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Cecilia Casado

A partir de los 50

Purgar los radiadores sin pringarlo todo

 

 

Como en el amor, a veces avisan y otras lo hacen a traición; un buen día alguien conecta el circuito de la calefacción del inmueble y comienza a subir agua caliente por las tuberías hasta mis cuatro paredes. Una tibieza agradable y repentina lo invade todo ayudando a demorarse un rato más en el sofá, en la butaca, de pie junto a la ventana mirando al infinito. Es agradable que el calorcito interior se pelee con el frescor de la tarde que pugna por entrar y más agradable todavía que se quede, el calor, pegado a la piel.

Como en el amor, los radiadores necesitan de una limpieza interior para que pueda circular bien el agua que surge ardiente de las calderas ocultas en alguna parte del edificio; hay que vaciar primero los restos de aire –qué son los amores viejos sino aire donde se concentran las palabras y los besos que fueron- que obstruyen la libre circulación del nuevo flujo caliente y necesario.

Hay quien es experto en purgar radiadores como quien tiene buena mano para la jardinería, -en el amor no hay expertos sino aprendices siempre-, no es nada que tenga que ver con la disposición de ánimo o la capacidad de amar, ni con las meninges ni con las hormonas, es –simplemente- una rara habilidad adquirida a fuerza de muchas tuberías purgadas y no menos descalabros.

Los radiadores de mi casa se abren aplicando una pequeña llave de “palometa” que encaja a la perfección y se gira un cuarto de vuelta para liberar el aire, el agua o lo que haya dentro del pesado objeto de hierro anclado en la pared. Un pequeño pitorrito, como una válvula estática, dará contundente salida al aire y al agua que necesitará de una canalización adecuada y de un recipiente para su recogida. Es decir: con la mano derecha sujetamos la llave de apertura, mientras que con la izquierda colocamos una pajita o bolígrafo bic vacío en el punto de salida y con la misma mano apoyamos una botella vacía –de plástico a ser posible- en la pierna de ese lado. De aquesta guisa, en esta posición incómoda, ridícula y nada práctica, intentaremos que los circuitos se liberen de su vieja carga para que pueda circular el nuevo calor. Como en el amor.

El que sea capaz de vaciarse para volverse a llenar sin dejarlo todo, ropa, suelo, corazón y sueños, pringado de agua sucia y de suspiros grises, que me envíe las instrucciones porque es seguro que algo estoy haciendo mal. Y todo por no pasar frío. Hay que ver.

En fin.

LaAlquimista

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


noviembre 2010
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