Prefiero las ratas intrépidas a los plumillas que se pajean con metáforas de manual y fórmulas de escritura creativa subvencionadas por el Ministerio de Cultura.
Prefiero seguir en la cloaca antes de ser el Jam Boy que paseaban los amos blancos para evitarse las picaduras durante la caza de los elefantes alfa.
Prefiero un submundo infecto a chupar sillones de la RAE y penes con una media de edad de cincuenta y olor al chopped de la merienda de los yayos.
Lo prefiero, porque me prefiero a mí.
A mí con ti y a nuestro finales fatales tipo manovolteadaenlafrentecircunspecta:
Juro por Dios que jamás volveré a presentarme a este maldito concurso, maldito.