A Serge Ognadon Akakpo (Lomé, 1987) los cambios bruscos de temperatura no le sientan demasiado bien. Pasar del frío eslovaco -juega en el Zilina- al calor tórrido sudafricano desperezó ese par de cicatrices que tiene en su espalda, recuerdo imborrable del día más nefasto de su vida.
Pero regresar al continente que le vio nacer para disputar una nueva edición de la Copa de África ha permitido al fibroso central de la selección de Togo cerrar felizmente un círculo que estuvo muy cerca de romperse el 8 de enero de 2010.
El central togolés, uno de los dos jugadores mal heridos en el atentado de Angola, se reivindica con ‘Los Gavilanes’ tres años después en Sudáfrica 2013
Aquel infausto día, el autobús que trasladaba a los ‘Gavilanes’ desde Point-Noire (República del Congo) al enclave angolano de Cabinda para disputar la Copa de África resultó tiroteado por un grupo guerrillero independentista, el FLEC (frente para la Liberación del enclave de Cabinda). Akakpo fue uno de los dos jugadores heridos graves en el intercambio de ráfagas con la escolta que protegía a Adebayor y compañía.
El entrenador adjunto, Amelete Abalo, el responsable de Prensa Stanislas Ocloo y el conductor del vehículo, Mario Adjoua, no tuvieron tanta suerte y perecieron a causa de las balas asesinas del FLEC. El recuerdo de todos ellos no ha dejado de perseguir un solo segundo al zaguero togolés durante estos tres años en los que ha ido recuperando muy lentamente esas sensaciones perdidas en la selva angolana.
Por eso, la victoria del sábado pasado ante Argelia (2-0) valió mucho más que tres puntos para una selección marcada por la tragedia y que ahora anhela repetir suerte este miércoles frente a Túnez para dar el salto a la segunda fase de la CAN 2013, primera que disputan desde aquella imborrable bajada a los infiernos.
“Lo que sucedió en Cabinda resulta imposible de olvidar. Además, tengo dos cicatrices enormes en la espalda, así que cada vez que me ducho, las veo… Aquello marcó mi vida y la de todos los que estábamos allí. Es por eso que estamos jugando esta CAN con el corazón, poniéndolo todo para tratar al menos de pasar la primera fase. El triunfo ante Argelia nos ha devuelto la ilusión y la esperanza. Queremos homenajear a los camaradas muertos en Angola. Estamos aquí por ellos”, señala el segundo capitán de ‘Les Eparviers’.
DOS AÑOS DE MIEDOS Y DEPRESIONES
El tiempo suele ser el mejor antídoto contra el dolor y la tristeza. A Akakpo le costó un par de años y una depresión de caballo dar carpetazo al atentado. “Me sobresaltaba al menor ruido, me asustaba la noche. Todo me daba miedo. Tenía pesadillas con lo que ocurrió. Era un escena de guerra en la que nos ametrallaban durante 45 minutos, estábamos tumbados y se escuchaban los impactos de las balas. Los heridos gritaban, lloraban… No son cosas fáciles de olvidar”.
Tampoco lo es esa sensación de acabose que sintieron al estallar la emboscada. “Sabíamos que había atentados por esa zona, pero como deportistas que somos nos sentíamos seguros, muy tranquilos, al margen de todo eso. Habíamos pasado la frontera hacía un cuarto de hora o así, yo iba escuchando música y, de repente, comenzó el tiroteo. Los cristales del autobús saltaron por los aires y no sabíamos por qué. Sólo después de escuchar nuevas detonaciones comprendimos qué estaba pasando. Menos mal que venían con nosotros varios militares. De lo contrario, habríamos muerto todos allí”.
A pesar del calvario que le tocó padecer tras ser alcanzado por las balas, Akakpo se considera muy afortunado. “Casi todo el mundo se echó al suelo nada más comenzar el tiroteo, pero por desgracia yo me demoré un poquito más, y eso resultó fatal. Recibí dos impactos de metralla en la espalda. Aun así, tuve suerte. Las dos personas que fallecieron iban delante de mí y Obilalé, nuestro portero, que todavía camina con muletas, a mi lado. Pero en aquel momento pensé que era el fin, que no saldríamos vivos de allí”.
El cariño y la comprensión de sus seres queridos resultó determinante para volver a disfrutar del día a día. “La recuperación fue muy lenta, paso a paso. He contado todo el tiempo con el apoyo de mi familia y de mis amigos. Yo mismo me decía que había que salir adelante. También me vi reforzado por el apoyo de la selección, de mis compañeros. Porque yo no quería volver a jugar con ellos, por los recuerdos, por todo lo que pasó… Si hoy puedo hablar sin problemas de aquello, es porque he vivido cosas muy positivas que me han permitido abrirme otra vez y recuperar mi vida”.
“Si hoy puedo hablar sin problemas de aquello, es porque he vivido cosas muy positivas que me han permitido abrirme otra vez y recuperar mi vida. Adebayor lo mencionó antes de jugar frente a Costa de Marfil”
Hasta confiesa sin rubor alguno que sacar a relucir lo ocurrido en Cabinda está al orden del día entre sus compañeros. “Es bueno poder hablar con gente que ha pasado por lo mismo que tú. El otro día, sin ir más lejos, Manu (Adebayor) lo mencionó antes de jugar frente a Costa de Marfil. Él me gritaba justo después del ataque para saber si estaba bien, y fue el primero que vio mis heridas. Ahora, en cambio, lo hacemos en plan broma según las reacciones de algunos. Reír es la mejor terapia para superar cosas como aquella, aunque siendo plenamente consciente de la gravedad de lo sucedido”, concluye.
* Especial agradecimiento a mi buen amigo Flavien Noël Kondo, de Radio Lomé, sin cuyo apoyo logístico hubiera sido imposible esta charla.