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Juan Carlos Hernández

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YO LE GANO AL RECORDMAN MUNDIAL




Qué difícil es apreciar lo que sucede en las pistas de
Atletismo. Qué difícil es acercar al ciudadano de a pie los kilos, los metros,
los minutos y segundos en los que se basa nuestro deporte. En la televisión, la
bola del lanzamiento de peso parece pequeña, y más de veinte metros son “de
aquí a ahí”. Quien no haya cogido los 7’260 kilos de acero con las manos nunca
entenderá el esfuerzo del lanzador, sin contar el trabajo que hay detrás, que
eso no sale ni en la tele ni en ningún sitio. Quien no se ponga ante una valla
de 1’06 metros de altura e intente pasarla (por arriba) difícilmente entenderá
lo que supone.

 

La culpa, en parte, la tienen los propios atletas, los
fenómenos que corren 400
metros en 44 segundos o 5000 en 13 minutos, o los que
pasan como gatos las vallas o saltan 17’50 metros en tres brincos. Lo hacen tan
“fácil”… que parece fácil.

 

Más de una vez me han preguntado: “oye, ¿cuántos kilómetros
le seguiría yo al recordman mundial de maratón?”. Hablo de personas que apenas
hacen deporte y que plantean la pregunta en serio, convencidos de que a un tipo
que hace más de 40
kilómetros sin parar se le puede seguir un buen rato
“por muy rápido que corra”. La respuesta de “unos pocos metros” los deja tan
atónitos que no me creen hasta que hago la disección. Con el récord actual de
2h 03’ 59” sale un ritmo medio de
2’56”30 cada kilómetro, es decir, 17”63 cada 100 metros. Cuando
empiezan a entender les deja de interesar.

 

El 10 de julio de 1993, en el estadio de Oslo, el atleta
keniano Yobes Ondieki batió el récord mundial de los 10000 metros y se
convirtió en el primer humano que rompía la barrera de los 27 minutos:
26’58”38, con dos parciales de 13’28”05 + 13’30”33. Hace tres lustros estas
hazañas atléticas aún tenían su espacio en los Telediarios por lo que mucha
gente se hizo eco.

 

Me contó un amigo que en su trabajo salió el asunto como
tema de conversación. Dos electricistas cincuentones y barrigudos se dirigieron
a él como experto en Atletismo. Ambos estaban absolutamente convencidos de que
si ellos corrían los últimos 200
metros ganarían sin problemas al recordman. Las
explicaciones de mi amigo no sirvieron para nada, no cambiaron de opinión: “es
imposible que alguien que lleva 9800 metros nos gane si sólo corremos los últimos
200”.

 

Yobes Ondieki había corrido el último kilómetro en 2’38”2,
los últimos 400 metros
en 60”6, los últimos 200 en 29”6.

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