Como a mis 63 septiembres por mi cabeza aún solo pasa fútbol más mi familia, anoche de madrugada, creo que las cuatro de la mañana y después de tomar dos cortaditos -ya sabes Alfredito que el café quita el sueño- en un sueño vi a la Real de los años ochenta. Ni corto ni perezoso, me fui para el cuarto del ordenador y me puse a escribir este texto para mi blog en El Diario Vasco.
Todo comenzó en aquel maravilloso 26 de abril de 1981, en un partido celebrado en el campo de El Molinón ante un Sporting que no se jugaba nada en el envite, bajo una intensa lluvia, en un campo pesado y lleno de barro hasta los tobillos. La Real se adelanta con un gol de penalti cometido sobre el pequeño diablo, ‘el niño’ que decía el malogrado don Luis de Andia y que era de otra galaxia. Nadie lo quería lanzar y llegó un grande, Kortabarria, para ponernos por delante en el marcador. Los asturianos le dieron la vuelta al partido con dos goles de Mesa, aquel futbolista alto, espigado y con una melena al viento. Aquellos tantos ponían el titulo liguero una vez más en las vitrinas del Santiago Bernabeú, ya que el Real Madrid ganaba en Valladolid. Pero amigos, jugaban unos grandes futbolistas y, como siempre digo, el fútbol no era del mejor entrenador que en resultados y rendimiento ha tenido nuestra Real y no es otro que el malogrado Alberto Ormaetxea (DEP). En el minuto noventa, un centro chut fallido de Bixio Gorriz dentro del área y la desesperada, lo cazó Jesús Mari Zamora –el más listo de la clase- para alojarlo en las redes del también malogrado Castro, el portero asturiano. De esta manera, se producía el empate a dos tantos y así, con el golaverage a favor, la Real Sociedad conseguía el primer titulo liguero en toda su larga historia. Explosión de jubilo en toda la provincia gipuzcoana, esa que nunca jamás le falla a esta Real Sociedad.
La Real Sociedad dirigida por Ormaetxea desde la temporada 78-79 a la 84-85 -que por aquel entonces eran de 34 jornadas- dejó al equipo como campeón dos veces, como segundo una vez, cuarto y sexto en una ocasión y otras dos sexto. Es decir, si en aquella época hubiera existo la modalidad de la liga actual, en siete temporadas sus equipos siempre hubieran jugado en Europa. Dirigió a su equipo en 324 partidos y conquistó también una supercopa de España. Lo hizo con una plantilla de 18 futbolistas que prácticamente estaba compuesta por canteranos, más Diego, que llegó del Eibar ,y López Ufarte, que recaló del histórico Real Unión de Irun. Casi todos ellos internacionales absolutos como lo fueron Arconada, Calayeta, Gorriz, Kortabarria, Diego, Alonso, Zamora, Satrustegi y López Ufarte. También fueron la columna vertebral de la selección nacional que dirigía Ladislao Kubala.
En ese sueño hacia yo la diferencia de un portero Arconada– Rulli, más una línea de cuatro con Celayeta, Gorriz, Kortabarria y Olaizola. Ahora estaría formada por Carlos Martínez, Aritz, Iñigo y Yuri. Había un pivote delante de los centrales –Periko Alonso-; ahora, Markel; dos medios puntas a pasillos interiores –Diego y Zamora-, ahora, Illarra y Prieto; y tres hombres arriba del todo: Idigoras, Satrustegi y Lopez Ufarte, que esta temporada serían Bruma, Agirretxe y Vela. Con un mismo sistema y muchos años de diferencia, queridos lectores ,yo que tengo una edad y puedo decir que los he visto jugar a todos y competir en el vetusto Atotxa y en el fantástico Anoeta, con muchísimo respeto a todos, me quedo con los paradones de don Luis Arconada, con el batallar de Celayeta, con el dominio del juego aéreo de Gorriz, con la velocidad y colocación de Kortabarria, con las galopadas y centros de un regular Olaizola, con el batallar en campos embarrados de un Periko Alonso que jugó con Maradona y Schuster en el Barça, con la aportación de un fantástico jugador de equipo en el lado más oscuro como Diego, con la organización y canalización del juego ofensivo del mago del balón como era Zamora y sus partidos internacionales como aquel de Wembley -¡qué goles, mama mia!-, con la magia del regate y conducción en barro de un jugador como López Ufarte, que siempre tenía una marca individual -es decir, “síguelo hasta si va al servicio”, que fue marcado por defensores como Sandokan San José, Urkiaga o Carrete y luego se fue al Atlético de Madrid y al Betis. Qué podemos decir de Satrustegui, que con 133 goles en liga es el máximo artillero de la Real ,con ese puño en alto que inmortalizó en aquel Atotxa abarrotado. Qué gran futbolista, qué gran rematador, qué gran llevador de la pelota, aunque a veces chupón, pero genial.No quiero dejar si nombrar a otros jugadores que siempre fueron label Real Sociedad como Amiano, Bakero, Murillo Eliseo, Gajate, Gaztelu, Uralde, Orbegozo, Iriarte o Zubillaga. Mi niño, se te olvidaba Heras. Amigos lectores, cuestión de gustos y de una generación para mí irrepetible. Ya coño, qué romantico y viejo estoy canaiua.