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El miedo a la desilusión

El balonmano, no se sabe porqué extraña razón, es de esos deportes que siempre se colocan con vitola de favorito para obtener una medalla. Nunca lo he entendido muy bien. Comparado con otros países, España es un territorio en el que el balonmano no aparece en un lugar preeminente en cuanto preferencias. Ítem más: los lugares en los que se juega están localizados en torno a las grandes ciudades. Vamos, que sería impensable pensar que Villarreal puede acabar jugando en División de Honor o en la Liga de Campeones, para que me entiendan. Quizá la causa de ese supuesto favoritismo esté en que el balonmano solo se practica de manera ciertamente competitiva en Europa, y como en unos Juegos han de estar representados equipos de todos los continentes, el nivel baja. Dicho de otra manera: que es más fácil tocar metal en la gran fiesta del deporte que se celebra cada cuatro años, que en un Europeo que se disputa cada dos. Paradojas

No nos desviemos.

El caso es que los chicos del balonmano siempre aspiran a medalla. Y la consiguen, claro, faltaría. Y ahora aspiramos a ella, faltaría. Falta por ver que lo logremos. Sinceramente, optimista no soy. España va a Londres con un equipo con poca artillería de mortero y mucha infantería, y eso puede ser peligroso. Es cierto que en un torneo tan rápido y corto como una Juegos, la clave está en acertar a ganar los partidos auténticamente relevantes y en saber guardar fuerzas. Y en llegar bien de forma y con los conceptos claros, añadiría yo. Veremos si Valero Ribera, un técnico de prestigio pero que deja poco margen a la creatividad, es capaz de sacar el jugo a sus hombres. Las últimas citas internacionales invitan a, al menos, no ser pesimistas. Pero yo, qué quieren, prefiero ir de comparsa y acabar campeón del mundo, como en Túnez.

¿Y las chicas?

Amigo, eso es otra cosa. El balonmano femenino ha encontrado una generación de gran calidad, combinado con un magnífico entrenador. Jorge Dueñas fue un digno portero en el Michelin Valladolid y en el Cajamadrid, pero sus prestaciones como técnico son muy superiores. La gran ventaja del equipo nacional femenino es que para un grupo tan guerrillero como el que forma, con el espíritu combativo que poseen y dirgidas por un comandante con mucho sentido, los Juegos son una prueba en la que nada tienen que perder. Nada se les pide, y en esas circusntancias mucho darán. Al tiempo

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El balonmano, desde el punto de vista del portero

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