Son cosas del cine. Hay ocasiones en las que parece que un extraño alineamiento de los astros provoca que simultáneamente surjan dos proyectos que pretenden contar hechos muy parecidos.
Hace casi 20 años, les tocó a la marquesa de Merteuil, al vizconde de Valmont y a Madame de Tourvel hacer doblete en “Las amistades peligrosas” y “Valmont”. Pocos años más tarde y con poco más de un mes de diferencia, nos encontramos con dos Robin Hoods en las pantallas, el de Kevin Costner y el otro, para celebrar el V Centenario del descubrimiento de America, Gérard Depardieu y Georges Corraface se disfrazaron de Colón, a los que siguieron sendos duelos en OK Corral en “Tombstone” y “Wyatt Earp” y otros tantos meteoritos en “Deep Impact” y “Armageddon”. Y el último caso que recuerdo, “Descubriendo nunca jamás” tuvo que atrasar su estreno un año, para dejar espacio al “Peter Pan: la gran aventura” de P.J. Hogan. Para no quedarse atrás hasta el cine español tuvo su parte de “repetimos”: “La vida nadie” está inspirada en los mismos hechos reales que ya dieron lugar a las galas “El empleo del tiempo” y “El adversario”.
Esta vez le toca al turno a Truman Capote. Más concretamente al Capote de la época en la que escribió “A sangre fría”. Porque tanto “Truman Capote” el año pasado, como “Historia de un crimen” éste, cuentan los mismos hechos. Y sin embargo, son dos películas muy distintas. A pesar de que tanto los personajes, como las situaciones coinciden se podría decir que una complementa a la otra. Con todas las horas de mala televisión que provocan ciertas chabacanerías de por ahí, ¿quién puede protestar porque el doloroso proceso de escritura de una obra del calibre de “A sangre fría” a cargo de un personaje como Truman Capote haya inspirado un par de pelis?
“Truman Capote” gustó a gran parte de la crítica, tuvo un moderado éxito de público y estuvo nominada para 5 Oscars (incluido el de mejor película) y Philip Seymour Hofmann lo ganó por su interpretación. Seguramente este éxito fue un obstáculo que impidió que Toby Jones quien lo interpreta en “Historia de un crimen” fuera incluso nominado. Y a uno le da la impresión de que a los responsables de ésta en España, les ha dado incluso por intentar disimular la relación de su película con el escritor con un título con tan poca sustancia como “Historia de un crimen”.
En un caso como éste las comparaciones son tan odiosas, como inevitables. A mí ambas me gustan, pero me quedo con “Capote”. “Historia de un crimen” es formalmente más sencilla, más fácil, menos ambiciosa, más obvia, más cotilla. Seguramente también más entretenida. Cuenta la historia de forma directa, clara y bien mascada para que el espectador no tenga casi ni que atar cabos.
“Capote” es más cerebral, más sutil, más sugerente, invita al espectador a reflexionar sobre lo que se le va mostrando. Deja más poso. Cuenta menos, pero dice más.
Un hecho que representa para mí la diferencia entre ambas: mientras que en “Historia de un crimen” el papel de Harper Lee lo interpreta una estrella como Sandra Bullock, en “Capote” lo hace un pedazo de actriz como Catherine Keener capaz de transmitir con una mirada más que la Bullock en toda su carrera.
Y ya puestos me atrevo a hacer una propuesta múltiple para este verano: primero dos obras maestras, lectura de “A sangre fría” y visionado de la peli de Richard Brooks de 1967. Segundo, visionado de “Capote” e “Historia de un crimen” para ver cómo el mismo hecho puede dar lugar a dos películas tan distintas. Y de postre otras dos grandes obras, lectura de “Matar a un ruiseñor” y visionado de la peli de Robert Mulligan.
¡A disfrutar!