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Juan Carlos Hernández

Al aire libre

JESSE OWENS, MEDALLAS A GOGÓ

 

Ron Burkle (foto de arriba) es el multimillonario estadounidense que ha pagado 1.466.574 dólares, más de un millón de euros, por la medalla de oro de Jesse Owens que se ha subastado hace unos días. Este tal Burkle, entre otras cosas, es co-propietario de los Pittsburg Penguins, equipo de la liga nacional de hockey sobre hielo; y, que se sepa, ya usó su pasta gansa para adquirir el premio Nobel de Literatura concedido a William Faulkner en 1949.

Haciendo buena la última frase de mi post anterior, y aunque la información sigue siendo casi nula, parece ser que Burkle no tendrá la medalla en un cajón. Aunque esa medalla ya sepa lo que es estar más de setenta años en un domicilio particular.

En ese último post ya comentaba que hay cierto lío a la hora de seguir la pista a las medallas que Jesse Owens se trajo de los Juegos Olímpicos de Berlín’36. Lo que aún no sabía al publicarlo es que una voz muy cualificada ha puesto en duda la autenticidad de la medalla en venta.

 

El prestigioso historiador deportivo alemán Volker Kluge, autor de unos sesudísimos tochos sobre la historia de los Juegos Olímpicos, levantaba la voz y recordaba el dato que él publicó en el tomo Olympische Sommerspiele (1997): en 1960 fueron robadas las cuatro medallas de una exposición. Y aporta datos tan concretos como que en catorce días el Comité Olímpico alemán, a requerimiento del Comité estadounidense, hizo entrega a Owens de una réplica de las cuatro medallas hechas por un orfebre de Pforzheim. Y añade que el entonces presidente del Comité, Karl Ritter von Halt, pronunció las palabras: “Hago esto para acallar las críticas malintencionadas; Jesse Owens fue tratado mal en el estadio en 1936 por ser de color. Sobre esto no hay más palabras que decir” (Süddeutsche Zeitung, 2 de junio de 1960).

Así que a juicio de Volker Kluge la medalla que se subastaba, incluso suponiendo que realmente fuera entregada en Berlín’36, sin pruebas de ADN o huellas dactilares de Owens puede ser cualquiera de las más de 300 medallas idénticas que se otorgaron allí excepto las de Jesse Owens.

Tras las aportaciones de Kluge yo he seguido indagando por Internet y, aparte de la opinión que luego daré sobre lo dicho por el historiador, ha habido algo en mis pesquisas que me ha llamado poderosamente la atención: en los últimos días he visto varios miles de fotografías de Jesse Owens. Gracias a Internet he tenido acceso a docenas de archivos, insisto, miles de fotos –y unos cuantos vídeos– han pasado ante mis ojos. He visto a Owens de mil y una maneras desde los años 30 hasta 1980 cuando murió; recibiendo y entregando premios, posando en su casa con innumerables trofeos, presidiendo todo tipo de actos, entrevistas en televisión; con políticos, con señoras y señores, con niños y niñas… Pues bien, igual es cosa mía, pero a mí me ha sorprendido el hecho de haber visto solamente UNA IMAGEN de Jesse Owens con sus cuatro medallas.

 

Esta foto ya la puse en el último post y di por buena la datación de 1951, pero tengo que añadir que  arrastra un sorprendente baile de fechas en las galerías, que la llevan desde 1951 hasta 1973 pasando por fecha desconocida. Es una fotografía muy repetida en prensa y casi todos los archivos la ubican en la década de los 50, aunque viendo otras imágenes de Owens yo no podría descartar que fuera de principios de los 60 (desde luego no es de los 70). Si esta foto fuera de 1960 podríamos estar ante una prueba más o menos aceptable de lo expuesto por Volker Kluge, y estaríamos –quizás– ante una imagen de Jesse Owens posando con las cuatro réplicas regaladas por el Comité Olímpico alemán.

 

Pero si la fecha fuera anterior a 1960 el argumento pierde bastante fuelle porque tengo que decir que, después de rastrear Internet de cabo a rabo en cuatro idiomas, no he encontrado ni el más mínimo rastro que avale lo publicado por Kluge. Ni siquiera mencionan el robo en las biografías que he visto sobre Owens.

Ignoro por completo en qué datos se basa Kluge para estar tan convencido de que las medallas fueron robadas y replicadas en 1960, aunque reconozco que me cuesta entender su seguridad si no tuviera una certeza absoluta.

Marlene Owens Rankin, hija menor de Jesse Owens que en 1960 tenía 21 años, interrogada sobre la cuestión en las últimas semanas, tampoco tiene claro este asunto “porque mis padres nunca hablaron de ello en detalle; una historia familiar dice que algunas fueron robadas, aunque es posible que una acabara en manos de Robinson”.

Según interpreto yo estas palabras algo encaja en la teoría de Volker Kluge y algo falla. Por un lado quedaría más o menos avalada la idea del robo pero, por otro, Kluge podría estar en un error sobre Bill Robinson y, por tanto, sobre el número de medallas desaparecidas.

Vamos al repaso fotográfico. Como decía antes las fotos de Jesse Owens con sus medallas son escasísimas. Expongo todas las que tengo, quitando alguna de las mismas sesiones.

Viajamos a Berlín, al 5 de agosto de 1936. Owens ya ha ganado sus tres medallas individuales (aún no sabe que también correrá y ganará la prueba de relevos). Contesta correspondencia y posa con sus tres medallas. Ojo, que  habrá que esperar 36 años para ver una foto parecida:

 

Pasan los años 30, los años 40 y, descontando la desubicada imagen de las cuatro medallas, los años 50. Llegamos a 1962 para ver una foto de Owens mostrando alguna de sus medallas de Berlín. Si Volker Kluge está en lo cierto ya estaríamos ante alguna de las réplicas. Según los datos que acompañan a la imagen, Owens envió esta medalla a Kingston, Jamaica, para que fuera expuesta en el Salón de la Fama del Deporte durante los Juegos del Caribe (¡¡¡menudo riesgo con el precedente de 1960!!!)

 

Seguimos en los 60 (fecha indeterminada) y Jesse Owens acude a un encuentro de fumadores –Owens murió de cáncer de pulmón– con DOS de sus medallas. Viendo fotos así, me resulta aún más incomprensible que no existan docenas de imágenes parecidas.

 

Otra foto de los años 60 (yo diría que posterior a las anteriores) luciendo medalla

 

Pero atención, el diseño de esta última coincide con las medallas de 1936, aunque tanto las originales como las réplicas no tenían cadena para colgar en el cuello. ¿Medalla falsa en el cuello de Owens? Quién sabe. Una posible respuesta nos la da esta foto de Harrison Dillard, el otro atleta de Cleveland con cuatro oros olímpicos (1948 y 1952)

 

Tal y como describe Dillard, fue su mujer quien hizo poner la cadena en una de las cuatro medallas. Quizá Owens hizo lo propio.

Y las fotos de Owens con medallas se van acabando. Llegamos a 1972 y encontramos esta foto sin más datos.

 

Y seguimos en 1972 y aquí se termina la recopilación. Una foto (junto a otras parecidas) para la revista Paris Match. Desde 1936 no veíamos a Owens con TRES medallas en la mano. Si os fijáis la del medio tiene una cadena, quizá sea la misma que ya hemos visto arriba en su cuello. Quién sabe.

 

A estas alturas del trabajo espero haber contagiado mi extrañeza por la ausencia de fotografías de Owens con sus famosísimas medallas y la ausencia de datos concretos y contrastados sobre el robo. Volviendo al catálogo de la Universidad de Ohio, en él nos cuentan que las medallas se perdieron, sin entrar en datos precisos.

 

Y aún hay más. Para mayor confusión, y lo que me hace sospechar que por ahí circulan más medallas de Jesse Owens de las que imaginamos, al parecer en la vitrina de la Universidad de Ohio están expuestas TRES de las réplicas que le regalaron a Owens (¿en 1960?) más UNA COPIA de una de las réplicas. Otra cosa clara es que ninguna de ellas tiene cadena, vaya lío. Pinchad en las dos primeras para verlas más grandes:

 

El decolorado de las medallas expuestas en Ohio sugiere, en mi opinión, que las réplicas no tenían la calidad de las medallas originales. Pero tenemos con qué comparar. Aquí tenéis (pinchad en las fotos para ampliarlas) algunas medallas de oro de Berlín’36:

Medalla de Glen Morris, campeón olímpico de decatlón:

 

Medalla de John Woodruff, campeón olímpico de 800 metros:

 

Y esta es la medalla que se ha comprado Ron Burkle:

 

Viendo estas fotografías yo tengo muy claro que la medalla que se ha vendido en la subasta es una genuina medalla de oro entregada en los Juegos Olímpicos de Berlín’36. Ahora habría que confirmar –y para ello desmentir a Volker Kluge– que la medalla que durante siete décadas ha estado en poder de ‘Bojangles’ Robinson & Familia es una de las cuatro que Jesse Owens se trajo de allí.

A falta de las pruebas imposibles como ADN o huellas dactilares de Owens que irónicamente pedía Kluge, estos son los documentos que exhibía la casa de subastas para avalar la autenticidad de la medalla:

Carta del hijo de la viuda de ‘Bojangles’ Robinson poniéndose en contacto con la casa de subastas:

Certificado del peritaje sobre la autenticidad/procedencia de la medalla:

Carta de N. R. Mitgang, coautor en 1980 de la biografía de Bill Robinson, confirmando que a finales de los 70 su viuda, Elaine Plaines, le había enseñado la medalla de Owens que éste había regalado a ‘Bojangles’ en “señal de amistad y gratitud”…

 

Sobre la estrecha amistad que unió a Owens y Bojangles hay testimonios, fotos y vídeos suficientes. Tirando del hilo a través de Internet vemos a Bojangles junto a Owens a punto de atracar en Nueva York tras los Juegos de Berlín.

 

Incluso le vemos en la recepción que hizo el alcalde de Nueva York, Fiorello La Guardia, a los medallistas olímpicos

 

Y buscando información sobre esa llegada de Owens a Nueva York y la recepción con el alcalde, un dato sorprendente sacude toda esta historia: David Kenneth Wiggins, en su libro “Out of The Shadows: A Biographical History of African American Athletes” (2006) afirma que tras las amables palabras que el alcalde La Guardia dijo sobre Owens, Jesse Owens tomó la palabra y dijo para entregar la medalla a su amigo: “Una medalla olímpica es el más alto honor que puede ganar un atleta y yo atesoro las mías por encima de todas mis otras posesiones, pero quiero hacer una entrega a Bill Robinson, el alcalde de Harlem, por todo lo que ha hecho por mí, por todos nosotros”.

 

Profundizando, llego a que esta cita ya aparecía en el trabajo de Mark Dyreson “Critical Reflections on Olympic Ideology” (1994).

Y con estos hallazgos sobre la mesa llegamos al desenlace (casi) irrefutable: el vídeo de la escena descrita en el libro. Pinchad en la foto para verlo (el de la flecha es Bojangles):

 

Las palabras de Jesse Owens: “Por supuesto que hay mucho que decir, un montón de cosas que decir antes, pero hay una entrega que a mí me gustaría hacer, y esa es al alcalde de Harlem Bill Robinson”.

Como veis, el vídeo se corta justo en el momento en el que Owens se echa mano al bolsillo, pero creo que no hace falta mucho más para dar por buena la historia de la viuda de Bill Robinson o el peritaje de la casa de subastas.

Mark Dyreson llega a decir en su trabajo que la medalla regalada es la primera que ganó Owens en Berlín –sería entonces la de los 100 metros– aunque me atrevo a opinar que ni Jesse Owens podía saber ya en ese momento del 7 de septiembre de 1936 qué medalla estaba regalando.

Me deja casi sin palabras la idea de que Jesse Owens regalara una de sus medallas nada más pisar los Estados Unidos, antes de saber cómo iban a ser sus siguientes pasos profesionales. Pero quién soy yo para intentar entender ese gesto.

Así que, finalmente, si la medalla subastada es una de las cuatro que Jesse Owens ganó en Berlín algo sigue sin encajar y algunas dudas siguen planeando sobre mi cabeza: robadas, perdidas, regaladas, empeñadas o vendidas, si en 1960 –o cuando fuera– desaparecieron cuatro medallas y el comité alemán regaló otras cuatro mientras Bill ‘Bojangles’ Robinson tenía una en su casa… ¿qué exponía Jesse Owens: una medalla falsa y tres genuinas? ¿Tendrá alguien consciente o inconscientemente tres medallas de Jesse Owens ganadas en Berlín’36? Si la respuesta fuera , ¿saldrán algún día a la luz? Quién sabe.

 

Pinceladas finas al deporte rey

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