Nada más escribir el título de este artículo me doy cuenta de que debería tener dos capítulos, el de ellas y el de ellos, pero como siempre digo que no hablo más que de lo que sé, los trucos masculinos (en caso de que existan) los voy a tener que dejar de lado. También pienso a priori que no voy a poder evitar caer en alguna generalidad más o menos vulgar, pero es inevitable, ya iremos separando el grano de la paja como podamos.
En primer lugar, he dicho “trucos”. Y el que no sepa lo que significa que mire en el diccionario y se sorprenda. Lo digo para que no nos llamemos a engaño, que mis palabras no tienen “truco” y buscan literalmente lo que proponen. Es decir –por si alguien anda perdido entre las marañas del DRAE-, un truco es una trampa. Ni más ni menos. Pero sigamos.
Para atraer a alguien del sexo contrario (simplifiquemos en plan hetero que si no sería extenderse demasiado) hay que engañarle, hacerle morder el anzuelo, hacer sonar un cascabel sobre su cabeza y conseguir que quede hipnotizado. Horadar el suelo bajo sus pies para que pise en falso y caiga –rendido- hasta el fondo. Y luego, obviamente, arrancarle la piel para darle buen uso y comerse su carne para alimentar el ego. (Eso es ligar, de amor mejor ni hablamos)
Las mujeres mayores de cincuenta años lo podemos hacer de las siguientes maneras (y todas efectivas aunque se repitan, que el macho de la especie no toma apuntes y es olvidadizo).
1.- Truco de decir que se es más joven de lo que se es. Mediante palabra (mentira podrida), acción (cirugía) y omisión (callando como muertas) Infalible. Si alguna vez “juego” a decir que tengo 45 años puede que me miren dos veces, pero se lo creen porque les interesa. Sobre todo si el interfecto tiene 57 (que es mi edad real).
2.- Truco de dejar que el hombre hable TODO EL RATO de sí mismo. Para eso hace falta más bien poco. Un par de preguntas dejadas caer como quien no quiere la cosa aquí y allá y al cabo de unos cuarenta minutos lo tienes listo para lo que quieras. Se puede rizar el rizo poniendo morritos y salpicando su monólogo de unos cuantos “ohhhs” y “ahhhs”.
3.- Truco de hacer ver que tenemos unas ganas horribles de irnos a la cama con alguien “como él”. Si no está demasiado borracho, nos responderá que él está loco de ganas de acostarse con alguien como nosotras. Directo al ego, es un golpe arriesgado pero casi siempre mortal. (para él, of course) Ojo, nunca en la casa propia. A tal fin conviene inventarse una tía anciana o un perro malaspulgas.
4.- Truco de irse a ligar a otra ciudad que no sea Donostia porque aquí no “pilla” ni el apuntador como no sea a partir de las dos de la mañana y ya se sabe, a esas horas, los hombres son como los lavabos de las gasolineras: “o están ocupados o están hechos una porquería”.
Los tímidos no salen, (¿conoce alguien a algún vasco que no sea hermético?) los activos están emparejados y los recién divorciados se creen que son los reyes del mambo y no interesa porque han perdido facultades o las tienen llenas de telarañas.
En cuanto a cómo hacen los hombres de 50 años o más para ligar, no tengo ni idea, porque me parece que, caso de intentarlo, tan sólo lo hacen con mujeres que tengan como mínimo 15 años menos que ellos o con mujeres que tengan como mínimo 15 cms. más de perímetro que nosotras.
O sea que este fin de semana, al cine con las amigas.
En fin.
LaAlquimista