Escuché esta frase a un tipo muy interesante y con mucho mundo y finalmente este mes de octubre he podido visitar la ciudad de Hamburgo para comprobar cuánto tenía esto de cierto. Tal y como su nombre indica (Freie und Hansestadt Hamburg – Ciudad libre y hanseática de Hamburgo), Hamburgo perteneció a la liga medieval hanseática y fue Ciudad Imperial Libre del Sacro Imperio Romano Germánico. Pero todo esto ya aparece en la Wikipedia así que creo que puedo ahorrármelo. Lo que sí que creo que es importante resaltar es que se trata de la segunda ciudad más poblada de Alemania tras Berlín y que cuenta con el segundo puerto más grande de Europa tras el de Rotterdam.
Es posible que todo este tráfico de mercancías haya contribuido a la riqueza de la ciudad que sin duda huele a dinero. Hamburgo ofrece cultura de alta categoría,museos, teatros, ópera, auténtica gastronomía alemana, una oferta comercial muy amplia, monumentos históricos y una vida nocturna vibrante.
Para hacer un reconocimiento rápido de la ciudad hay que darse un paseo por los embarcaderos. Hay decenas de barcos de todos los tamaños (desde txalupillas de dudosa flotabilidad hasta recreaciones de barcos de vapor) que ofrecen paseos por el Elba. Hay recorridos de una hora por alrededor de 18 euros pero eso sí, para encontrar guías que hablen otro idioma que no sea el alemán hay que buscarlo un poco más porque no todas las excursiones lo ofrecen. Merece la pena si te gustan las grandes construcciones, las grúas enormes, la segunda temporada de The Wire o simplemente rodearte de alemanes sin entender ni papa de lo que dicen y pimplarte una cerveza (grosse por supuesto) a las diez de la mañana sin que nadie crea que tienes un problema con el alcohol.
Si el visitante tiene la suerte de que haga buen tiempo es muy recomendable pasear por la zona marítima. Al final del paseo hay bares muy agradables como el Strand St. Pauli. Y si la visita coincide en domingo, imprescindible pasar por el Fischmarket. El mercado de pescado, al aire libre, se sitúa justo al lado de la histórica sala de subasta y abre desde las cinco de la mañana. Si además se tiene ganas de pasar un buen rato es recomendable pasar por el brunch en la sala de subastas, amenizado con música y donde coinciden los madrugadores con los que aún no han tenido tiempo de acostarse.
Un lago en el centro de la ciudad
Hamburgo puede presumir de ser la única ciudad cuyo centro está situado junto a un lago, el Alster que en verdad son como dos. El más grande, Außenalster (Alster exterior) es la zona favoritade remeros y deportistas de la vela así como el lugar idóneo para relajarse del estrés de la ciudad. La parque más pequeña del lago, Binnenalster (Alster interior), queda en el corazón de la ciudad y rodeada de cafés, tiendas y de la exclusiva calle Jungfernstieg.
No muy lejos del centro histórico se encuentra Hafencity, el proyecto urbanístico destinado a transformar la “Speicherstadt” (ciudad almacén) que era antiguamente la zona de descarga y almacenamiento de la ciudad. Según dice Wikipedia, el proyecto hará crecer el centro urbano en un 40%. Oficinas, plazas, locales comerciales y hasta departamentos para adultos mayores cambiarán la imagen de Hamburgo, contribuyendo a mantener su importancia como la segunda ciudad más grande del país. La zona es agradable para pasear y fotografiar sus interesantes edificios.
Entre plantas y flores
Hamburgo cuenta con un espacioso parque de visita obligada. El Planten un Blomen es más que un simple parque, cuenta con un invernadero con plantas tropicales, un impresionante jardín de rosas, un salón de té japonés y actividades para toda la familia. Además hay agradables terrazas donde tomarse un refrigerio. Entre marzo y septiembre se ofrece todas las noches un espectáculo de luz y sonido en directo que merece la pena ver. Para más información Planten un Blomen.
La milla del pecado
La vida nocturna se centra en Reeperbahn en el barrio de St. Pauli. Una larga calle llena de restaurante, bares, discotecas, clubes nocturnos pero también (y mucho) clubes de striptease, sex shops, burdeles y un museo del sexo. No sin razón los alemanes le llaman die sündige Meile (la milla del pecado). Merece la pena dejarse llevar sin rumbo por las calles del barrio de St. Pauli y si se es aficionado al fútbol visitar el campo y las tiendas oficiales del equipo del barrio. El St. Pauli es conocido por todos los amantes de este deporte por su bulliciosa afición.
Pero no todo son lugares donde no quieres que tu madre se entere que has estado. En Talstrasse hay un par de bares majos como el ‘Drei Zimmer Wohnung’ o el ‘Utspan’. Los alemanes también acuden en masa a una pequeña pizzeria en esta misma calle que lleva el nombre, como no, de Pizzeria St. Pauli.
Para los que no se atrevan a adentrarse solos en el lado salvaje de Hamburgo, hay excursiones organizadas en las que el guía amablemente le va a uno mostrando todos y cada uno de los lugares de perversión.
Pero si se quiere uno fundir con la gente local y respirar ese ambiente marítimo que rodea la ciudad, hay que tomarse unas cervezas en el ‘Zur scharfen Ecke’. Decorada en madera y con motivos marineros, invita a sentarse y relacionarse con la clientela habitual. Además por las tardes está tras la barra una simpática camarera pelirroja que chapurrea algo de castellano.
Los conciertos de los Beatles
Todo buen aficionado a la banda de Liverpool sabe que los Beatles pasaron una buena etapa en Hamburgo y los aficionados alemanes presumen de los conciertos de ocho horas que daban en la ciudad. Tocaban habitualmente en cuatro clubes aunque el ‘Star Club’ fue el que les dio su último empujón. Aquí es donde perfeccionaron sus habilidades, donde nació tanto su sonido como su corte de pelo y donde prepararon su primera grabación. Según cuenta mi padre (que sabe mucho de estas cosas) en Hamburgo es también donde dejaron de ser cinco debido al abandono de Stuart Sutcliffe y donde se formó el cuarteto que se haría mundialmente famoso tras la sustitución en la batería de Pete Best por Ringo Starr.