Leo que se llama Patricia.
Lo mejor que le he visto hacer es rellenar los servilleteros de las diecisiete mesas que hay en la cafetería.
Colocar, cuadrar y presionar.
Colocar, cuadrar y presionar.
Me la imagino fuera de aquí con la misma coleta baja y la misma luz tenue acariciando la carita de su hijo diecisiete veces seguidas.
Todas, las diecisiete,
con amor.
Se llama Patricia.
MUAM