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Cecilia Casado

A partir de los 50

Bailando con “corderos”.

                  

   No es la secuela de ninguna película, se me ha ocurrido este título por una reciente experiencia. Pues resulta que me invitaron a una boda y me lo pasé de maravilla bailando hasta altísimas horas de la madrugada; bailando con la juventud invitada y bailando con los invitados padres de la juventud presente. Y entre sofoco y sofoco –de los saltarines, no de los otros-, apoyada irremediablemente en el eterno gintonic , conseguí cambiar un par de frases con alguien que estaba a mi lado.

      – Buen ambiente, ¿eh?
      – Sobre todo para los “vejetes”…
      – ¿?¿? 
      – !Que digo que mira que saltos  pegan los de          la tercera edad¡ 
        !Que a alguna se le va a salir la cadera de su    sitio…¡ 

       No sé si lo dijo por mí y por mis risibles contoneos salseros, pero por si acaso me di media vuelta –era un chaval con corbata morada- y me volví a mi mesa pensando, eso sí, que tenía algo de razón, que de los que invadían la pista de baile la mayor parte estaban ya en la divina edad de la jubilación o próximos a ella.

      Al día siguiente era sábado y tocaba algo tranquilo como ir al cine; pero hacía buena noche, los vientos y los fríos estaban aburridos de fastidiar y apeteció dar un paseo nocturno. Fuera del recorrido habitual tropezaron las ganas de cerveza y un garito con el letrero de “Club” y allí que fuimos con la sana intención de tomar algo y nada más. Pero, oh maravilla de las maravillas, allí estaban todos y todas, con sus mejores –o peores- galas, encaramadas ellas al tacón imposible y ellos enarbolando su mejor sonrisa –de las de porcelana de la cara, por cierto-. Nadie por debajo de los cuarenta y todos bailando con una sincera alegría; parejas o gente sola, pero no había “lobos” y eso es lo que más me gustó.

     ¡Cuánto tiempo hacía que un “chico” no me pedía de bailar…¡ La risa me daba alas en los pies, mal calzados con botas, pero se me contagió la alegría reinante y nos dieron la una y las dos y las tres…
y al filo del amanecer nos encontró la luna aullando a unos pacíficos corderitos que quizás hace veinte años fueran lobos pero que ahora, a estas alturas de la película, llenaron la noche de alegre dulzura.

     Qué verdad es que el ser humano es una continua sorpresa si le dejan hacer…

    Menuda resaca de edad dorada al día siguiente.
    En fin.

    LaAlquimista.

    Para ver más: www.apartirdelos50.com

 

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


enero 2010
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