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Cecilia Casado

A partir de los 50

Otro verano blanca como la leche

Como ya me he acostumbrado a ir a la playa antes de que pongan las calles, como llevo ya un par de años disfrazándome de “lady Camilla” para acercarme a la orilla del mar, se me ha olvidado este comienzo de temporada veraniega dar la vara con los peligros del exceso de sol en la piel. No quiero dejar de tener presente –y pregonarlo a los cuatro vientos por si sirve de ayuda a alguien- que después de toda una vida tomando el sol como me vino en gana, desarrollé una queratosis actínica en mi linda cara (consultar en Google); que tuve que visitar el Oncológico por primera vez en mi vida y pasar por tratamientos nada amables y por quirófano; que después de casi dos años peleando con el tema he conseguido dejarlo en stand by hasta próximo aviso.

      

Me dijeron que no volviera a exponerme al sol sin protección máxima (las palabras exactas fueron: “si quieres ir a la playa que sea con burka”) y he seguido las órdenes de mi oncóloga a rajatabla; que el moreno de la piel no es más que el comienzo de quemaduras (y melanomas) ya que somos (soy) de raza BLANCA y así lo atestigua una epidermis de tal color; que broncearse no es más que una moda de los últimos treinta años y que en otros países se sorprenden de que busquemos la desintegración del ADN que producen los rayos UVA y de que lo aceptemos (y propiciemos) en aras de unos cánones de belleza arbitrarios y estúpidos. (Hasta hace pocos lustros el moreno de la piel era signo de “clase baja”)

Cuando miro mi cuerpo en el espejo me veo tal cual soy; con una piel suave y blanca, mayormente tersa en su conjunto (para qué vamos a hablar de los puntos conflictivos) y luminosa en lugares precisos. En estos dos últimos años en que no he expuesto mi cuerpo al sol he experimentado un cambio radical en la epidermis. Si quiero consolarme, me digo que he rejuvenecido y si quiero alegrarme tomo nota de que he retrasado de una forma radical su envejecimiento y deterioro.

Por todo lo anteriormente expuesto, ruego a quien me lea dedique dos minutos de su tiempo a reflexionar sobre si vale la pena correr riesgos –con terribles posibilidades de devenir en cáncer de piel- tan sólo para verse más guapos en el espejo o que los demás les halaguen. Ya sé que no es lo habitual escarmentar en cabeza ajena, pero no me duelen prendas en compartir mi experiencia y aconsejar por sobre todas las cosas protegerse con una crema factor 50+ de la agresión solar.

Porque más vale con pamela que con peluca…

(Y no olvidemos que hay cremas autobronceadoras que no hacen ningún daño a la piel…)

En fin.

Laalquimista

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


julio 2011
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