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Cecilia Casado

A partir de los 50

Café con leche y reflexiones (Por LaAlquimista)

Hasta hace relativamente poco tiempo era una necesidad –y un placer- escribir mis pequeñas reflexiones a las siete de la mañana, antes de ir a trabajar, delante de un buen café con leche. En aquellas letras me sacudía la pereza, abría la ventana y dejaba que me diera el aire para aventar los fantasmas de la noche –cuando los había-, pero sobre todo, en la época propicia, ver salir el sol y llenarme de energía para afrontar el reto diario. Eran los tiempos de las comunidades de Internet que luego fueron sustituidas por los blogs (aquí estamos ahora).

Me gustaba echar mano de mi “filosofía en zapatillas”, sacarle punta a los pequeños hechos cotidianos, comentar esas cosas que “nos pasan a todos”. Situaciones típicas familiares, la educación de los hijos y sus avatares, las peleas de pareja –cuando tenía-, el tiempo con los amigos, las ilusiones que para que no se pudrieran había que congelar –a veces- y cualquier nimiedad que me salpicara el ánimo. Porque me fascinaba dar importancia a las pequeñas cosas, valorarlas buscándoles lo mágico e inusual. Eran sencillas anécdotas que, al diseccionarlas, tenían vida propia, como las ancas de la rana una vez cortadas. La sonrisa de un vecino en el ascensor, la panadera que elegía el pan más tostado para mí, un chaval que me dejaba el sitio en el autobús –mon Dieu, qué trauma-, los neuróticos que van al volante a primera hora de la mañana, un jefe que no ha dormido bien, un jefe que hace mucho que no hace el amor, un jefe bajito…
En fin, naderías.
No las escribo ahora, pero las sigo pensando, rumiando, exprimiendo su pulpa, no es bueno que se vayan con el agua de la ducha, no me gusta “despejarme” y quedarme en blanco para encarar el nuevo día, lo que he soñado forma parte de mi realidad, quizás la cama estaba demasiado grande esta noche y las sábanas demasiado frías, quizás el aroma del café me ha entristecido por no tener con quien compartirlo o quizás me ha alegrado el hecho de poder desayunar tranquilamente, sola y en silencio, mirando las nubes, adivinando el horizonte, sintiendo absolutamente real la dicha de estar viva y, sobre todo, con ganas de seguir apostando.

Veo a mi alrededor demasiada tristeza, personas más jóvenes que yo con una visión empobrecida de la vida, poniendo alambre de espino a sus más que necesarias –por ausentes- ilusiones, con un sentimiento trágico a flor de piel, enarbolando el cinismo y la desidia por bandera después de haber escondido en el bolsillo lo que quedaba de sus esperanzas y su valentía.

Indiferencia, melancolía, depresión… Nunca he querido jugar en ese equipo y a fuerza de oponerme ya no me llaman, saben que es inútil, que siempre voy a estar del lado de la energía positiva y que mi frase favorita sigue siendo:”Por el mismo precio…mira el lado bueno de las cosas”.

Hoy me he tomado un cafelito mirando –a lo lejos- las olas de un mar que está a juego con mi ánimo, embravecido.

LaAlquimista.

Nota Bene.- ¿Qué tal un comentario o crítica? Gracias.

Para ver más: www.apartirdelos50.com

 

 

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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