Ya no te quiero.
Ya no siento lo que tengo que sentir.
Y yo allí.
Sentada.
Mirándole.
Con mi gestación a medias y
mi vida congelada.
Y sólo por las ganas de dejar
de respirar
sientes que estás
viva.
Y cuando no te queda dolor
que masticar
te agachas a recoger los cristales
del suelo.
Uno a uno.
Y te dejas las uñas.
Las que te quedan.
Ya no te quiero.
Ya no siento nada.
Y yo allí.
En ese sofá de mierda.
Escuchándole.
Buscando la lógica
a una ruptura de manual.
A sabiendas de que
-a la vuelta de la esquina-
estará en un paritorio que es el
mío.
En el que hubiera pagado por estar
sola.
Y parir.
Y llorar.
Y volver a llorar todo
otra vez.
Ya no te quiero.
Quiero estar con otra.
Y yo allí.
Con las tetas enormes.
Y la cara sin dormir.
Y tan en Pause.
Y tan poco yo.
Ya no te quiero.
Y se fue.
Y empecé de nuevo.
A cantar.
Y a limpiar(me)
esas manchas blancas
que se quedan
como colgando,
-pesando-
en el aire.