La serenidad y la dedicación son dos de sus grandes virtudes. Sin ellas sería muy complicado entender la filosofía de un sabio del fútbol como Arsène Wenger y, mucho menos, argüir su reconocida habilidad para trabajar con gente joven y descubrir jugadores potenciales no reconocidos. Acostumbrado a las críticas, probablemente no hay otro técnico en el mundo que haya pedido paciencia para con sus pupilos en tantas ocasiones como él. Y es que Wenger sabe y defiende que la cantera es la inversión más segura. El caso del galés Aaron Ramsey es el ejemplo perfecto.
En abril de 2007, este futbolista se convirtió en el debutante más joven en la historia del Cardiff City, un récord que por aquel entonces poseía John Toshack. Meses después y tras una temporada fantástica los grandes de la Premier se fijaron en él; sin embargo, a pesar de los intentos del Manchester United y del Everton, Ramsey decidió que su siguiente destino estaba en Londres y en junio de 2008 el Arsenal presentó a su nueva promesa tras desembolsar 5 millones de libras.
Desde que Ramsey aterrizara en el cuadro gunner la fe de Wenger en el galés ha sido inquebrantable. Quizá, porque en él ve reflejados muchos de los valores que tanto aprecia. Pero el camino no ha sido fácil. Considerado el heredero natural de Cesc Fábregas, durante los dos primeros años no gozó de la titularidad y aunque sus apariciones eran escasas, las sensaciones eran muy buenas. Poco a poco se fue afianzando en el once inicial, pero el 27 de febrero de 2010, en un partido contra el Stoke City, Ramsey se rompió la tibia y el peroné después de un fuerte encontronazo con Ryan Shawcross. Estuvo nueve meses apartado de los terrenos de juego. Tras su recuperación, el Arsenal le cedió unas semanas al Nottingham Forest y, posteriormente, se confirmó una nueva cesión al Cardiff City. Ramsey regresó al Emirates el 25 de febrero de 2011.
En los años recientes, no han sido pocas las voces autorizadas que se preguntaban qué veía Wenger en este jugador. Mientras algunos periodistas argumentaban que su pasividad era total y absoluta; otros comenzaban a cuestionar su futuro en el equipo londinense. Pero Wenger respondió a las críticas renovando su contrato en 2012 por cinco temporadas más.
Por si fuera poco, los tabloides británicos le bautizaron como “El ángel de la muerte”. El diario The Sun relacionó sus goles con el fallecimiento de un famoso y en tan solo unas horas la macabra ‘broma’ se propagó como la pólvora por la red. Osama Bin Laden, Steve Jobs, Muamar el Gadafi y Whitney Houston son algunos de los famosos que fallecieron poco después de que el futbolista anotara un gol.
Coincidencias aparte, lo cierto es que su desafortunada fama ha quedado en un segundo plano para dar protagonismo al futbolista que Wenger vio desde el principio. Ya lo advirtió el alsaciano: “Una vez que comience a anotar goles, no parará”. No se equivocaba.
Técnicamente excelente, este centrocampista de 23 años lleva diez goles y cinco asistencias en lo que va de temporada, un dato muy relevante si tenemos en cuenta que en los 105 partidos anteriores con el Arsenal sumó seis goles. Sin duda, es el jugador más en forma del Arsenal; la lesión frenó su evolución pero con el tiempo recuperó la confianza y se ha convertido en un jugador clave con mucho protagonismo para Wenger. En Inglaterra es el jugador del momento y algunos, como Alan Shearer, ya le califican como “el mejor jugador de la Premier League esta temporada, por un amplio margen”. Atrás quedaron las dudas, Ramsey ha dejado de ser una promesa para convertirse en la gran esperanza gunner.