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Ainara López

SukaldaTU

El verano de los tickets

Con el inicio del cole el verano va llegando a su fín, éste ha sido un verano que marcará un antes y un después en nuestra ciudad. La lectura es clara y el agobio al andar por ciertas zonas de Donostia también. No recuerdo notar esa necesidad de no ir a ciertos lugares por el tumulto de visitantes, grupos de japoneses, estadounidenses y demás nacionalidades que pueblan este planeta loco, seguir a un guía con paraguas en alto es algo que no había vivido en mi ciudad. Estaréis pensando que esto es bueno para una lugar turístico y que seguramente hay un amplio sector hostelero y comerciante que están encantados de la vida. No lo pongo en duda y me alegro por todos esos ingresos extras que tienen muchos de los taberneros, lo que no me alegro tanto es por ese frote de patitas al mas estilo mosca que se han marcado mas de unos cuantos. Cuando el número de incautos sube también lo hacen los que se creen con la “libertad” de dejar el buen trato a un lado y les da alas para hacer de su tabla de precios una manera de timar a la nueva clientela y lo que es peor, a la clientela habitual, ésa que cuando las hordas de turistas se vayan son los que irán a sus establecimientos.

La época estival empezó con un ticket que todos conocemos. El Bar Ambrosio ha dado para mil chistes y memés pero no ha sido el único que ha naufragado en su intento de engañar a pobres incautos.  Esa factura abrió la puerta y dió alas a una clientela que se ve mas segura mostrando sus quejas en sus redes sociales, escondidos en sus cuevas en vez de plantar cara a los jetas y cara duras. Está claro que esa inocente foto, esa llamada de atención llegó lejos y creó cátedra. El verano ha estado plagado de proclamas en contra de los que se creen capaces de robar caña en mano, y no caña de pescar sino de esas que en la mayoría de los sitios no saben ni tirar, ni tan siquiera nosotros sabemos pedirlas porque la caña de bar en bar fluctua más que el Ibex35. La verdad es que este no tiene intención de ser un post de paredón, ni tan siquiera hoy es el día de abrir la caja de Pandora pero si de hacer un resumen del primer verano del boom turístico, de esa sensación de tener que pedir con un deje vasco en los bares para no sentirse timado.

Tickets mejores y peores. Una pincelada del verano que hemos vivido.

He ido una media docena de veces a la Parte Vieja donostiarra, he ido y todas ellas he salido con la sensación de no reconocer un  lugar muy apreciado por mi. Quizás una deba darse cuenta de que tarde o temprano esto iba a pasar, que una ciudad como la nuestra no se puede quedar al margen de esas listas de famosas publicaciones que nos ponen en el punto de mira, en el disparadero turístico. Está claro que de este verano en adelante todo irá a más y que esas avalanchas humanas cámara de fotos en mano y plato de pinchos cobrados antes de la cuenta irá in crescendo.

He vivido todo tipo de experiencias hosteleras estos meses, algunas malas, otras caras y menos mal muchas agradables y honestas. Recordaré el agradecimiento de una camarera de un famoso restaurante de la Parte Vieja por atender por fin (literal) a gente de aqui. La cara de amargura de otra de otro muy conocido lugar cuando la mesa de al lado nuestro pidió ketchup para comer con su chuleta y lo peor que me llevo es el pagar por comer un pincho malo en un plato sucio. Ésta última experiencia es la que me hizo no volver a pisar la Parte Vieja, muy a mi pesar, tan solo para ir al mercado y a mi pescadería favorita.

 

 


Plato sucio en el Galtxagorri. Ni bebí vino ni comí mahonesa.

 

 

 

 

 

Volveré por Octubre a darles una segunda oportunidad y me la jugaré a que me cobren los hielos de un café, una caña a mas de tres euros o una croqueta a dos cincuenta. Un día hablaremos de ello, hablaremos largo y tendido del abuso en forma de pincho de chatka sobre pan malo o la audacia de unos cuantos de cobrar por estar en un lugar concreto o de formar parte de ese postureo que ya nos hace famosos. Hablaremos del porqué de una croqueta congelada a precio de foie o porqué los rissotos son ese riesgo añadido del cual una nunca desiste en encontrar algo tan auténtico como ese que mis papilas gustativas guardan en la memoria desde mi última visita a Italia. También hablaremos de los lugares mas alejados del tumulto que he descubierto, lugares nuevos para mi, muy recomendables y auténticos. El otoño es largo, os iré contando.

Seguid compartiendo en vuestras redes sociales por que parece que para algunos el cara a cara de toda la vida no les hace caer del guindo y allí arriba se siguen frotando las patitas como esas moscas molestas del verano.

En cualquier sitio puede haber un buen cocinero y podrías ser tú

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