Si están buscando una crónica objetiva de lo que sucedió el pasado 21 de junio en el concierto que Extremoduro ofreció en Rivas Vaciamadrid, este no es el lugar al que deben acudir. Esta es la contracrónica, el relato algo frívolo del ambiente y demás. En la web de la revista 12 pulgadas tienen un buen resumen de lo que aconteció; se lo enlazo aquí. Si van a asistir a la cita en Donosti, creo que les interesa leer la crónica y el texto completo que sigue a continuación.
Sábado caluroso en Madrid. Extremoduro tocaba en Leganés, en el estadio de Butarque, pero llevaron el concierto a Rivas por problemas de aforo y seguridad. Total, teníamos que seguir yendo al sur de la capital. Nos metimos menos de una hora en metro, un pequeño horno con bastante olor a humanidad. En Arganda ya se veía que todos íbamos camino del Auditorio Miguel Ríos. Qué gran nombre para una instalación, sobre todo ahora que a todo lo van a llamar Felipe VI. Al aterrizar en el lugar, superamos las colas para salir de la estación y en el exterior me sorprendieron los controles de las unidades caninas de la policía. Me he hartado a ir a bolos aquí y allá y nunca había visto un control tan descarado contra los psicotrópicos. Será que en la comisaría se habían documentado y tomaron la decisión de presentarse tras escuchar “Salir”.
Tras caminar unos minutos por la nada más absoluta, nos pusimos en la cola para entrar al auditorio. Eran las siete y algo, dos horas y pico antes del comienzo del show, y el respetable se entonaba dentro y fuera del recinto. Los contenedores estaban exactamente a dos metros de donde la gente hacía botellón, pero siempre es más fácil dejarlo todo hecho una mierda. Luego nos quejamos de que nos traten de sucios a los que acudimos a rollos de la movida roquera.
El último disco de Extremoduro se llama Para todos los públicos, y allí estaba hasta el apuntador. Entre los algo más de 17.000 espectadores que se esperaban había jóvenes excitados por su primera cita con la banda oriunda de Plasencia, muchachas que creen que “Standby” es una canción de amor que publicar en su muro de Facebook, personas de mediana edad dispuestas a repetir o iniciarse en los directos de los protagonistas de la velada o adultos veteranos que habían desempolvado su camiseta más macarra del armario para la ocasión. Para los que le gusta la farándula, les diré que vi a Txikitin de Ska-p merodeando por el lugar.
Los precios de las barras no estaban mal; un cubata costaba seis euros. Eso sí, los hombre-cerveza que se pasean entre el público son para millonarios: ¡nueve euros por un litro de cerveza! No sé a dónde vamos a llegar. La comida tenía un precio que se podía esperar, cinco euros por un bocadillo algo deficiente. El Auditorio Miguel Ríos fue todo un acierto. Para mí hubiera sido la primera opción. Está totalmente preparado para albergar grandes conciertos todos los meses.
Salieron con algo de retraso, cosa que no me esperaba. El concierto estuvo genial, tres horas que se pasan volando. No vayan buscando un concierto de grandes éxitos; tocan temas muy conocidos pero los intercalan con otros muchos más recientes. El sonido es canela fina. Da gusto pagar 32 euros y que se escuchen los instrumentos como un tiro y la voz limpia y clara. Carla, que no los había visto nunca pero que los sigue desde su primera referencia, disfrutó un montón. Ambos teníamos esa sensación de que muchos se sabían temas del último álbum pero miraban al suelo en “Autorretrato”. Lo de siempre, vamos.
Por cierto, hablando de “Autorretrato”: es una locura de canción. Ya lo sabía y ya la tenía escuchada en directo la última vez que los vi en Irun (Ficoba, presentando La ley innata), pero repito: es una locura de canción. Por mi podrían alargarla en directo todos los minutos que quisieran con solos interminables, a Carla le gusta tal cual está en el disco, dice que ya es suficientemente larga y adecuada en lo que a la duración se refiere. Terminaron con “El camino de las utopías”, pero para 3.000 o 4.000 personas el telón bajó con “Ama, ama y ensancha el alma”, que precedió a esta.
La banda está en plena forma. A Robe lo encontré algo más apagado que la última vez, pero el resto van a tope. Iñaki “Uoho” Antón lleva los mismos fulares de siempre y el tiempo no pasa por él. Más de lo mismo para Cantera y Miguel. Ah, por cierto, el chico del teclado toca de miedo, suena a gloria bendita. En definitiva, yo compraría entrada para la fecha de Donosti ya de ya.