El imperio ha votado. Como todos los primeros martes después del primer lunes de noviembre de los años pares les ha tocado depositar la papeleta. Y esta vez le han hecho una faena al Bush, así que mejor. “Casualmente”, para celebrar la circunstancia a la cartelera de “esta colonia” han llegado varias películas sobre temas o con trasfondos políticos.
Para empezar “GAL” de Miguel Courtois sobre la investigación periodística que destapó el caso GAL. En la publicidad la anuncian con el subtítulo de “la historia real que sacudió el país”. Y seguramente es lo que intentaron hacer, pero ciertamente tiene mérito hacer algo tan increíble basándose en hechos reales. He leído por ahí que la acusaban de manipuladora. A mí me parece que es imposible que a algo tan poco creíble, se le pueda calificar de esa manera.
Supongo que para evitarse problemas con la justicia decidieron cambiar los nombres de los personajes, pero si uno pretende contar la verdad como afirman sus responsables, chirría que personajes perfectamente reconocibles no se llamen como todos sabemos que deberían hacerlo.
De todas formas, no es éste el único problema: esos periodistas tan heróicos, íntegros, fieles, inteligentes y desinteresados, ese director de periódico san ped… (perdón) Pablo (J. Ramírez), ese guión lleno de licencias argumentales y de agujeros que parecen socavones, esas interpretaciones tan poco naturales destacando ese Ariza (Amedo) interpretado por Jordi Mollá que hace creíble a Torrente, esa historia de amor que no pega ni con cola, ese presidente del gobierno interpretado por un actor francés y “por consiguiente” “sutilmente” doblado por un imitador de Felipe González, esa descuidada ambientación de la Donosti de los 80, ese final pretendidamente inquietante… conforman un despropósito que para mí es la peor película que he visto en muchos meses. En lugar de pagar los espectadores por verla, entiendo que El Mundo debería pagar a los exhibidores por colarles este larguísimo anuncio del periódico. Por cierto, los señores de Mundo Ficción anuncian que su siguiente película podría ser sobre los atentados del 11-M supongo que con trama del ácido bórico incluida.
Y de este descarado intento completamente fallido de hacer un “Todos los hombres del presidente” a la española, paso a “Todos los hombres del rey” que es como se titula (respetando el original en inglés) el remake de “El Político” de Robert Rossen de 1949 que ha dirigido Stevan Zaillian el de “En busca de Bobby Fischer” y guionista de “La lista de Schindler”, “Hannibal” o “Gangs of New York”. Hay algo que no entiendo de los directores de cine: ¿por qué se empeñan en ponérselo tan difícil a ellos mismos? Ya que las comparaciones con el original son inevitables, ¿por qué elegir una gran película como la de Rossen para versionar? El director dice que no había visto la de 1949 y que quería hacer una adaptación del libro, no un remake de la peli.
La historia del auge y la caída de un político populista que llega a gobernador de Louisiana cayendo por el camino en la tentación de la corrupción, no está a la altura de lo que uno podía esperar por un reparto encabezado por Sean Penn, Jude Law, Kate Winslet, Anthony Hopkins, Patricia Clarkson, Mark Ruffalo, James Gandolfini y Kathy Baker. Sólo Penn y Law tienen minutos y personajes como para lucirse y ninguno de los dos lo hace. Penn ni al principio transmite el carisma que debería, ni al final es lo suficientemente amenazante. Se dedica a poner un rictus extraño en la cara y una postura rara durante toda la película y ya está. El guión peca de exceso de ambición, plantea varias subtramas sin acabar de decidirse por ninguna, por lo que acaba dispersándose y el resultado es una película deslavazada en la que da la impresión de que gran parte de lo rodado se hubiera quedado fuera en la sala de montaje. Una película realizada a lo grande, con medios, pero a la que le falta garra. Espero que a estas alturas Zaillian haya podido disfrutar de “El Político” y haya sacado sus conclusiones.
Y como no hay dos sin tres, Al Gore y su “La verdad incómoda”. El que fuera vicepresidente de los Estados Unidos con Clinton, “perdió” las elecciones presidenciales ante George W. Bush hace 6 años como consecuencia del escándalo del recuento de las papeletas en el estado de Florida donde gobernaba el hermano Jebb Bush (una peli sobre este tema también promete). Tras este “fracaso” Al Gore decidió volver al activismo ecologista y concretamente, en contra del calentamiento global. Este documental dirigido por Davis Guggenheim es una explicación clara y muy didáctica del punto de vista de Gore sobre la emisión de los gases de efecto invernadero, el cambio climático y la posible evolución de la Tierra de aquí a unos años. Es similar a asistir a una clase o a una charla sobre el tema, con un profesor de postín y unos medios espectaculares, para acabar uno concienciado de que tiene que poner su granito de arena.
Y también está en cartel (no sé por cuánto tiempo) “La Ciudad Perdida” el début de Andy Garcia (con la i sin acentuar como lo escribe el interesado) como director de un largo de ficción protagonizado por él mismo e Inés Sastre sobre la historia de una familia cubana acomodada en la época inmediatamente anterior y posterior a la revolución castrista. No me enrollo. Simplemente os comento que cuando leí por primera vez algo acerca de este proyecto no me interesó nada (refugiado cubano en Miami haciendo un panfleto anticastrista), el trailer me hizo temerme lo peor, pero el resultado final va incluso más allá. La dirección es torpe, las interpretaciones pésimas, la historia de culebrón barato, le falta presupuesto y Garcia no sabe qué hacer con una bastante interesante selección musical. Junto a “GAL” la pasamos a la lista de lo peor del año.