosmos tan especial que forman Dillon y los Panthers. Un equipo de fútbol que transforma al pueblo los viernes por la noche, donde la gente olvida por un momento sus pequeñas miserias y se vuelca en apoyar a los suyos, vengan de donde vengan, sean quienes sean y jueguen en la posición que jueguen. El público asimilará con rapidez que el fútbol americano, el deporte, es en realidad el McGuffin de la obra, cuya importancia reside más en acompañar a los personajes en el transcurso de la vida. Eso es Friday Night Lights, una serie humana, tremendamente humana. Con sus sueños e ilusiones, sus alegrías y tragedias, sus esperanzas y frustraciones. Como la vida misma.  

Al mismo tiempo que vamos conociendo a los personajes, claro está, el equipo de fútbol progresa, va superando etapas e irá avanzando escalones en el campeonato estatal, algo así como el pasaporte para la gloria en este deporte. Las escenas de los partidos son realistas, son impecables en cuestiones técnicas y están perfectamente integradas en la acción y en la trama. Ya le digo que al espectador no se le hacen largos los encuentros e incluso vibra con sus desenlaces y los discursos del entrenador Taylor.   

Segunda temporada: El gran bache se produjo esta temporada y a punto estuvo de suponer la tumba de la serie. La huelga de guionistas de Hollywood, que tuvo una duración de cuatro meses (noviembre 2007-febrero 2008) en la que participaron 12.000 escritores, mermó en exceso la calidad de las tramas de Friday Night Lights, que se convirtió en poco menos que un folletín enfocado a satisfacer los gustos del adolescente medio, casi siempre inmaduros. 

Lo cierto es que la NBC no había tenido buenas audiencias a lo largo de la primera temporada pero las críticas, en cambio, fueron positivas y sostuvieron en parte el tinglado. Un episodio desagradable que une a las dos personas que ilustran la imagen inferior se convierte en el leitmotiv de la temporada. Una temporada floja, a ratos caricaturesca, que pincha el globo del brillante arranque de la serie y puede desanimar a más de uno. Error. La historia sólo juzga a los valientes, ya saben que no hay gloria sin sufrimiento, de manera que deberán aguantar el dolor de ver caer a una serie en picado y prepararse para las emociones de la siguiente temporada.

Tercera temporada: El fantasma de la cancelación revoloteó sobre Friday Night Lights pero finalmente se salvó gracias a un acuerdo alcanzado con DirectTV, un canal de cable que se hizo con los derechos de la serie (hecho insólito) . Y con ella remonta el vuelo, vuelve al nivel de la primera y se centra en acompañar a los personajes en los diferentes peajes de la vida: el salto a la universidad, el vértigo al futuro, el ir para ¿no volver? Aquí les dejo la promo de la tercera temporada: http://www.youtube.com/watch?v=jhH8-ytao0Y&playnext=1&list=PL89E5A8D25B2567AA&feature=results_video

La familia McCoy aterriza en Dillon y se erige en un quebradero de cabeza para el entrenador Eric Taylor debido, fundamentalmente, a las exigencias de su padre, cuya manera de proceder choca frontalmente con la del técnico de los Panthers. La serie plantea en esta temporada un dilema entre los métodos de uno y otro: la combustión lenta pero segura de Taylor frente a la ambición de McCoy. El joven de esta saga, como es habitual, se verá arrastrado por la marea de su padre, exigente, autoritario y con un ego a la altura del de Mourinho.

Y aunque no les desvelaré el final (faltaría más), permítanme que les confiese que los últimos dos capítulos de esta temporada me parecieron una auténtica joya. Emocionantes hasta decir basta y realistas para no parar de aplaudir en mucho tiempo. Capítulos que se asemejan al mejor cine, intensos y solemnes, y rodados con maestría. A medida que veía la serie iba tomando notas para que posteriormente no se me olvidara ningún detalle con ustedes y, personalmente, recuerdo esta etapa con mucho cariño. Como guinda, qué mejor final que este plano maravilloso del matrimonio protagonista con la luz crepuscular. Soberbio.

Cuarta temporada: Los guionistas estuvieron lúcidos para dar una vuelta de tuerca a la trama y darle un impulso hasta el clímax final. El entrenador es despedido por la junta directiva y entonces se le presenta la oportunidad de entrenar al equipo del este de la ciudad (East Dillon Lions), un equipo sin campo de juego ni jugadores con experiencia que deberá partir desde cero para volver a alcanzar la cima. Una misión perfecta para el bueno de Eric. Bajo esta premisa y con un nuevo reparto (los tienen debajo en la imagen), Friday Night Lights se apunta un tanto con una preciosa historia de superación personal y deportiva que pone los pelos de punta. Porque vivir es caerse, tropezarse, volver a caerse pero siempre levantándote después con la esperanza de salir adelante.    

Los nuevos personajes rejuvenecen la serie, le dan un aire fresco y juvenil y permiten un reciclaje que se agradece. Vince, Luke, Becky y Jess son la savia nueva en esta temporada, una temporada si me apuran más nostálgica que las anteriores en las que los personajes deberán afrontar obstáculos colosales.  

Quinta temporada: La guinda mantiene el nivel y se despide por todo lo alto con un final emotivo. Antes, veremos la evolución de las tramas de la temporada anterior, algunos personajes que se fueron volverán para cerrar las heridas aún abiertas y, en general, asistiremos a los últimos coletazos de una comunidad entrañable. Un nuevo campeonato, el último, servirá como excusa para acompañar a los Lions en sus diferentes batallas.

Ésta fue la promo de la última temporada:

 

Esta última temporada contiene un par de capítulos emocionantes a medida que se va vislumbrando el futuro de la familia Taylor, que dejará huella en Dillon. No sólo en el palmarés de su equipo sino, sobre todo, en la personalidad de sus habitantes. En este sentido, hay una escena conmovedora en el balcón de un hotel con varios de los jugadores de los Lions hablando de sueños y recuerdos. Unos jugadores moldeados por el entrenador que, sin quererlo, escucha la conversación desde la habitación contigua. Puro Friday Night Lights. Qué gran momento. 

El final es razonable, sentido y lógico. El deportivo está rodado, una vez más, con mucho sentimiento y el humano es una maravilla. La vida sigue, podríamos decir, mientras nos levantamos del sofá para aplaudir. Grande Friday Night Lights. Enorme. 

Personajes: Como serie coral que es, Friday Night Lights cuenta con una cantidad importante de personajes, todos muy bien trazados, y además se permite el lujo de agradar visualmente tanto a chicos como a chicas. Es importante destacar que, a excepción de la pareja protagonista, el resto de intérpretes era bastante desconocido y la verdad es que sorprenden porque su nivel es medio-alto. Además, el realismo con el que se graban las escenas (diálogos improvisados, actores que se cortan mientras hablan…) permite un ritmo muy fluido que se convierte en uno de los grandes activos de la serie.

La pareja protagonista lleva las riendas de la serie. Kyle Chandler y Connie Britton son Eric y Tami Taylor, columna vertebral de la serie. Son algo así como los ángeles de la guarda de Dillon: el entrenador del deporte favorito del pueblo y la orientadora del instituto (a la postre directora). Gente con un don para comunicar valores y que merece la pena ser escuchada. 

Eric Taylor es el entrenador perfecto. El moldeador de hombres, como un día le dice su mujer en una preciosa confesión. Y es una verdad como un templo, porque Eric les acompaña en esa fase vital para ser su padre deportivo y convertirlos en hombres. Sus míticas frases para animar a los suyos (“con determinación, no perderemos”, “clear eyes, full hearts, can’t lose”) funcionan, desprenden energía y emoción y revolucionan a sus jugadores para creer ciegamente en él. Cómo me gustaría que Phillipe Montanier transmitiera esas sensaciones en Zubieta. Cómo me gustaría que las charlas de Montanier se parecieran a las de Eric Taylor. Cómo me gustaría que Montanier tuviera el liderazgo de Taylor. Cómo me gustaría que…

En lo que respecta al nivel interpretativo, hay que resaltar su gran papel. Kyle Chandler lo borda. Muestra un papel más recto y autoritario con el chándal del equipo, mientras que en el hogar familiar se viste con un traje más conciliador. Y en los dos escenarios actúa con unos recursos solventes. Tras varias nominaciones y felicitaciones le llegó el gran premio y en este vídeo le tienen recibiendo en 2011 el Emmy al mejor actor en una serie dramática:

 

Connie Britton, por su parte, también se luce en el papel de madre consejera y es el contrapunto perfecto de Eric, con quien mantiene una química excelente. Entiendo su interpretación tan meritoria como la de Kyle (de hecho, estuvo nominada a los Emmy) y es para mí, desde esta serie, una actriz a seguir. Actualmente la pueden ver en Nashville, donde interpreta a la leyenda (de ficción) de la música country Rayna James.   

Mientras, Aimee Teegarden y Zach Guilford son Julie Taylor y Matt Saracen respectivamente, que representan la historia de amor por antonomasia. El personaje de Matt es tremenbundo porque su vida es tremebunda, mientras que Julie me fue encandilando poco a poco en su evolución de adolescente a mujer y contiene varias reflexiones muy interesantes que más tarde se las citaré.

Pero vayamos antes con Matt, un joven apocado con una vida familiar complicada sin referente paterno ni materno, que deberá apañárselas solo. De la noche a la mañana se convierte en un quarterback y ello le lleva a abandonar la comodidad del anonimato para enfrentarse a la popularidad. En ese viaje le acompaña Julie, la hija de los Taylor, una persona con dudas vitales que no sabe si seguir en Dillon o volar sola.

Ella atesora un momento íntimo revelador en el despacho de una universidad de Boston, cuando reconoce que de joven estaba deseando marcharse de Dillon pero que luego, al estar moldeada allí, cuenta que tiene dudas. Esa declaración habla a las claras del sentimiento de pertenencia a una comunidad que tan bien describe Friday Night Lights. Gente que, en un momento dado, puede ver su hogar natal como una cárcel y que necesita oxígeno (ver mundo) pero al que, con el tiempo, siempre regresa. El amor a las raíces, siempre universal. O como cuando asegura que no le gusta el fútbol americano pero luego se sabe partidos del pasado de memoria… 

El personaje de Tim Riggins come aparte porque es uno de los más interesantes y uno de los que más y mejor evoluciona. Al principio creeremos que estamos ante el clásico estereotipo de tipo duro, ligón y vividor. Que lo es. Pero hagan ustedes mismos un ejercicio de memoria y comparen al Riggins de los primeros capítulos con los últimos. Verán que el hombre, por fin, ha comprendido la consecuencia de sus actos. Verán que ha madurado. Y, seguramente, será uno de sus personajes favoritos.

 

Además, y en lo que respecta al plano deportivo, también me gustaron sus pinceladas en forma de reflexiones. Habla de ganar y dejar el fútbol en la cima, de saber retirarse a tiempo para que tú puedas dejar al fútbol y no el fútbol a ti. El deporte tiene ese aspecto agridulce porque cuando juegas eres un ídolo para mucha gente y luego, en cambio, eres ignorado. Eres uno más. Ya casi nadie se acuerda de ti y Friday Night Lights representa muy bien esa sensación. Tim Riggins, hombre clave de Dillon. Hombre clave de los Panthers. Como él mismo dice, Texas forever, Tim, Texas para siempre.

Minka Kelly y Adrianne Palicki también son personajes interesantes. Lyla Garrity es la animadora número uno de los Panthers, que tiene una relación con el quarterback titular del equipo. Es hija de Buddy Garrity, un hombre importante en Dillon, y digamos que tiene tiranteces con Tyra Colette (Adrianne Palicki), una mujer independiente que también atravesará una profunda evolución hasta que finalmente, y tras mil y una aventuras, es consciente de que sus cualidades le pueden llevar a ser alguien en la vida.

 

También tenemos a Jason Street (Scott Parker), uno de los personajes con mayor carga dramática de la serie; Smash (Gaius Charles), una de las figuras del equipo, ambicioso y un tanto engreído; Landry Clarke (Jesse Plemons), el mejor amigo de Matt Saracen y uno de los personajes que más peso adquiere en la trama a medida que avanza la serie… La lista es interminable porque, como ya les hemos dicho, parte del reparto se renueva en la cuarta temporada con la irrupción de Vince, Jess, Becky o Luke.

Música: Ya voy terminando el artículo y veo cómo por detrás me persigue la sombra de la nostalgia, pero no me gustaría finalizar sin hablarles de la preciosa sintonía compuesta por William Garrett Walden, más conocido como W.G. Snuffy Walden. Suban el volumen de sus altavoces sin miedo y, simplemente, disfruten.

Y como hoy tiramos la casa por la ventana gocen con este vídeo, que resume la serie en cinco minutos. Una maravilla:

 

La polémica: Mitt Romney, el candidato republicano a presidente de los Estados Unidos, se ha visto envuelto en una curiosa polémica durante la campaña electoral que se está celebrando en las últimas semanas. Peter Berg, creador de la serie y confeso demócrata, le ha acusado de plagiar una frase de la serie para utilizarla como un eslogan de su campaña. En la foto de abajo tienen a Romney con una de las míticas señas de identidad de Friday Night Lights: clear eyes, full eyes, can’t lose.

Friday Night Lights, una joya de serie como en su día la calificó Sergi Pàmies. Si superan el bajón de la segunda temporada, se encontrarán con una obra que perdurará en su memoria. El fútbol americano, hágannos caso, nunca les gustará tanto.

Si quieren comentar alguna cosa, sepan que estamos disponibles aquí o también en Twitter: (@lmejino) y (@jefoce). Un placer.

Lorenzo Mejino/Mikel Madinabeitia

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