INTRODUCCIÓN
Hoy vamos a tener una firma invitada en el blog ya que con motivo de la publicación del segundo cómic del universo transmedia del Ministerio del Tiempo, me ha parecido oportuno invitar al buen amigo y experto en el campo del cómic histórico David Fernández de Arriba (@historiaycomic) para que diera su opinión mucho más experta sobre los dos volúmenes publicados hasta ahora.
David Fernández de Arriba es uno de los principales críticos españoles en el terreno de los cómics y la historia, creador y autor del blog de referencia en este campo ‘Historia y cómic’ y coordinador del libro publicado este año ‘Memoria i vinyetes’, una propuesta didáctica para enseñar la memoria histórica en las aulas a través de los cómics, por lo que me ha parecido interesante invitarle a escribir sus impresiones sobre ambos volúmenes con una perspectiva diferente y más experta a la del crítico televisivo.
LOS CÓMICS DEL MINISTERIO DEL TIEMPO. UNA APUESTA DIFERENTE
El Ministerio del Tiempo es una de las series televisivas españolas con más repercusión social de los últimos años. Su premisa, un Ministerio secreto encargado de velar por la Historia; sus carismáticos personajes; sus tramas llenas de acción y, especialmente, su voluntad de hacernos reflexionar sobre nuestra historia, la han convertido en una serie de culto. Javier y Pablo Olivares fueron conscientes, prácticamente desde el inicio de la serie, de que el universo de El Ministerio del Tiempo podía ir más allá de las estrechas fronteras de la ficción televisiva. El cómic, gracias a sus múltiples virtudes como medio artístico, era el candidato idóneo para hacerlo crecer.
Uno de los aspectos más interesantes de los cómics de El Ministerio del Tiempo es que no son meras adaptaciones. Los creadores de la serie no han optado por la solución fácil, tan vista en estos tiempos del marketing y el merchandising, de hacer una obra en otro medio que explique lo mismo que el medio original. Cambiar de formato para explicar lo mismo no tiene sentido. Nuevas historias, tramas que no han tenido cabida en la serie, nuevos personajes históricos y una narrativa diferente es lo que nos ofrecen estas obras.
Hasta el momento la editorial Aleta, junto con Evolution Cómics – subsello de Panini –, ha publicado dos volúmenes. El primero de ellos, de abril de 2017 se titula Tiempo al tiempo y cuenta con guión de El Torres y Desiree Bressend, dibujo de Jaime Martínez y color de Sandra Molina. El argumento está bien construido y se nota la solvencia del dúo de guionistas. Como primera incursión en el cómic, fue un acierto crear una historia autoconclusiva que funcionara de forma independiente a la trama de la serie.
La acción se inicia con un ataque a Salvador Martí en su despacho y acto seguido el relato nos traslada a los inicios del subsecretario en el Ministerio, en los días en que Adolfo Suárez era presidente del Gobierno. Los atacantes se escapan a través de las puertas del tiempo al pasado: uno de ellos a 1865, a un Madrid muy convulso, con protestas estudiantiles y una gran represión por parte del gobierno Narváez; mientras que es un misterio dónde se dirige el líder del intento de asesinato.
La patrulla liderada por Amalia deberá encontrar a ambos asaltantes con la ayuda de otra patrulla muy especial, formada por un general romano, un sabio árabe del siglo XI y una pandillera del Carabanchel de los 80. Las diferencias entre las dos patrullas permiten introducir los habituales toques humorísticos de la serie que tan bien funcionan también en las viñetas.
La aparente sencillez del argumento, una persecución de unos criminales a través del tiempo, muy vista ya en televisión, va aquí un paso más allá. El juego pasado-presente-futuro y los efectos de las acciones pasadas en el devenir histórico son el eje fundamental de la historia. ¿Cómo cambiará el presente si modificamos el pasado? ¿Y el futuro? La acción avanza con un ritmo frenético y el gran mérito del guión es la forma en que las piezas van encajando.
Como lectores, vamos descubriendo los misterios que esconde la trama al ritmo que nos marcan Amelia, Julián y Diego. Al mismo tiempo, los recuerdos de Salvador se entremezclan con la línea argumental principal, dotando de riqueza al relato. Una lectura muy entretenida que hará las delicias de cualquier fan de la serie.
El segundo cómic, titulado Mi tiempo se agota, de reciente publicación, cuenta esta vez con guión del propio Javier Olivares junto con Pablo Lara, productor transmedia de la serie. Repite Jaime Martínez como dibujante y en esta ocasión el color es de Santiago Ramos. Mientras que el primer tomo relataba un episodio coral, en éste la acción se centra en la figura de Lola Mendieta, uno de los personajes secundarios con más trascendencia en la serie.
En esta ocasión la trama tiene una relación más directa con los acontecimientos de la serie, ya que al inicio vemos a Lola Mendieta en el hospital, aquejada de una grave enfermedad que los teleespectadores ya conocemos. Ante la cercanía de su muerte recuerda algunos de los episodios más memorables de su paso por el Ministerio. La estructura narrativa es sencilla, con dos flashbacks que monopolizan la práctica totalidad de la obra.
Lo más interesante de este segundo cómic es la presencia de dos figuras históricas de gran importancia que hasta el momento no han aparecido en televisión: el almirante del siglo XVIII Blas de Lezo y el científico de la primera mitad del siglo XX Emilio Herrera. Ambos personajes tienen dos elementos en común, una gran relevancia histórica y un escaso reconocimiento.
En el caso de Blas de Lezo, el cómic permite reconstruir escenarios históricos imposibles de reproducir en la producción televisiva debido a su elevadísimo coste. La guerra entre la armada inglesa y la española, llena de momentos trágicos y heroicos es el contexto en que interviene Lola Mendieta. La batalla naval de Cartagena de Indias, la valentía y la habilidad de Blas de Lezo y la injusticia histórica que se cometió con su figura están muy bien representadas. Los habituales juegos con el tiempo y la presencia de Lola Mendieta en plena acción consiguen recrear perfectamente las sensaciones que nos transmite la serie, haciéndonos partícipes de los hechos.
Emilio Herrera es uno esos personajes que si hubiera nacido en otro país tendría decenas de películas y libros loando su figura y sería considerado un héroe nacional. Javier Olivares y Pablo Lara han rendido su particular homenaje situando al científico, uno de los padres de la aeronáutica, en una subtrama en la que los villanos de Arrow tratan de modificar la Historia para su propio beneficio. Lola Mendieta tratará de proteger el legado del científico granadino y para ello deberá utilizar todos sus recursos. Ambos episodios convergen para presentarnos el pasado de Mendieta junto a sus reflexiones sobre su papel en la importante labor del Ministerio
A nivel gráfico, ambos cómics se valen de los mismos recursos: dibujo realista y composiciones de página bastante convencionales, que ayudan al correcto transcurrir de la narración. Tanto los escenarios como los personajes son fácilmente reconocibles y cualquiera que haya visto la serie se sentirá como en casa. Son destacables las ocasionales dobles páginas que permiten a dibujante y colorista dar lo mejor de sí mismos y crear secuencias dramáticas de gran belleza.
El uso del color es interesante y es evidente una cierta evolución entre ambos volúmenes. En el primer cómic destaca el uso de una paleta de colores pastel, con especial presencia de tonos ocres. El efecto que consigue Sandra Molina es bastante efectivo y permite construir atmósferas con acierto. En cambio, Santiago Ramos utiliza colores más planos que evidencian la influencia del tradicional álbum francobelga. Ambas soluciones son válidas y muestran la riqueza y la importancia narrativa del color en el cómic.
Desde su creación, El Ministerio del Tiempo ha sido mucho más que una serie de televisión. Su concepción como un producto transmedia debería ser tomado como ejemplo por otras producciones que no aprovechan la oportunidad de llegar a más gente y de dejar una impronta más profunda y duradera. El cómic, gracias a su naturaleza híbrida y a sus virtudes gráficas y narrativas, es una forma inmejorable de construir historias. Estos dos primeros volúmenes, que espero que sean tan solo el preludio de muchos más, demuestran que si se hace con mimo, cuidando el producto y respetando a los lectores una buena historia es efectiva en cualquier medio artístico.
David Fernández de Arriba (@historiaycomic)