Los jueces de Atletismo son esas figuras necesarias, cuyo trabajo normalmente resulta poco valorado y nada agradecido, pero sin los cuales este deporte sería algo inconexo. Vaya por delante mi respeto y mi admiración por su labor; y mi esperanza de que lo que sigue, aunque ácido y crítico, sea bien recibido por el colectivo de jueces.
Porque este post es crítico con una actuación concreta, por lo que espero –incluso– que los mismos jueces a los que llegue mi escrito estén de acuerdo conmigo si afirmo que cuando un juez se equivoca estrepitosamente el resultado puede llegar a ser sangrante. O aún digo más: ¿cómo se llama eso de un juez que se “equivoca” a sabiendas?
Tal y como yo lo veo lo mejor para el colectivo de jueces, o el de atletas, o el de directivos, sería que algunos de sus miembros se mantuvieran a kilómetros de distancia de las pistas. Juzguen ustedes, amigos lectores.
Los hechos se remontan al pasado 2 de junio en las instalaciones deportivas de Eibar. El equipo masculino del Atlético San Sebastián, mi club, se jugaba la categoría en el último encuentro de la Liga. Lo que casi hubiera sido un cómodo trámite con el equipo al completo, se torció a última hora con varias bajas.
Bajo un diluvio se llegó a la última prueba, el relevo de 4×400, en una situación delicada. Afortunadamente, el cuarto puesto que consiguieron los chavales resolvió la situación, la categoría estaba a salvo.
Aquel día yo había ejercido de delegado del equipo y al dar por concluido el encuentro fui a firmar las actas. Nada hacía presagiar la tormenta que se avecinaba.
Llegó un juez y dijo al speaker: “No des los resultados que hay DOS partes de descalificación del Atlético”. ¿Cómo? ¿Dos partes? Pero si ha sido una carrera de lo más normal…
Resumamos:
Parte 1: Firmado por el juez X, refrendado por el juez árbitro XY y requeterrefrendado por el juez de apelación XXX. Se nos descalifica, ojo al dato, por asistencia en carrera en el 4×400 (¡¡¡¿¿¿???!!!). Resulta que el primer relevista del equipo animó al cuarto relevista en la contrarrecta, corriendo al trote una treintena de metros sin invadir la pista (esto está grabado en vídeo, para vergüenza de quien afirme lo contrario), y el avispado juez X lo interpretó a lo Frank Sinatra, o sea, a su manera.
Parte 2: Según el juez Y, refrendado por el juez árbitro XY y requeterrefrendado por el juez de apelación XXX, el cambio de testigo entre los relevistas 1 y 2 de la foto de abajo se produjo ANTES de llegar a la línea blanca de la izquierda. Veredicto: descalificación.
Como se puede ver, he tenido que dibujar la raya porque, en realidad, es casi inexistente. Aunque la raya es lo de menos, a nadie se le escapa que el cambio de testigo se produjo en la zona correcta POR VARIOS METROS. Aquí una foto de la línea un día soleado.
No sé qué ocurriría en una competición en la que se mueva dinero y prensa. Lo que sí sé es que la conjunción astral que llevó a los jueces X, Y, XY y XXX a firmar, refrendar y requeterrefrendar estos disparates condenó al equipo masculino del Atlético San Sebastián a descender de categoría.
El tema sigue dando vueltas por la Federación Española porque, evidentemente, presentamos todas las reclamaciones que estuvieron en nuestra mano. De hecho, hace tiempo ya supimos que el año que viene competiremos en la misma categoría que este por la renuncia de otros equipos, pero da la casualidad de que la Fundación Kirolgi ha aprovechado la jugada para no conceder los 12000/14000 euros que recibiría el club si no hubiera descendido, por lo que en 2013 –ojalá me equivoque– nos iremos al hoyo deportivo y económico gracias al absurdo de los jueces X, Y, XY y XXX.
De los jueces X e Y no puedo decir nada porque no sé quiénes son ni me importa; hicieron su trabajo y errar es de humanos. Del juez de apelación XXX, cuyo trato fue exquisito, tampoco puedo quejarme, se limitó a requeterrefrendar los partes que llegaron a sus manos. Pero absurdos aparte, lo que me ha revuelto las tripas y me ha llevado a redactar este post, ha sido leer las palabras que el juez árbitro (XY) redactó en su acta el 5 de junio, según la cual no nos recalificó porque los delegados no hicimos bien nuestro trabajo y reclamamos antes al jurado de apelación que a él. Palabras textuales:
No sé ustedes, yo interpreto que el juez árbitro (XY) supo en todo momento que la descalificación era injusta, y que estuvo en su mano arreglar el desaguisado pero no quiso hacerlo. Así que me pregunto en voz alta: ¿quién actuó mal? ¿Los delegados que acudimos antes al juez de apelación que al juez árbitro? ¿Los jueces que “vieron” lo que les dio la gana? ¿El juez de apelación XXX que requeterrefrendó que la resolución “era descalificación sin ninguna duda”? ¿O el juez árbitro XY, que sabiendo que teníamos razón se rio de mi club y de mí a la puta cara?