No es ningún secreto. Si existe un país por antonomasia que presume de protocolo, cortesía y buenas maneras ese es Inglaterra. Sin embargo, en la nación de los lords y las ladies, la prensa sensacionalista reina a sus anchas. Y no importa quien sea el personaje, no deja títere con cabeza. Desde fotografías en topless de la realeza británica, pasando por el espionaje telefónico a políticos y celebridades, hasta revelar los escándalos de algunos deportistas. Una práctica que reabre, constantemente, el discutible debate entre la invasión a la privacidad y el derecho a la libertad de prensa.
El fútbol inglés ocupa un lugar muy importante en los medios británicos. El gran espectáculo del deporte rey, la pasión de sus seguidores y el interés por sus estrellas, copan las portadas de los periódicos. Pero hay algo más. La gran repercusión mediática de la vida no privada de los futbolistas. Este tipo de información podrá gustar más o menos pero indiscutiblemente vende y por tanto, a algunos personajes no les queda más remedio que vivir sometidos a la fuerte presión mediática. Y es que la definición de interés público es muy controvertida.
Cuando el seleccionador Steve McLaren escogió a John Terry como nuevo capitán de Inglaterra aseguró que tenía la certeza de que era el hombre adecuado. En aquel entonces, la reputación profesional de Terry era máxima. Su elección fue aplaudida y se tradujo como la vuelta al origen decoroso del fútbol británico. Su presencia en los tabloides sensacionalistas era discreta y se mantenía alejado del papel cuché. Pero, desde que asumió la capitanía, el único que pareció no entender lo que esa responsabilidad conllevaría fue el propio Terry. En 2006, el año que fue nombrado capitán, tuvo que pedir disculpas públicas a su esposa ante las numerosas infidelidades que pusieron contra las cuerdas a su matrimonio. En 2008, fue multado por aparcar su coche en una plaza para discapacitados y al año siguiente ganó 12.000 euros por organizar tours privados en Stamford Bridge sin permiso del club. En 2010, un tribunal levantó la prohibición de hacer pública la relación extraconyugal que mantuvo con la novia de Wayne Bridge, su íntimo amigo y además, compañero de equipo. Las imágenes en las que Bridge le negó el saludo, en un partido que les enfrentaba, dieron la vuelta al mundo y los tabloides comenzaron a cuestionar su liderazgo. Incluso, el lío de faldas se convirtió en asunto de estado cuando el ministro de Deportes, Garry Sutcliffe, declaró: «Si se confirman las inculpaciones, ello pone en tela de juicio su cargo». Fabio Capello le retiró el brazalete pero se lo devolvió trece meses después. No contento con todo el espectáculo que se había formado en torno a su figura, meses más tarde, saltó la noticia de que puso en venta sus abonos de Wembley a 5.000 euros por partido. Pero la gota que colmó el vaso fueron las acusaciones de haber proferido insultos racistas a Anton Ferdinand durante un encuentro del Chelsea contra el Queen Park Rangers, el 23 de octubre de 2011.
La Federación inglesa decidió volver a retirarle la capitanía y Fabio Capello dimitió. El italiano siempre defendió a Terry y criticó duramente la decisión puesto que la acusación no había sido demostrada. Más tarde, el jugador fue absuelto por un tribunal ordinario. Roy Hodgson asumió el puesto de seleccionador y de nuevo se abrió la polémica cuando decidió no convocar al hermano de Anton, Río Ferdinand, para la Eurocopa. Y es que Terry, si algo ha tenido siempre a su favor, ha sido el apoyo incondicional de los seleccionadores; aunque no de la Federación.
El pasado 23 de septiembre, el futbolista inglés anunció su retirada de la selección de Inglaterra. El que ha sido capitán de la selección más antigua del mundo ponía fin a una extensa carrera internacional, tras conocerse que la Federación Inglesa iniciaría un proceso contra él por utilizar en un campo de fútbol “palabras abusivas o insultantes”.
Así, termina una etapa en la vida del central más mediático del mundo. Un jugador que ha sido capaz de sacudir los cimientos del fútbol inglés. Un futbolista que ha protagonizado grandes momentos deportivos y que ha sido capaz de disputar partidos con dos costillas rotas; también de fallar el penalti decisivo en la final de Champions 2007/08.
La vida privada de Terry se ha visto reflejada de una manera más que evidente y en un país como Inglaterra, donde los códigos morales son tan importantes, resulta sarcástico que uno de sus estandartes represente todo lo contrario. Es el colmo de la ironía. Una historia digna del tradicional humor inglés y los ácidos tabloides británicos.