Después de casi una hora planchándole el pelo, salimos a la plaza.
Vio a sus amigos y luego, me ignoró
o quizás, fue al revés.
Me prohibió sentarme cerca
y por supuesto, hablarles.
Se me hizo larga la cerveza intentando concentrarme en lo último de Iban Zaldua.
“Como si todo hubiera pasado”, lo ha titulado.
A mí, en cambio, sólo se me ocurría un
“Como si todo empezara ahora”…
así que me levanté,
pagué
y me fui como arrastrando a preparar la pechuga de pollo
salteada de ley de vida
con trocitos de loquemequedatodavía.
MUAM