A medida que hemos ido construyendo la casa interior – yo ando reformando continuamente mi choza, ni soñar con palacios – siguiendo dictados educacionales, religiosos y sociales, a la hora de incluir nuestra propia “argamasa”, ¿quién no se ha encontrado con un terrible conflicto de intereses? Porque hay materiales que no son de recibo (hipocresía, conformismo, humillación, mendacidad) pero sí de uso extendido. Baratos y cómodos, al alcance de malos obreros y capataces indulgentes, pero en ningún caso obligatorios. Una ha visto levantar el edificio –y no es tan sólo una metáfora- para luego contemplar con pasmo la aparición de vicios ocultos, resquebrajamiento de tabiques y bamboleo general de la estructura.
Quizás, para cuando nos hemos dado cuenta, ya estaban en pie las cuatro paredes de nuestra vida, con techumbre provisional y corrientes de aire por doquier. “Resistirá, pensábamos.” Y, afortunadamente, nos equivocábamos. Llega entonces el tiempo de revocar muros, remozar fachadas y sanear canalizaciones. Pero… ¿y si lo que queremos es tirarlo abajo, demolerlo completamente y construir uno nuevo en su lugar (o en otro solar)?. Entonces hemos pinchado en hueso.
– “¿Tú estás loca? ¿A estas alturas de la vida? (o lo que es lo mismo “¿a tu edad?”) ¿volver a empezar? ¿tirar por tierra tanto esfuerzo…?
– -“Aguanta, mujer, aguanta”. *
Pero ya está dentro el gusanillo de la duda. Afloran las neuronas sobrevivientes, se ponen en formación y dan el parte. –“Puedo decidir, tengo esa capacidad, es un ejercicio de libertad”, haciéndote recordar tus sueños juveniles –hoy maduras pesadillas-, las lecturas progresistas –polvo en la estantería del fondo-, el viejo olor a rebeldía, la pataleta existencial, nunca del todo desaparecidas, quizás mantenidas en estado vegetativo durante lustros.
Y un buen día despiertas del sueño en que nos mecimos (nos mecieron) y hay como una iluminación fatídica –sin símiles de palomas aunque también valdrían-, fatídica y hermosa a la vez y hay también una voz, no en sordina sino clara y fuerte, que nos dice: ponte en marcha, aún es tiempo.
Y nos vamos encontrando en el camino…
• Donde se lee “mujer”, léase también “hombre”.
LaAlquimista
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