El año 2010 daba sus últimos coletazos y diciembre azotaba el Reino Unido con una ola de frío y heladas. La climatología respetó mi vuelo y llegué puntual a mi cita en Liverpool. Lunes, día número 27 del mes final del año, la ciudad que vio nacer a los Beatles me recibe con el mercurio de los termómetros bajo mínimos. Allí todo me huele a ellos y a buen fútbol. El aeropuerto no es gran cosa, pero que se llame “John Lennon Airport” lo hace más especial que el JFK de Nueva York.

At Castillo’s house la pasión es txuri urdin and red, of course. El día 29 nos esperaba en Anfield nuestro Liverpool FC contra los lobos del Wolverhampton. El banquillo tenía un inquilino que hizo bien poco: el “koala” Roy Hodgson. El actual seleccionador inglés no contaba con la aprobación de la afición por su nefasto rendimiento y The Kop mezclaba ánimos a los jugadores con otros cánticos pidiendo a King Kenny Dalglish como técnico.

http://youtu.be/ENNxCV5Zc9Q

El taxista que nos llevó al campo era hincha del Everton, enemigo íntimo de mi equipo. Hablamos de Arteta (en aquel entonces jugador de los Toffes) y de Lorena Bernal, su mujer y ex Miss Gipuzkoa. Tenía buenas referencias de San Sebastián y respetaba a la Real Sociedad como un club histórico y de prestigio. Los lazos de la Real con la ciudad inglesa son muchos: John Aldridge, Xabi Alonso y Sander Westerveld entre otros, sin olvidar la invitación para jugar el partido homenaje a Dalglish en Anfield (14 de agosto de 1990).

El partido no tuvo gran historia, un gol de Ward en el minuto 56 daba la estocada final a Hodgson y hacía llegar al clímax a los aficionados (ruidosos y respetuosos) del Wolves. El fish and chips de la cena y las pintas en los pubs The Albert y The Park  fueron mejores que el juego desplegado por los locales.

Un frío intenso hacía que dar una vuelta por Albert Dock se convirtiera en deporte de riesgo. El río Mersey estaba helado y el cuerpo me pedía acudir al refugio más histórico del lugar: The Cavern Club. Antes de ir recomiendo la visita al maravilloso museo de los Beatles, una joyita. El primitivo club fue pasto de las llamas de un incendio, pero el actual está hecho al detalle y en la misma calle. Tras bajar las escaleras y tres pisos más abajo… three beers, please. Una banda tributo interpretaba con mucho gusto “I feel fine” y yo ya entraba en trance. Siguieron con “She loves you”, “Can’t buy my love”, “Ticket to ride” y “Yesterday”. Lo recuerdo como si fuera ayer, era mi primera vez en aquel templo. Lástima que los ingleses cenen tan pronto y hubiera que huir, yo me habría quedado allí hasta las tantas.

http://youtu.be/xV0L2VRJXPA

No podía irme sin dejar mi huella allí y dejé marcado con un rotulador en el servicio de caballeros aquel momento. Sabía que no sería mi última vez pero, antes de partir y tras la finalización del show, aproveché y me senté en el escenario.  Imaginé cualquier noche de los años sesenta. Mientras inmortalizaba el momento, pensé en los cuatro fantásticos encendiendo sus amplificadores Vox y afinando la batería. Mientras tanto, fuera del local cientos de jóvenes esperarían para entrar. Minutos después… gritos, mucha hormona femenina y ganas de bailar llenarían el local. Podrían poner en el primer lugar de su set list la canción “Twist and shout”, aunque eso da igual. La mejor banda de la historia puede permitirse comenzar con cualquiera. John, Paul, George and Ringo: The Beatles. Thanks a lot .