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Ivan Castillo Otero

12 pulgadas

Bienvenido, mister donostiarra

Han pasado ya varias semanas desde aquel viernes. Nos quedamos en casa y vimos un documental sobre el despilfarro en algunas localidades españolas. Algunas de las cosas que relataba aquella pieza audiovisual eran graciosas por su punto estrafalario, pero según corría la cinta nuestras risas tornaron en indignación. Qué bien que nos vino como sociedad el 15M; antes, las tropelías que se hacían con dinero público se vendían como chiquilladas y ahora todo se fiscaliza (y lo que nos queda).

Dicho esto, no nos desviemos de aquella noche de viernes. Hubo un caso que me llamo mucho la atención. Era una localidad de unos 5.000 o 10.000 habitantes en la que tenían tres museos (del viento, del aceite y uno que se me escapa) cerrados por falta de presupuesto para su mantenimiento y un pabellón para, por ejemplo, albergar conciertos en los que entraba más gente de la que residía allí. Lo habían construido para llevar a Julio Iglesias al pueblo.

Terminó el programa y dedicamos un rato a la reflexión en voz alta. Recordé que hacía unos días, en una comida en casa de mis padres, disertamos sobre la opción de que el Tambor de Oro se lo dieran a Bruce Springsteen. Todos parecían encantados y yo, en cambio, me mostré receloso. No veía la necesidad de dar esa proyección internacional al galardón habiendo tantos ciudadanos e instituciones de casa que lo merecen más. Agradezco que una estrella de la música como el estadounidense venga tanto a una pequeña capital como Donostia, pero darle el Tambor de Oro suena a Bienvenido, mister Marshall. El equivalente al pabellón enorme que construyó aquel pequeño pueblo para llevar a Julio Iglesias (y lo sabes).

Recordé a mis familiares varios posibles candidatos que aún no lo tenían. A bote pronto se me ocurrieron el Zinemaldi, la Real Sociedad, la Quincena Musical, el Jazzaldi o Mikel Erentxun. Todos admitieron que algo de lógica había en mis argumentos. A veces creo que se nos va de las manos el querer aparentar que somos Nueva York. No hablo de Donosti en exclusiva; me refiero a cualquier municipio o ciudad. Hay que ser ambiciosos, por supuesto, pero sin perder la cabeza.

Si miramos en concreto el caso de la capital guipuzcoana, creo que no podemos quejarnos. Tenemos equipos de fútbol y baloncesto en la élite, grandes giras paran en nuestra ciudad, contamos con uno de los festivales de cine más importantes del mundo o disfrutamos de otro de jazz por el que ha llegado a pasar el mismísimo Bob Dylan. Huyamos de las bilbainadas.

Música, entre otras cosas

Sobre el autor

Donostiarra de nacimiento y medio coruñés por parte materna. Periodista por vocación. Mi abuela Juana vendía la prensa en un kiosco y la llamaban «la periodista»; así que soy el segundo de la familia que trabaja en el mundo de la comunicación. San Sebastián, Bilbao, Madrid y, ahora, A Coruña. Siempre estoy leyendo algo. Me gusta el rock y tuve un grupillo. Me interesa la historia. Sigo el calendario ciclista de pe a pa, y del fútbol soy de la Real Sociedad. También hago fotos.


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