No me ha hecho demasiada gracia “Oreka”, el himno para Donostia 2016. El texto es obra de Harkaitz Cano, Uxue Alberdi, Ángel Erro e Iñigo Goienetxe y tiene una duración de unos diez minutos. Es larga y sin chicha. Cuando leí el título, me acordé de una de Berri Txarrak que se llama igual. Yo se la cambiaba a los navarros para la efeméride easonense. También me acordé de “Equilibrio”, traducción de la palabra al castellano, de los extintos Kortatu, oriundos de Irun y capitaneados por los hermanos Muguruza. También les daba el cambiazo a estos.
La intención seguro que era buena (e igual seguían alguna directriz que se me escapa), pero han querido que cantara tanta gente que al final les ha quedado una ensalada en la que no sabes lo que estás comiendo. Prueba de buenos temas compuestos para eventos son los de algunos Topagunea, donde Governors, Hesian o los antes mencionados Berri Txarrak crearon verdaderos himnos cañeros. Por otro lado, tampoco he entendido muy bien la elección de algunos cantantes. Me encanta Doctor Deseo y Zea Mays cuenta con una de las voces más prodigiosas del rock vasco, pero no comprendo la aparición de sus voces en un himno donde yo buscaría algo más donostiarra.
No les digo que tuviera que cantar Ubago, pero unos Duncan Dhu haciendo una canción marchosa con cuatro o cinco colaboraciones externas me parece una buena idea. Sería poca sorpresa que los de Erentxun y Vasallo o La Oreja de Van Gogh se prestaran a esto, pero no se trataba de revolucionar la historia. Sí, Leire canta, pero casi ni te enteras. Me remito de nuevo a los Topagunea: una banda compone un tema con letra de algún escritor vasco y luego se buscan cuatro o cinco préstamos externos de voces representativas del territorio. Premio seguro.
En la misma línea, tengo que reconocer que el tema de los idiomas también me parece que presenta algunas deficiencias. No veo ni equilibrio ni “Oreka”. El 95% es en euskera y el otro 5% se lo reparten el castellano, inglés y francés. Creo que debería reflejar mejor la rica realidad lingüística de la ciudad, donde se habla mucho más la lengua de Cervantes que lo plasmado en la canción. Del mismo modo, echo en falta algo más de peso del francés -pueblo muy presente en San Sebastián-, del inglés e, incluso, del polaco. Llámenme loco, pero la capitalidad europea de la cultura la compartimos con Breslavia (Wroclaw en polaco). No me parece algo descabellado.
Lo dicho, no puedo ver el vídeo de “Oreka” sin aburrirme; creo que es una gran oportunidad perdida, como la chapuza que hicieron para el centenario de la Real Sociedad.