Hoy sí.
Fijo que sí.
Estaba conmigo en la cama.
En cucharita y empalmado.
Ni me moví.
Bueno, un poco.
Lo justo para separar las piernas.
Había leído por ahí
algo sobre no ofrecer resistencia y
abrir el corazón.
Y por eso,
no fuera a pensar mal y me devorara.
Pero no.
Esta vez,
decidió acercarse a mi lengua,
clavarse en el arco gris de mi pupila y vocalizar:
………………………………………………………………………………………BISCUIT.