Con su permiso, me van a permitir estas líneas. Hace un par de años disfruté como un enano de unos maravillosos días por el Camino de Santiago. Hice, acompañado de Carla, Manolo y Ángel, algo más de cien kilómetros. Exactamente, fueron las últimas cuatro etapas de la Vía de la Plata, esa que da comienzo en Sevilla y llega hasta la capital de Galicia. En la época romana llegaba, si no me equivoco, hasta Gijón y ahí enlazaba camino de la Plaza del Obradoiro.

El fin de semana veía como Rajoy y Merkel hacían aproximadamente cinco kilómetros de Camino de Santiago y notaba como quedaba desfigurado el alma de lo que significa. No soy religioso, pero eso no tiene nada que ver. El Camino de Santiago son unos días de calma, conocer gente, hacer deporte, compañerismo y sentir un buen rollo generalizado que solo se puede encontrar en esta situación. Es una sensación muy determinada y concreta. Nada de lo que puedan representar esos dos políticos podía asemejarse a alguno de los valores que uno a la ruta y el espíritu de los peregrinos.

Mientras pensaba en todo lo anterior, no paraba de sonar en mi cabeza la canción “Alucinante”, de Platero y Tú. Tiene un verso que dice lo siguiente: “Maldigo a todos esos locos que quieren gobernar la vida sin las palabras del poeta y sin las manos del artista”. Veía ahí a estos dos extraños habitantes del Camino de Santiago, algo tan cultural y tan lejos en la raíz del pensamiento que emanan las políticas de ambos protagonistas, y hasta me sentaba mal. Ellos, que capaces de pisar la cultura y dejarla como algo secundario con tal de arañar unos euros que puedan servir para rescatar alguna empresa de dudosa ética. Qué acertados estuvieron los bilbaínos con la letra de la canción. Al final, pese a quien pese, la música está en todas partes.