“El que no se consuela es porque no quiere”. Esta es una de mis frases favoritas y el aserto que más me suele costar llevar a buen fin últimamente con la que está cayendo. Pero como tengo que ser coherente con mi condición de alqui-optimista dedico mi tiempo de vivir a darle la vuelta a muchas cosas para no tomar el rábano por las hojas.

Prolegómenos aparte, mañana volvemos a celebrar un “tea-party secreto” las personas que hemos tomado contacto virtual a través de este blog. No todas, evidentemente, pero sí las más atrevidas. Porque mira que hay que tener atrevimiento para poner ojos, cara, voz y forma a los pensamientos que se lanzan escudados tras la coraza de un nick, un alias, una pantalla de ordenador.

Y lo mejor de todo es que nadie nos obliga, que es un puro ejercicio de libertad disfrutar del derecho de reunión y armar bulla y risas con una cerveza delante –o incluso con un agua mineral, porque lo del té no es más que un eufemismo- y algo que llene el estómago (que más bien será un dinner-party) y hablar de todo lo que nos une y dejar en casa todo lo que nos separa.

Cuando los neutrinos estén dominados y se ponga de moda la teletransportación, sé que muchos de vosotros vendréis desde el corazón de vuestros ordenadores portátiles a compartir con los que, geográficamente, estamos más próximos al meeting-point. Pero no os preocupéis, mañana hablaremos de vosotros aunque sea bien.

Hoy voy a intentar estar contenta preparando el evento de mañana y anticipándome al buen rato que vamos a pasar. Más vale buscar motivos para sonreir porque, desde luego, después de leer los titulares de prensa en los que, con total y absoluta desvergüenza, nuestros gerifaltes siguen anunciando recortes en las prestaciones y más pago en las autopistas, es como para quedarse en la cama todo el día y dejar que el mundo siga girando sin nuestra presencia.

Menos mal que todavía somos capaces de valorar las pequeñas cosas que la vida ofrece… como la amistad que, mañana jueves, volverá a pegar el salto de la dimensión virtual a la puramente real.
Casi nada al aparato… Y el que no disfruta… es porque no quiere.

En fin.

LaAlquimista