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Alfredo Del Castillo

Desde mi banquillo

Recuerdos de Atotxa


Hubo un tiempo en el que en San Sebastian se mascaba el futbol de una manera diferente. Un tiempo en el que los fantásticos aficionados realistas disfrutaban como enanos de las acciones y evoluciones de su equipo desde apenas un metro de distancia. Allí se fraguaron gestas extraordinarias sobre el cuidado y extraordinario césped del viejo campo de la calle Duque de Mandas, en el barrio de los Porrontxos, Egia.

Lo primero que llamaba la atención del viejo campo era el muro de cemento que estaba muy cerca de la línea de cal y la cercanía del público sobre el terreno de juego. Tanto es así que la distancia de la línea de banda a dicho muro dejaba un espacio muy reducido para que los suplente realizasen los ejercicios de acticvación en el calentamiento antes de entrar al campo de juego en sustitución de algún compañero. Atotxa tenía esa típica imagen del clásico campo de futbol de las islas británicas con los aficionados agolpados en pie en los fondos y las tejavanas que cubrían las gradas sujetas por columnas. Si te tocaba una de ellas delante no veías muy bien la portería y las jugadas más peligrosas del partido. Pero lo que de verdad caracterizaba a este coqueto campo y además muy difícil de puntuar para los equipos rivales, eran sus inmejorables condiciones para que en un momento determinado convertirse en una olla a presión con un publico volcado animando a su equipo.

Antes de venir a Donosti siempre por la tele lo vi  como un campo con mucha agua y embarrado, en el que los futbolistas de la Real se sentían como peces en el agua jugando en esas condiciones. Practicaban un  fútbol de fuerza, garra y poderoso a balón parado con remates de cabeza espectaculares. Tanto era así que los txuri urdin conseguían sacar muchos partidos adelante en su casa gracias al empuje que les proporcionaba el público, algo absolutamente impensable hoy en dia en el nuevo campo de Anoeta.

Es inevitable recordar las dos ligas ganadas por la Real Sociedad en el viejo Atotxa. La imagen de fantásticos futbolistas como Luis Arconada, Celaieta, Bixo Gorriz , Zapatones Gajate, Inaxio Kortabarria, Julio Olaizola, Diego, el ‘txatarras’ Alonso, Jesús Zamora, el ‘pettit diable’ López Ufarte, Idigoras Satrustegi, Amiano o Heras, y, mientras no se demuestre lo contrario, el mejor entrenador: el gran Alberto Ormaetxea (DEP).  Esa generación es muy difícil de igualar. Eran muy buenos, compactos y equlibrados. Habían obreros e ingenieros futbolísticos.  Mucho corazón y  raza. Además competían como verdaderos jabatos.


Cuánto echamos de menos recuerdos como las galopadas de Boronat junto a la raya de cal;  los saques de banda de Urresti que pedía el chino Martínez para ponérsela en la cabeza del malogrado Ansola para que con un espectacular testarazo poner el balón en las redes contrarias;  las llegadas de los porteros a los dos fondos de la torre de Atotxa y la portería del Mercado de frutas con el público en pie jaleándoles y alentándoles; y  esos derbys contra el eterno rival bilbaíno, con el público sentado en la banda porque se habían vendido más entradas que los que cabían en el graderío. Todos asistían con un respeto y una emoción fantástica y un cántico que como el eco llegaba hasta Igeldo: «Real, Athletic; Real, Athletic».  O el minuto uno de partido cuando el balón lo recibía Txetxu Rojo y lo encimaba y le entraba Gorriti y le dejaba el primer recadito con una entrada dura diciéndole: «Hoy lo vas a tener muy complicado». Lo mismo que los equipos rivales para tapar a López Ufarte le ponían de secantes a Carrete, San Jose o Urkiaga. Tiempos fantásticos que sería de muy canalla no recordarlos. Felicidades por hacernos tan felices en el viejo campo de Atotxa.

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Sobre el autor

Entrenador de fútbol y tinerfeño. Ha pasado por multitud de banquillos guipuzcoanos, entrenando a equipos como el Lagun Onak, Beasain o Real Unión, entre otros, antes de recalar en la Real Sociedad en 2001. En el club txuri urdin estuvo nueve temporadas en varias fuciones, como la de ayudante de Periko Alonso o de Gonzalo Arconada.


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