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Cecilia Casado

A partir de los 50

¿Por qué vivimos esperando algo mejor?

Desde que dejé de batirme el cobre diariamente para conseguir un sueldo a fin de mes y decidí recoger mi magra cosecha de treinta y seis años de trabajo y meterla en el capazo de una prejubilación justita de dineros, mi manera de ver la vida, y consecuentemente, mi manera de SER, ha cambiado sustancialmente.

Recuerdo vivamente los tiempos en los que “luchaba” por llegar, por tener, por conseguir…lo mejor. Entendiéndose esta excelencia en lo que dictaba el baremo personal condicionado por una cultura y una educación bastante determinista.

Estudié para conseguir un buen trabajo, no para SABER.

Trabajé para ganar dinero, no para COLABORAR.

Me esforcé y sacrifiqué para que mis hijas tuvieran un FUTURO, no para que fueran como yo.

Ahora que ya he dado varias vueltas al ruedo y he estado en la arena y en el tendido sol, ahora que ya la “plaza” está cerrada para mí –por ser mayor, por estar obsoleta para el mercado laboral- no me queda otra que aprovechar mi tiempo reflexionando porque… ¿qué futuro, qué retos, que proyectos puedo tener a los casi sesenta años?

“La mayoría de la gente vive esperando algo mejor”. No sé dónde he leído esta frase que se me quedó prendida de una esquina de la razón. La mayoría de la gente se levanta cada día soñando con mejorar, con triunfar en el trabajo, con enamorar a un ser perfecto, con hacer que sus hijos sean los mejores, con ganar más dinero, parecer más jóvenes o, simplemente, tener un coche o “cualquier cosa” más grande.

Pero todo sigue girando alrededor del dinero y yo me mareo porque estoy fuera de esa órbita.

Amigas de mi quinta que se meten en nuevos proyectos/negocios. Amigos empresarios o emprendedores que amplían su abanico laboral para obtener más beneficios. Conocidos que, como profesionales, aceptan más y más trabajo para aumentar sus ingresos y su “nombre”. Y los que siguen metiendo horas extras como locos porque, una vez que te has subido al carro del consumo ya no hay quien te haga bajar de ahí.

No hablo de la gente joven, no hablo de los que “tienen toda la vida por delante”; hablo de los que ya no cumplimos cincuenta años y “el día de mañana” ya ha llegado para nosotros.

¿Por qué seguir esperando que algo MEJOR ocurra en nuestras vidas?

Los que hemos perdido el amor, quizás soñamos con volverlo a encontrar, esta vez, renovado, sabio, tolerante y perfecto.

Los que nos hemos quedado solos sentimos que la vida todavía tiene muchas cosas buenas que ofrecernos.

Los que tomamos medicamentos y cuidamos el colesterol todavía pensamos que podemos bailar y subir al monte como antaño.

¿Por qué esperamos que nuestra vida mejore si es absurdo e imposible?

Somos como un coche. De buena calidad y de buena marca, pero a partir de los doscientos mil kilómetros ningún vehículo mejora en prestaciones sino que se mantiene como puede en la carrera sin pausa hacia el destino final.

Nosotros ya no tenemos más momento que el momento PRESENTE. Es ridículo pensar en el día de mañana, como no sea para reservar la sepultura y dictar testamento. Es absurdo hacer planes en la cabeza, dar vueltas a los sueños que nunca quisimos llevar a cabo.

¿Cuándo será el momento de visitar Paris? ¿O hacer un crucero por las islas griegas? ¿A qué esperamos para vender lo poco que tenemos y marcharnos a vivir a nuestra “Arcadia” personal? ¿Qué obligaciones autoimpuestas nos atan a una vida cansina, cada vez más?

Todo esto me lo pregunto mientras hago planes para cruzar el Atlántico una vez más.

Yo no espero algo mejor, yo voy en pos de ello…mientras disfruto del momento presente como el mejor regalo que tengo entre mis manos.

Y basta con dejar de temer lo peor…

La vie est belle!

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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