No es un mal músico ni compositor, pero el pasado Jazzaldia acabé hasta el Cullum de Jamie. El tío me pareció simpático y todo el mundo se marchó con una sonrisa de la Zurriola, pero basta ya. Él no tiene la culpa; vino, tocó, derrochó simpatía y se fue. Lo que me cansó es lo que se formó en torno a su visita. Tiene seis discos, 33 años y catorce de carrera musical; no montemos un operativo como si Bob Dylan volviera al arenal donostiarra o Ray Charles hubiera resucitado curado de su ceguera y hubiese decidido tocar en nuestra ciudad.
Nada tiene que ver con que se celebre donde nací, pero considero el Jazzaldia uno de los mejores festivales del país. Este año la ciudadanía y los muchos visitantes disfrutaron gratis del citado Cullum, el genial Elvis Costello y su mejor banda (siempre perfecto en todas sus visitas) o del buen rollo de Belle and Sebastian. Mención especial para la caña de !!!, que ya pisaron el País Vasco hace dos años en el BBK Live y un servidor ya tenía la cadera engrasada de aquella ocasión. No han perdido nada de fuerza y el baño en la playa tras el directo fue un puntazo.
El escenario grande que se sitúa frente al Kursaal es todo un acierto de la organización, una clara invitación a la buena música y el turismo económico. Para la gente de fuera es genial poder venir a ver un buen puñado de artistas pagando “solo” por el alojamiento, la comida y el viaje. Pero no me quiero desviar más del tema central del artículo: ¿qué nos ha pasado con la visita del joven británico? Por momentos pensé que se iba a pedir el Tambor de oro para él.
Me dieron algo de lástima ver como otros grandes que tocaron pasaron más desapercibidos por un desmedido seguimiento al susodicho; la única diferencia es que eran menos famosos para el público más inexperto en el jazz y sus variantes. Por Dios, que hemos visto pasar a Patti Smith o B.B. King en los últimos años y no se montó este jaleo. Este verano estuve en un pueblo que tenía su paseo de la fama propio con las manos marcadas por Bertín Osborne o Arturo Fernández. Lo de Cullum me recordó a esto, toda la salsa rosa easonense buscando la foto. Es un muy buen músico, pero no perdamos la cabeza. A veces se nos escapan de las manos estas cosas, pero de todo se aprende. Me quedo con que el festival fue tremendo un año más, eso es lo que importa. ¡Larga vida al Jazzaldia!