>

Blogs

Momberg, el camino del alma

 

Hola a todas las personas del mundo:

 

Ya recuperadas de los “excesos” de las fiestas, estamos de vuelta otro año más y con un post nuevo.

Esta vez os presentamos a una chica encantadora, muy dinámica y alegre. Su nombre es Arrate Lastra, tiene 23 años y es de Bilbao. Es licenciada en administración y dirección de empresas por la rama de marketing, coach y practitioner PNL…

Actualmente, se encuentra inmersa en temas de coaching educativo y  gestión de empresas.

Entre otras cosas Arrate tiene un blog lleno de reflexiones y conocimientos acerca del desarrollo personal  http://arratelastra.wordpress.com/ . De este blog hemos querido recoger (previa  autorización) un cuento extraordinario creado por ella misma. No hay más que palabras para describirlo, simplemente esperamos que disfrutéis de la lectura.

 

Momberg, el camino del alma

Lo había decidido, haría historia, sería la primera persona de mi aldea en conquistar el monte Momberg. Muchos eran los que lo subían por el camino corto y fácil, lo que suponía una travesía sencilla de apenas una hora, sin embargo, hacía siglos que nadie se atrevía a atravesarlo por el camino largo, por el camino de la transformación.

Los ancianos contaban miles de leyendas sobre el lugar. Algunas decían que aquel que se adentrara en la montaña nunca podría regresar, otros, que la persona que volvía no coincidía con la que entraba. Historias todas, que no hicieron más que animarme a ser la persona que confirmara o tirara por tierra todas esas teorías. Iba a descubrirlo por mí misma.

Muchas eran las tiendas que gracias a las leyendas del Momberg hicieron negocio y vendían miles de historias y mapas del monte. Es por eso que la calle principal estaba abarrotada de puestos con historias, camisetas, mapas y todo tipo de suvenires del monte. En una tienda un poco desolada compré el mapa más caro de todos, ya que un anciano me aseguró que era el que usaban los exploradores que finalmente conseguían regresar a casa. Además, no pude resistirme a una pequeña historia escrita a mano y  en un papel muy antiguo que parecía haber sido escrito por el mismísimo creador de la montaña.

El día llegó y muchos fueron los compañeros que salieron  a despedirme, y sin poder mirar atrás por miedo a soltar una lágrima, fijé mi mirada en la cima del Momberg y a paso firme me fui acercando. De pronto, un anciano se me acercó, le reconocí enseguida, era el anciano del mapa.

–          Ayer se me olvidó decirte, que el mapa que compraste traía este mensaje que te ayudará en el camino. Ahora bien, sólo puedes abrirlo el décimo día de tu viaje. Hazlo así, no eres la primera persona que conozco que intenta alcanzar la verdadera cima de Momberg, sé que esto te será de gran ayuda.

Sin darle mayor importancia ni a la nota ni a sus palabras seguí mi camino.

En los primeros metros del ascenso no parecía haber nada raro en ese pequeño monte cuya altura no superaba los 1000 metros, y sin embargo albergaba un camino de transformación. Por fin, y a poca distancia de la cima, llegué a la zona donde dos grandes flechas señalaban los dos caminos. La flecha del camino corto señalaba hacia arriba, hacia la cima. La flecha que indicaba Transformación señalaba hacia abajo. Qué raro, entendía que tenía que ser un camino difícil, pero pensaba que sería de ascenso.

Tras andar alrededor de 4 horas por el camino marcado llegué a una especie de cueva, dónde en la entrada, otro gran cartel me sorprendió con el siguiente mensaje. “El mapa no es el territorio”. “Vaya, y yo voy y me compro el mapa más caro de todo el mercado”, pensé. Con un poco de rabia saqué mi mapa y vi que con él cayó al suelo un escrito. Aquel papel antiguo que no pude evitar comprar y que sin embargo, ya había olvidado. Decía así:

El Momberg, un monte para aventureros y exploradores que se disponen a emprender un viaje de crecimiento  y transformación.

Cambiarás tu visión, tus conductas y tus creencias, haciendo que llegues a tu yo real, un yo desnudo y sin tapujos que conecta con tu alma.

Mi viaje pretendía ser una conquista de la montaña, mas parecía que iba a conquistarme a mí misma. De pronto, me percaté de que en pequeñito, y apenas imperceptible, se ocultaba otra frase:

Momberg, el camino del alma

Comencé entonces a pensar que realmente iba a comenzar un viaje que descendería y cuyo fin quizá no fuera la cima, no al menos la visible desde el poblado.

Decidí dormir en el comienzo de la cueva, pues tanta información me tenía aturdida.

Al día siguiente comencé a descender por la cueva, sin mapa y con la sensación de que lo más duro no iba a ser el caminar, si no profundizar en esa cueva que ante mis ojos se desplegaba.

La cueva era grande y entraba la suficiente luz. El camino subía y bajaba, y lo único que me confirmaba que estaba descendiendo era el nivel del agua, pues cada vez estaba más cerca de ella.

De pronto, apareció otro cartel con el siguiente mensaje: “Escucha de forma activa”. El cartel se hallaba encima de dos caminos, uno iba hacia la derecha y el otro hacia la izquierda.  Y en medio una foto mostraba la imagen de un señor que señalaba la derecha. Pues no había dudas, la derecha era el camino a tomar. Sin embargo, notaba que se me estaba escapando algo.

Escucha de forma activa, y ¡qué era eso de activa! Cogí la foto, y miré la cara del hombre, cuyos ojos parecían querer enseñarme algo, la cabeza estaba inclinada hacia la izquierda, y el pie izquierdo señalaba hacia fuera. Lo más inquietante era la boca, reflejaba una sonrisa irreal, como indicando que su gesto mentía.  Acababa de comenzar y ya dudaba. Pero no había tiempo que perder, pues en cuanto oscureciera tendría que parar para dormir. Confíe en las claves no tan obvias de la foto, y comencé a caminar por la izquierda.

Tras andar varios días sin ninguna otra señal que pudiera indicarme que había elegido el camino correcto, de pronto, en la lejanía percibí una sombra, una sombra de una mujer. No podía creerlo, no estaba sola, había alguien más allí.

La señora estaba en frente de una puerta de barrotes y sostenía un llavero con una única llave. Olvidándome por completo de lo ilógico de que una señora pudiera estar ahí para abrir la puerta, me alegré, y le pedí por favor que me dejara pasar.

La mujer, con voz débil y sin mostrar ningún tipo de sentimiento respondió así:

Si con amor a las personas miras,

Seguro que este verso rimas:

Detrás de toda conducta o acción,

La señora me miró como pidiéndome que terminara la frase. No podía creerlo, allí bajo tierra, tras andar tantos días sin saber siquiera a dónde me dirigía, una señora iba a impedirme cruzar una puerta a no ser que…

La mujer cortó mis pensamientos:

Detrás de toda conducta o acción…

–          No sé qué quiere que le diga –repliqué-. Por favor, déjeme pasar, ya conozco el secreto del Momberg, el monte del camino del alma.

Detrás de toda conducta o acción…

–          ¡Está bien! ¿Hay siempre una condición? ¿hay una mala disposición? ¡Positiva hay siempre una intención!

 

Aun no puedo explicar de dónde saqué aquella idea, sólo recuerdo, que la señora se giró y abrió la puerta. Sin poder mediar palabra, en shok, le agradecí el gesto y me marché.

Quizá todo aquello fuera mi imaginación, que debido al descenso de la cantidad de oxígeno me estuviera gastando una broma, o tal vez era lo que el Momberg quería enseñarme: que no debía imponer mi forma de ver el mundo, que de algún modo, siempre hay una buena intención detrás de cada comportamiento…

El hecho es que continué con las reflexiones, pues nunca antes se me había hecho tan sencillo como en aquella misteriosa cueva. Las preguntas no paraban de rondarme ¿Qué era real? ¿Qué hacía allí? ¿Quién era yo? ¿Quién quería ser? ¿Quién me esperaría fuera?

Estaba tan inmersa en mis pensamientos que tardé en darme cuenta, había llegado. Me encontraba en la cima subterránea del Momberg, en la verdadera cima. Me sentía ligera, libre y más viva que nunca. Realmente sentía haber conectado con mi alma. Sentía la fuerza del universo.

Decidida a volver a casa a compartir lo aprendido con los míos, ya sin intención de ser famosa ni mucho menos,  me di la vuelta y comprobé que el camino había desaparecido, era un camino sin retorno. Enseguida lo comprendí,  no se podía deshacer el camino andado, no se podía retroceder. Yo había cambiado, y no podía volver a ser quien fui.

Antes de poder si quiera alarmarme por la situación recordé la nota del anciano que aquél, el décimo día de mi aventura, tendría que leer. Decía así:

Hola amiga,

 Para estas alturas ya habrás descubierto que el mapa que nos guía no se corresponde con la realidad, pues creamos filtros de entrada que entorpecen esa igualdad. También habrás comprendido la importancia de la escucha activa y la intención positiva que se encuentra tras cada acción.

Aquí va el mensaje que realmente compraste: Eso que ahora necesitas, ya está en ti, ya lo has utilizado. Sólo tienes que recordarlo, sentirlo y volverlo a utilizar.

Buen descenso

Aquel anciano conocía la verdadera historia del Momberg. Quizá fuera el primer aventurero.

En aquel momento necesitaba un camino de vuelta, alguien que me guiará. Cerré los ojos y sin poner en duda la nota, imaginé a mi familia, a mis amigos, a todas aquellas personas que habían guiado mi camino alguna vez, que me habían acompañado en mi aventura.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo y me sentí plenamente satisfecha y llena de amor. Al abrir los ojos vi mi aldea a lo lejos, y a mis espaldas, el camino hacia el Momberg.

Volvería a casa, pero no a hacer historia, simplemente quería vivir una vida feliz, tal vez como vendedora al igual que el anciano, y poder ayudar así a aquellos que quisieran recorrer ese mismo camino, el camino de la transformación, el camino del alma.

Muchos abrazos Rakel y Paky

P.D. Mil gracias Arrate por tu aportación

 

 

 

Temas

Otro sitio más de Comunidad de Blogs de diariovasco.com

Sobre el autor

Descripción

Desde este blog queremos acercarte al amplio mundo de la sexualidad, entendido como una fuente básica de salud, bienestar y placer para las personas.

Aquí te encontraras noticias curiosas, videos y mucha más información relacionada con el tema.

Además dispondrás de un espacio donde poder expresarte y preguntar todas las dudas que tengas, sin ser juzgad@ y respetando a tod@s por igual.

Así que anímate


enero 2014
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728293031