La Liga de las estrellas como la denominan los medios tiene una gran repercusión social y política. Es por eso que el principal objetivo de los dirigentes de las sociedades anónimas deportivas es salir en la foto o en las portadas de los medios más vendidos o simplemente como si de un jugador más se tratara firmar autógrafos a los niños y niñas como los crack futbolísticos. Son los Messi, Cristiano Ronaldo o Andrés Iniesta de turno.
Cuando se plantean contratar a un entrenador, a veces dando muchos tumbos y vaivenes en lo referente al juego que quiere desarrollar su equipo, lo que menos valoran es el la capacidad técnica y profesional para el desarrollo del trabajo. Lo que más les interesa es que tenga otras facetas externas que adornen el entorno y que tenga ese nombre y ese caché que les otorga haber estado entrenando a equipos de campanillas. Por eso entran dentro de los parámetros que los clubs se marcan, ya que se trata de entrenadores para uno de los equipo denominados ‘grandes’ y eso vende, vaya que si vende.
Estos responsables de las entidades futbolísticas prefieren contratar a entrenadores extranjeros y ofrecerles unos emolumentos significativamente más elevados que a los de la casa o a los nacionales, considerando que esto viste muchísimo más. Acabamos de dejar atrás la jornada 11 de la Liga BBVA y en Primera hay siete técnicos extranjeros, que suena bien y viste mejor, y trece entrenadores nacionales que se lo han currado extraordinariamente y con grandes dotes de mando y acierto en las labores de metodología de trabajo. También es verdad que en los equipos punteros con plantillas muy superiores al resto el Real Madrid lo entrena Ancelotti, el Atlético de Madrid el cholo Simeone y el Valencia, Nuno. Quedan Berizzo en el Celta, Contra en el Getafe, Moyes en la Real Sociedad y Djukic en el Córdoba Todos estos entrenadores tienen plantillas de menor rango que los tres primeros mencionados y en algún caso su equipo ocupa puesto de descenso de categoría. Muy bien dicho, el fútbol de los futbolistas.
Todos conocemos las dos caras del fútbol. Primero la de los abrazos o elogios y los factores internos, el fútbol real, el entrenamiento, el juego y el desarrollo deportivo de la cruda realidad -la competición-. Segundo la cara de los factores externos que están relacionados con la transcendencia social y económica que este deporte implica. El entrenador es el único responsable de esta cara interna del fútbol, ya que debe dirigir a una plantilla de jugadores y al grupo de colaboradores que diariamente están comprometidos e implicados en la metodología de trabajo grupal con el fin de sacar un rendimiento optimo a sus principales protagonistas, los propios futbolistas.
Ahora es fundamental que los futbolistas deban de poner en juego su inteligencia y, sobre todo, su voluntad. Resulta imprescindible que el entrenador los sepa estimular y revitalizar continuamente, y para esto ha de ser un verdadero líder del grupo. Este liderazgo se asienta en la autoridad que el entrenador ejerza e imponga a sus discípulos.
Esto es tan viejo como el fútbol. Cuando un equipo no funciona y no saca los resultados esperados por el Consejo de Administración la primera decisión que se toma para tratar de enderezar el rumbo y conseguir los objetivos trazados es despedir o relevar de su cargo al entrenador y a sus colaboradores. Ahora viene la gran pregunta que debemos de hacernos y es, ¿SIRVE DE ALGO CAMBIAR AL ENTRENADOR?
Según diversos estudios, los buenos equipos con resultados deportivos mediocres o malos, y en donde el cambio de entrenador podría parecer más que justificado, relevar al técnico, comporta que estadísticamente el desempeño del equipo empeore respecto a otros equipos equiparables que han mantenido a su entrenador. Para los clubs que se pueden considerar deportivamente flojos y que suelen tener malos resultados el cambio de entrenador ni mejora ni empeora la situación deportiva.
Asi que, resumiendo, el cambiar de entrenador te va a costar una pequeña fortuna, pero el cambio ,al menos estadísticamente, a medio plazo no tiende a mejorar el rendimiento deportivo de los equipos modestos, y en los equipos llamados grandes lo mas probable es que empeore el rendimiento del equipo.
Es muy habitual en el fútbol actual que a pesar de la evidencia, parece que en este mundo del balompié se ha impuesto la tesis contraria. Si algo va mal antes de plantearse cambiar otras cosas, al primero que hay que cortar la cabeza es al entrenador.