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Ainara López

SukaldaTU

¡Te he pedido una caña!

 

Todavía no somos conscientes del poder que tenemos los consumidores. No tenemos la cultura o costumbre de quejarnos o exigir lo que realmente hemos pedido, queremos o deberíamos recibir. En muchas ocasiones, la mayoría, es culpa nuestra por el hecho de que si nos quejáramos como debiéramos muchas de las cosas que nos ocurren como consumidores no pasarían.

Busco un símil futbolístico, hacer una observación al árbitro es tarjeta, claro está que si no la sacan seguramente se arremolinarán alrededor del colegiado jugadores cabreados ante las decisiones que creen que no son acertadas. Tarjeta al primero y se les quitarán las ganas. Esto es lo mismo, si no te sirven lo que has pedido no lo cojas, quéjate en el lugar y si no te solucionan el problema no vuelvas.

Lo vengo viendo hace un tiempo con la cerveza. Señores hosteleros una caña es una caña, un zurito es un zurito y el día que mi sed de cerveza es voraz un cañón es un peazo vaso de sidra hasta arriba de espumosa, fresca y rica cerveza. ¿Cuál es el problema? ¿Será que no nos explicamos bien cuándo decimos, quiero una caña? En la mayoría de los bares de mi querida Donostia no sabes que pedir porque se ha puesto de moda cambiar los nombres a las medidas de cerveza, me recuerda a la película Pagafantas que su protagonista nos decía que los miércoles son los nuevos viernes y los jueves los nuevos sábados. Ahora los zuritos son cañas y las cañas cañones, el caso es que si pido una caña quiero una caña.

Señores hosteleros tienen varias responsabilidades, una de ellas el desequilibrio mental que produce pedir una caña, dan ganas de decir: “Ponme una cerveza, la que te salga de…el cañero”. El peligro que conlleva ir de cañas porque claro ya que la has pagado te la bebes haciendo del hecho de irse de cañas una ingesta de cerveza muy por encima de las posibilidades de tu vejiga y tu hígado.

Nos hemos acostumbrado, vivimos apotronados y no nos damos cuenta de que ni nos dan pan cuando pedimos pan, ni tomates sino unas cosas rojas que parecen tomates pero no saben a nada y ni tan siquiera nos dan una caña cuando pedimos una caña. Yo me planto por el hecho de que te doy permiso para ponerme toda la cerveza que quieras cuándo te pida una caña pero cóbramela a precio de caña sino esto sería como ir a la pescadería comprar una mediana pequeña me pongas una gigante y que me la cobres a precio de merluza. Otro timo más en los tiempos que corren.

 

 

 

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En cualquier sitio puede haber un buen cocinero y podrías ser tú

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