chutada hasta las trancas de
zapatos de cristal.
Tarareando oficialycaballero,
rezando el ángelus y
manteniendo en puro equilibrio
la corona de flores de mi comunión.
Hasta que la perdí.
La pureza, digo.
Y mandé a tomar por saco
los tacones,
me comí las flores,
cambié el incienso por gansanrouses y
me gané dos libros de familia
rascando las tapas de los yogures.
Caté algún caballero y
lo más oficial que he conseguido hacer (me)
son ocho tattoos.
Y va y ayer
-contra todo pronóstico-
me tropiezo con
un príncipe azuloscurocasinegro
en un tren de cercanías y
me versa un:
…………………………………………………………………………………..Eres mi bálsamo de tigre.
No supe si agarrarme las bragas o
hacerme la sordomuda…