cuando he superado la media de charcos pisados y tengo húmedo
………………………………………………………..hasta el latido.
Cuando a día ocho ya no quedan de las ricas y tengo que empezar a tunear las Fontaneda 3×2
en la merienda de los críos.
Necesito hacerlo cuando mi optimismo genético me abandona por una de noventasesentanoventa
-y además-
me importa una mierda.
Y sobre todo, necesito hacerlo cuando espero algo y no sé
el qué.
Ni por qué.
Ni para qué.