Hace ya bastante tiempo empecé a leer sobre un grupo de restauradores (los llamaré así por que se destacaban por formar parte de esa élite de cocineros que son casi parte del star sistem) que querían poner un distintivo en sus locales a modo de “prohibido perros” y hacer lo mismo con esos locos bajitos (no hablo de señores de mala leche de baja estatura, hablo de niños). No es porque una sevidora sea madre por que antes de tener a mi pequeñaja pensaba lo mismo que voy a exponer hoy. Será que lo he mamado desde bien pequeña porque mis padres nos llevaban a todos los sitios a mi hermano y a mi con la consecuencia de que sabíamos comportarnos en todo lugar a dónde nos llevaban, no sé si muchos adultos pueden presumir de los mismo. Mi madre siempre nos cuenta cómo mi padre una vez quiso invitarnos a comer en un restaurante con estrella (de esas del star sistem que os comentaba) de mi querida Donostia, pero al vernos a mi hermano y a mi (y eso que somos bien guapos los dos) no les pareció muy buena idea que comiéramos en su local porque podíamos molestar a los demás clientes, teniendo en cuenta que ésta era una época dónde mi hermano y yo podíamos haber salido como salmones ahumados de ese restaurante en cuenstión no se quién molestaba más, un adulto con su gran Cohiba después de comer, con dos copas de más levantando el volumen o mi hermano y yo, que esa señorita a la que no le pareció bien que comiéramos allí no nos conocía de nada. La verdad es que la duda es tan grande como la capacidad de aquel cocinero a preparar platos maravillosos.
Me cruzo a diario adultos insolentes, voceras, maleducados, agresivos, malhumorados pero nadie quiere hacer un distintivo para que esos adultos no entren en locales de restauración, será por que la mayoría de ellos se mimetizan con la gran simpatía (ironía on) de los camareros que nos podemos cruzar por la hostelería de la ciudad. Me da pena que no vean que hay un mercado abierto, que hay familias todos los fines de semana en busca de un local dónde adultos y niños puedan comer y disfrutar de un buen rato de ocio. Encima lejos de darse cuenta y ponerle solución se ponen a pensar cómo poder prohibir la entrada a sus futuros clientes. Nadie te puede asegurar que ése niño que entra en tu local a comer o pasar un buen rato vaya hacerlo de manera adecuada, un adulto ¿sí te lo asegura?. Cuándo eres padre tu vida da un giro de 180 grados poniéndo todo tu mundo patas arriba, entre las cosas que cambian es la manera de moverse por la ciudad en busca de ese ratito de ocio hostelero compartido. Padres que nos vemos obligados a tachar de nuestra lista de must locales en los cuales sabemos que nuestros pequeños no podrán disfrutar de un buen pintxo o una buena comida adecuada para ellos. Quiero pensar que todos los que desprendéis esa fobia por los niños es porque realmente pensáis que todos son como esos pequeños demonios que salen en Super Nanny, nada más lejos de la realidad porque cómo hay adultos para todo, niños también.
Hay pocos, pero haberlos haylos unos cuantos hosteleros que se están dándo cuenta de este mercado por descubrir que os cuento. Para muestra el restaurante de Iñigo Lavado en Ficoba (Irún) que cuenta con un txiki park con cuidadora que hace que el disfrute de las familias sea para todos. El pasado domingo allí fuimos 5 adultos y 2 niños a descubrir su Singular Food, todos disfrutamos de la oferta diferente y divertida del este peculiar local. Desde la entrada y la manera de hacer tu pedido de comida todo es diferente, una oferta económica y de buen gusto, un local acogedor y como os comento, dónde los más pequeños no sólo tienen un menú para ellos sino también un espacio para su entretenimiento con cuidadora incluida. Os lo cuento por que se que muchos buscáis todos los fines de semana un lugar dónde ir con la familia, éste os lo recomiendo totalmente. Un menú de fin de semana de 7€ para niños y 19€ para adultos con una variedad de platos diferentes y bien elaborados. Entrar y empezar a divertirte cogiendo la carta y un lápiz para hacer tu pedido, sentarte y esperar a que te sorprendan y poder tomarte el café con la tranquilidad de saber que tus pequeños comensales están disfrutando en un espacio para ellos. Con niños o sin niños, la oferta de Iñigo Lavado es sin duda una buena y diferente propuesta.
Sé que muchos no sorpotáis a los niños y que os encantaría un veto para ellos. Pensad que si tuviéramos que vetar todo lo que no nos gusta quizás no habría islas desiertas suficientes en el mundo para hacernos ermitaños. Nunca olvides que un día hasta tú fuíste un niño de esos, que aunque te parezca mentira pasaste por esa obligada etapa de la vida y eso no te quitó las ganas de comer, degustar y disfrutar de la gastronomía. Tampoco ser niño te quitó las ganas de conocer ni la memoria de sentirse bien en un lugar y que ése lugar, si fué bueno, irá contigo a lo largo de la vida. Hosteleros pónganse las pilas que no está el patio para cerrar la puerta a nadie.