Es la historia de Watta, una niña de 11 años que muestra, en primera persona “la pesadilla” y “el aislamiento” que le ha producido el ébola. “Beber agua e ir al mercado a por comida era difícil para nosotros”. Perdió a sus padres y ha sufrido el rechazo de su comunidad: “Mi padre fue el primero en morir… yo le decía a mi madre que parara esta pesadilla. Nadie quería jugar conmigo ni acercarse a nosotros”. Hasta el momento, más de 16.000 niños y niñas han perdido a sus padres por la epidemia, de ellos unos 4.500 en Liberia, uno de los países más afectados, junto con Guinea y Sierra Leona.
El ébola ha creado en África una emergencia de salud sin precedentes. Es una de las epidemias más virulentas y violentas de la historia reciente. Hay 18,7 millones de personas en riesgo, de las que 9,8 millones son niños, niñas y jóvenes menores de 20 años. Para lograr la meta de “cero casos de ébola” UNICEF tiene en marcha los protocolos para el aislamiento previo de los pacientes y evitar los entierros inseguros, a la vez que aprovechar las oportunidades para fortalecer la atención primaria de la salud y los sistemas de apoyo social. “Pienso que venceremos el ébola”. Son las palabras de esperanza de Watta, unas palabras que simbolizan las ganas de seguir luchando hasta que no haya ninguna persona afectada por el ébola.