Hasta hace unos días, servidor cuando se disponía a tomar un vuelo asumía que quizá pudiera no llegar a tiempo al aeropuerto por el estado de saturación de la A8, o que no pudiera subir al avión por culpa del “overbooking”, o que tuviera que abandonar medio neceser en el control de embarque por transportar sustancias tan prohibidas como la pasta dentífrica, o que el vuelo se retrasara varias horas por cualquier razón indefinida, o que en el caso extremo se cancelara también por otra razón indefinida ofreciendo la compañía un viaje en autobús en su lugar, o que perdiera el enlace previsto obligándome a buscarme la vida, o que la maleta llegara tarde o rota, o que no llegara, o que al señor de la aduana del destino le cayera mal a pesar de “acabarnos de conocer” y le diera por volverme loco antes de entrar a su país o lo que sea, y todo ello con sus correspondientes colas de reclamación, idas y venidas entre oficinas, puertas de embarque, cumplimentación de impresos de reclamación etc.
Pero tras ver la película argentina “Whisky Romeo Zulú” (recomendable) y si es cierta la tesis que defiende Enrique Piñeiro, su director, guionista, productor, actor y protagonista real de los hechos que se cuentan, uno no puede evitar que le entren dudas acerca de la seguridad de los propios vuelos, de que algunos accidentes pueden ser la lógica y previsible consecuencia de unos ejecutivos de compañías aéreas más preocupados por la cuenta de resultados que por la seguridad de sus pasajeros, de pilotos dispuestos / obligados a saltarse controles y normas para asegurarse su empleo y de políticos y funcionarios dispuestos a hacer la vista gorda a cambio de la correspondiente compensación económica.
De hecho, recuerdo que cuando se estrenó en verano del 2005 en Baiona estuve pensando en verla, pero dado que aquel otoño tenía previsto viajar a Argentina, no tuve valor de enfrentarme a las denuncias de la película. Y todos sabemos que ojos que no ven… Digamos que no es el tipo de peli que a uno le gusta ver cuando vuela o está a punto de hacerlo. Independientemente de los méritos cinematográficos de cada una, si fuera en avión preferiría ver antes “Aeropuerto”, “La Jungla 2”, “Aterriza como puedas” o “United 93” que “Whisky Romeo Zulú”.
Aunque por el bien de nuestro futuro de viajero en avión, tendremos que agradecer que por aquí se haya estrenado únicamente la “versión dramatizada” de los hechos, en lugar del documental “Fuerza Aérea Sociedad Anónima” realizado por el propio Piñeyro. Ya que en mi opinión la denuncia que se realiza en “Whisky Romeo Zulú”, pierde fuerza entre los edulcorados recuerdos de infancia y la historia de amor del protagonista (al fin y al cabo se trata de una peli argentina), y sólo al final cuando se recuperan imágenes de archivo del accidente del vuelo LAPA 3142 en el que murieron 65 personas uno toma verdadera consciencia de la gravedad de la denuncia.
Si en lugar de la historia personal del protagonista hubiéramos visto los resultados de la investigación y el aluvión de datos y testimonios de un documental, a ver quién es el valiente que se atreve a volar en Argentina. Pero, ¿sólo en Argentina?… Porque según la película: “En un país normal no estaríamos teniendo esta discusión”. Y al que defina y ponga un ejemplo de país normal, le regalaremos una muñeca chochona de las ferias del Paseo Nuevo. Que para algo estamos en Semana Grande. Ondo pasa!!