España ya tiene su primera victoria en el casillero. Y ante Serbia. Importante. No por la victoria, que todas lo son en un torneo y más si es en un grupo como el nuestro, claramente más complicado que el otro. No. La importancia del triunfo radica en lo que dejó ver, en las cartas que mostró el equipo nacional: capacidad táctica, variantes de juego, flexibilidad, mentalidad. Cuatro virtudes con las que es imposible llegar muy lejos en una gran competición. De momento, España las tiene, luego llegará donde legue, pero el trabajo está hecho.
Valero Rivera, lo admito, no ha sido técnico de mi devoción. Nunca. Cuando dirigía al Barcelona tenía los mejores del mundo, y aunque tiene mérito gestionar el grupo como lo gestionó y hacerle campeón de todo, tampoco tuve nunca la sensación de que fuera un entrenador innovador al estilo de Pastor o intenso como Manolo Cadenas. Ayer me quitó los argumentos. Justo es decirlo. A cada uno lo suyo. Su lectura de la primera parte dejó bastante que desear, es cierto. Empecinado en movimientos muy concretos, encorsetó la calidad de Entrerríos y Sarmiento en jugadas en las que se les pedía que hicieran cosas que no les convencen. Los dos talentosos centrales españoles son poco dados a las jugadas mecánicas, son más de la imaginación, de la improvisación, de la decisión en la milésima de segundo final. Y así nos lució el pelo.
Pero de sabios es rectificar, y en la segunda mitad Rivera les dio la necesaria libertad. ¿Cómo? Jugando con dos pivotes. Esa variante obliga a prescindir de un lateral o del central, pero sobre todo obliga a dar libertad a los que piensan para encontrar el hueco. E voila, eso fue lo que pasó. Pero esa condición libertaria tuvo que ir acompañada de otra en el extremo contrario del ataque: la mejoría defensiva.
En la primer mitad los españoles defendieron muy atrás, muy pegaditos a seis metros, y ello daba facilidad de lanzamiento a Illic y Stankovic, los artilleros serbios. Después del descanso Rivera ordenó defender en siete metros y salir hasta doce, si fuera necesario, para hacer dudar a la primera línea. Y lo logró. Balones robados y paradas de Hombrados se conjugaron para remontar.
España. pues, tiene artillería, calibres diversos, munición diferente. Y armas con las que explotarla. Casi, casi, mejor noticia que la victoria, porque eso, exactamente eso, era lo que tuvimos cuando fuimos campeones del mundo…
Antes Croacia se ensañó con la débil Corea, la cenicienta aparente del grupo. Y, para acabar, en el último partido de la jornada del grupo español, Dinamarca sufrió de lo lindo para derrotar a Hungría. En los nórdicos destacó más su defensa que su juego de ataque, basado más en las penetraciones que en los lanzamientos y en la calidad de Jensen y Knudsen. Exactamente lo contrario que los magiares, que viven de los lanzamientos y el juego de Nagy y Csaszar y la paradas de Fazekas. Ni uno sni otros parecen superiores a los españoles. Ahora, que tampoco parecen inferiores